Magnetismo
Una de las fuerzas históricamente más incomprendida fue aquella de los imanes. Ya en tiempos antiguos su peculiar atracción hacia la mayor parte de los objetos metálicos fue fuente de interés para los primeros pensadores, aunque no sería hasta el siglo XVIII que se les encontraran aplicaciones verdaderamente útiles.
El magnetismo es una de las fuerzas fundamentales del Universo (siendo las demás la gravitación y la fuerza nuclear, dividida en débil y fuerte). Hasta ahora, ha sido fundamental en nuestra civilización para la generación de energía eléctrica, de sistemas de movilización basados en la levitación (como los trenes bala) y de la industria metalúrgica, entre muchos otros.
Recientemente, sin embargo, científicos han comenzado a utilizar el magnetismo para asuntos más parecidos a la ciencia ficción: el control mental. En serio, control mental.
Magneto
Magneto es el nombre del popular personaje de Marvel capaz de controlar el metal con su mente… y también el nombre que un grupo de científicos de la Universidad de Virginia pusieron a su nuevo experimento: una proteína “canal de ion” TRPV4 diseñada para enviar señales cerebrales, la cual combinaron genéticamente con ferritín, otra proteína que reacciona ligeramente al magnetismo.
Con esto tenían una proteína capaz de liberar señales que se activaba por magnetismo. O al menos, esa era la idea.
Células y peces cebra
El primer experimento se realizó en una célula aislada, a la cual se le inyectó la proteína y se esperó a ver el resultado. En efecto, todo salió como se esperaba, con la proteína liberando los iones que podían alterar las señales cerebrales.
Tras esto, los científicos decidieron pasar a su primer cerebro e inyectaron la proteína en algunos peces cebra, en específico en la región que se encarga del tacto. Haciendo esto consiguieron que los peces doblaran la cola al “sentir” que los tocaban, sensación obviamente falsa creada por la proteína ante el efecto de un imán.
Ratones
Pero la cereza del pastel es aquí el resultado del experimento realizado en ratones. En esta ocasión los investigadores insertaron la proteína en la parte del cerebro encargada de liberar dopamina y genera en consecuencia placer. Al entrar en un campo magnético la proteína se activaría y los ratones sentirían una sensación placentera.
Y en efecto, comenzaron a visitar zonas con campos magnéticos con mayor frecuencia y a pasar allí la mayor parte del tiempo. El experimento había funcionado y los ratones eran ahora controlados mediante magnetismo.
Implicaciones
Por supuesto, los investigadores buscan que esto permita tratar enfermedades neurológicas y cerebrales, pero esto no significa que sólo bien salga de este descubrimiento. Es el primer paso, literalmente, hacia la creación de drogas de control mental que nos permitan manejar sutilmente el comportamiento de los animales… o de las personas.
Por supuesto, estamos todavía a décadas (siglos, quizás) de una droga capaz de generar un “Candidato de Manchuria” clásico, que sigue órdenes cegado, sin posibilidad de desobedecer (recordemos el Proyecto Artichoke de la CIA). Sin embargo, pequeños detalles como sentirse bien en torno a un lugar o mal en torno a otro pueden desencadenar esquemas de control que se conviertan en las bases de nuevos y poderosos gobiernos autoritarios.
La pregunta real aquí es: ¿en manos de quién van a quedar estas nuevas tecnologías y cómo vamos a hacer para que no se conviertan en la base de programas generalizados de control mental?
Imágenes: blogs.discovermagazine.com