Posesión
En el mundo existen muchas creencias. En algunas cosas la mayor parte difieren, en otras, algunas tienen puntos en común. Sin embargo, prácticamente en todo el mundo existe la noción de “posesión”. Ya sea un espíritu salvaje, el alma de un muerto que no ha descansado o una revelación diabólica todas las culturas consideran posible que una persona sea poseída y obligada a realizar actos contra su voluntad por una entidad espiritual.
En occidente, las posesiones suelen explicarse como actos del diabólico. Ya en la Biblia aparecen con claridad: Jesús, por ejemplo, se enfrenta al demonio Legión y lo saca del cuerpo de un hombre. En la Edad Media, a medida que la religión se vuelve más central en la vida de las personas, estos actos de posesión comenzaron a documentarse mejor. Así, a finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna numerosos relatos de posesiones comenzaron a escribirse, varios de los cuales pervivieron hasta nuestros días.
El más impresionante de ellos, sin lugar a dudas, es el de las Monjas Poseídas de Loudun.
Las Monjas de Loudun
En la región de Poitou, en Francia, se encuentra la pequeña ciudad de Loudun. En 1634, el cura párroco de la Parroquia de dicha ciudad era Urbain Grandier.
En la ciudad también había un convento de monjas ursulinas (fundado en 1626). Hacia finales de 1632, las mujeres comenzaron a presenciar cosas extrañas en el convento. Cosas, decían ellas, que sólo podían ser obra de un poder superior.
Y dichas cosas incluían, cómo no, a Urbain Grandier.
El sacerdote era reconocido por su belleza y su carácter refinado, y había tenido varias relaciones con mujeres de la localidad. Escribía regularmente contra el celibato sacerdotal, que consideraba una imposición absurda, y mantenía posiciones que en muchas ocasiones chocaban con las de los líderes eclesiásticos.
Algunos dicen que las monjas lo odiaban por su liberalismo. Otros, que secretamente lo deseaban. En cualquier caso, el hombre comenzó a aparecérseles en sueños regularmente, visitándolas para poseerlas carnalmente. Y no se trataba de una visita cualquiera.
La Madre Superiora Juana de los Ángeles afirmó que se aparecía ante ella en forma de ángel, entrando por la ventana o flotando a través del techo. Las demás monjas vinieron poco después y comenzaron a reportar visiones parecidas. Todas afirmaban que el hombre trataba de seducirlas – triunfando regularmente – y se cuenta que en aquellos días el convento se convirtió en un verdadero pandemónium en la noche a causa de los gemidos de las mujeres.
Pero como si no fuera suficiente con lo que pasaba en las noches, las monjas comenzaron a presentar extrañísimos comportamientos en el día, que pasaban por desmayos repentinos, comentarios en lenguas desconocidas y repetidas blasfemias que tomaban lugar sin que ellas pudieran hacer nada al respecto.
Urbain Grandier
Tiempo atrás, las mujeres habían solicitado a Grandier el convertirse en su confesor, pero el hombre rechazó la petición y en su lugar ocupó dicho puesto el canónico Mignon quien había tenido conflictos con Grandier en periodos anteriores. Así pues, una vez comenzaron las apariciones Mignon aprovechó la oportunidad.
Grandier fue acusado de brujería y de haber utilizado un ramo de rosas para lanzar los demonios Asmodeo y Zabulón al convento. Mignon pronto comenzó un proceso de exorcismo en el que las mujeres sufrieron convulsiones y desmayos, además de los gritos, claro. Sin embargo, una posterior investigación del Arzobispo de Burdeos (a instancias de Grandier) indicó que no había signos de posesión y ordenó suspender el caso. Todo parecía salir bien para el sacerdote.
Aunque al final las cosas no salieron tan bien para Gradier…
El Conde de Richelieu
Sin embargo, Mignon y las monjas no estaban dispuestos a dejar el asunto así. Jean de Laubardemont, familiar cercano de la Madre Superiora, contactó al poderoso Cardenal de Richelieu (uno de los más importantes servidores de Su Majestad Luis XIII)… sobre quién Grandier había hecho una sátira no mucho tiempo atrás.
La investigación volvió a abrirse y los exorcismos volvieron a comenzar, pero esta vez bajo la dirección de los sacerdotes Tranquille, Lactante y Jean-Joseph Surin. Los rituales se realizaron en público, acompañados de diversas acusaciones de las monjas tanto como de las antiguas amantes de Grandier.
Lo más interesante vino después. Uno de los sacerdotes encontró pruebas de que Grandier habría firmado un pacto con el demonio Asmodeus, firmado con sangre. Según el sacerdote, el pacto le había sido brindado por el demonio mismo, que lo había extraído de la cabina de pactos de Lucifer. Decía:
Juro que al dejar esta criatura dejaré una marca bajo su corazón como un alfiler, y que este agujereará su camisa y su ropa, dejando una marca de sangre. Y mañana, en mayo 20 a las cinco de la tarde del sábado, prometo que los demonios Gresil y Amand harán su apertura de la misma manera, pero un poco más pequeña, y apruebo las promesas hechas por Leviatán, Behemot, Beherie con sus compañeros para firmar, cuando salgan, el registro de la Iglesia de St. Croix. Dado el 19 de mayo de 1629.
Su suerte estaba echada. Una posterior revisión encontró las supuestas marcas en su cuerpo, y tras infructuosas torturas tratando de obtener una confesión Grandier fue condenado a muerte. Ardió en la hoguera el 18 de agosto de 1634.
El supuesto pacto demoníaco, prueba suprema contra Gradier
Con su último aliento, es dicho que clamó su inocencia y maldijo a todos aquellos que tuvieron que ver en su tragedia. Y poco tiempo después, uno a uno, todos los que lo inculparon fallecerían muertes cruentas y dolorosas. La mayor parte de los investigadores creen que era en efecto inocente.
Ah, y el pacto aún existe. Algunos creen que se trata de un verdadero documento traído del infierno, pero muchos ven una semejanza con la caligrafía de la Madre Superiora.
Imágenes: 1: taringa.net, 2: adkaplan.blogspot.com.co, 3: spurcitia.com