Errando en el cálculo de los riesgos
Entre las órbitas de Marte y Júpiter, en nuestro sistema solar (que muchos consideran nuestro “vecindario” cósmico) se encuentra el lugar conocido como el Cinturón de Asteroides. Se trata de millones de cuerpos, el mayor de los cuales es Ceres, un planeta enano con 950 kilómetros de diámetro célebre por las luces misteriosas que hay en su superficie.
El 50% de la masa de los asteroides se encuentra en los 5 mayores cuerpos. La mitad restante se divide entre millones de pequeños cuerpos que orbitan un área más o menos definida, pero que de vez en cuando, impulsados por la imponente gravedad de Júpiter, abandonan su órbita y se aventuran al exterior o el interior del Sistema Solar.
Conocidos como “asteroides”, estas rocas gigantes han sido una amenaza para nuestro planeta en el pasado y lo seguirán siendo en el futuro. Por esta razón los seres humanos hemos dedicado bastante esfuerzo e inversión en el siglo XX a analizar los patrones de comportamiento de los asteroides y crear un sistema de alarmas que nos permita predecir, con tiempo suficiente, un eventual impacto.
Sin embargo, análisis recientes indicarían que los Asteroides no son la única amenaza permanente a la Tierra y quizás ni siquiera la más importante. Los cometas, ubicados en la lejana nube de Oort (más allá de la órbita de Neptuno) podrían ser, cuanto menos, tan peligrosos como los asteroides.
Y sobre ellos no sabemos prácticamente nada.
Centauro
Se conocen como “Centauros” a los cometas gigantes cuyas órbitas se cruzan con los planetas gigantes del Sistema Solar. Estos acercamientos pueden ser bastante peligrosos ya que podrían sacar a uno de estos cometas de su órbita y enviarlo en trayectoria de colisión con un planeta interior. Incluyendo, claro, a la Tierra.
El asunto es que los Centauros no tienen que impactar nuestro planeta para resultar un potencial peligro para la vida en la Tierra. Se trata de verdaderos titanes, de entre 50 y 100 kilómetros de diámetro.
Cuando un cometa se acerca al sol, por efecto del “viento solar” comienza a desintegrarse en trozos más pequeños. Cuando un Centauro se acerca, estos trozos ocupan una gigantesca región y pueden contener trozos importantes de material, algunos de incluso más de un kilómetro de diámetro.
Al pasar cerca del sol, el Centauro dejará un rastro de escombros que quedaran entonces esparcidos en torno a las órbitas de varios planetas. A partir de entonces, el impacto no solo se vuelve probable, se vuelve algo casi seguro.
Afortunadamente para nosotros, en los últimos milenios ninguno de estos centauros ha sido lanzado de su órbita a las cercanías del astro rey. Sin embargo, conforme pasa el tiempo se vuelve más claro que algo así podría suceder… y que no estamos preparados.
Vigilantes del Cosmos
La advertencia fue realizada por un grupo de astrónomos del Observatorio Armagh y de la Universidad de Buckingham, quienes comenzaron a notar un aumento en el número de cometas gigantes que podían encontrarse en las órbitas exteriores del Sistema Solar y se dieron cuenta de que no existía información sobre la naturaleza de estos cuerpos y sus posibles acercamientos a los planetas gigantes.
Haciendo algunos análisis superficiales, el equipo calculó que los cometas podrían acercarse peligrosamente cada 100.000 años aproximadamente, generando peligros para los planetas interiores. Así mismo, si uno de estos cuerpos se desintegraba podía causar periodos de hasta 40.000 años en los que un impacto moderado es altamente probable y en el que perfectamente pueden ocurrir varios de estos sucesos.
Por esta razón, los científicos hacen un llamado a la comunidad científica para que comience a construir sistemas de alerta que permitan detectar estas amenazas a tiempo y dar un margen de maniobra a nuestra sociedad… misma que perfectamente podría ser destruida si uno de estos cometas se acercara demasiado.
Fuente de imágenes: 1: news.yahoo.com, 2: giantfreakinrobot.com, 3: pcmag.com