El origen de una extraña tradición argentina
No, el titular es completamente verídico aunque suene completamente surreal. A mediados de noviembre del 2014 la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner adoptó a un joven judío, llamado Iair Tawil, como su ahijado de acuerdo a como lo estipula la ley. Pero, ¿por qué habría la ley de estipular tal cosa?
Los orígenes de la extraña tradición se dieron a principios del siglo XX (o incluso desde principios del XIX, según otras versiones) cuando se popularizó la creencia de que un joven nacido 7° en una familia se convertiría en un Hombre Lobo pasados los 13 años y se dedicaría, en las noches de luna llena, a matar y comer seres humanos. Aunque hoy nos parezca una tontería, en su momento esto llevó al abandono generalizado de centenares de niños, a su entrega en adopción o incluso a su asesinato, que los aterrados padres normalmente realizaban con piedras justo después de su nacimiento.
Con miras a acabar la bárbara tradición comenzó a volverse una costumbre que el presidente de la república apadrinara a los séptimos hijos de las familias rurales, que verían así con orgullo a su pequeño y le permitirían sobrevivir hasta demostrar, pasados los 13 años, que no se había convertido en un hombre lobo.
En 1973 el presidente Juan Domingo Perón realizó una polémica institucionalización de la costumbre indicando que cualquier niño que fuera séptimo hijo de una familia sería apadrinado, se le entregaría una medalla de oro y una beca de estudios hasta los 21 años. Con el tiempo la ley se amplió para incluir a las mujeres y a los niños que no nacieron en una familia católica.
La última adopción
Mis lectores argentinos me indicarán qué tan común es solicitar este particular beneficio en la actualidad. En cualquier caso, dudo que la familia del joven considerara un peligro real que éste se convirtiera en un hombre lobo: más bien querían hacer valer sus derechos como familia judía, ya que muchas veces a quienes no eran cristianos no se les otorgaba el beneficio.
En este caso, sin embargo, el asunto se quedó en algo meramente simbólico pues el joven ya tiene 21 años y por lo tanto superó la edad máxima en la cual hubiera podido aprovechar la beca de estudios. No cabe duda, sin embargo, de que es un suceso muy peculiar y que seguramente pase a la Historia de Argentina como la primera vez que un joven judío fue apadrinado por la presidenta.
Fuente de imágenes: radiojai.com.ar