La ciencia ficción ha mostrado en sus historias, que el ser humano puede llegar a percibir cosas asombrosas, como otras dimensiones y seres que habitan en ellas, pero que las personas comunes y corrientes no captan con los cinco sentidos.
Una antena incrustada en la cabeza
Pero realmente, no se trata de ciencia ficción, puesto que diversas personas y de muchos modos, han corroborado que es factible despertar estos poderes clarividentes. Uno de ellos es Neil Harbisson, un artista británico transformado en un “Cíborg”. Se trata de un sujeto que tiene una antena incrustada en su cabeza, la cual le transmite extra percepciones y también, llamadas telefónicas, música, videos, imágenes, que le envíen desde dispositivos celulares, ordenadores o satélites. Por si fuera poco, la antena instalada en su cerebro e incrustada en el cráneo, le hace capaz de captar y distinguir colores de otros mundos.
De hecho, el mismo gobierno y los medios de comunicación lo decretan como el primer humano androide o Cíborg de toda la historia. Y es que todas las visiones que logra captar a través del sofisticado aparato, lo han conducido a crear obras de arte de alta categoría. En compañía de otros socios ha institucionalizado la ‘Fundación Cyborg’, la cual tiene como objetivo contribuir a que otras gentes se transformen en androides y se adhieran al “ciborguismo”, como se ha denominado este tipo de movimiento contemporáneo de arte.
El arte de Neil
Haciendo uso de sus facultades cibernéticas, Neil puede escuchar colores y verlos en los sonidos, por tal razón, estudió música en el “Dartington College”, enfatizado en el género experimental y por supuesto, fotografía en el Instituto de Fotogrfía de Nueva York.
Pero al comienzo todo fue muy difícil, puesto que las mismas leyes gubernamentales le complicaban la vida. Por ejemplo, le prohibieron renovar el pasaporte, puesto que la legislación indica que en la foto de dicho documento es ilegal figurar con artefactos electromagnéticos en la cabeza. Pero Harbisson se defendió argumentando que esa antena ya formaba parte de su organismo.
De tal modo que la Universidad donde estudiaba, sumado al apoyo de varios amigos, lograron que el gobierno lo aceptara y reconociera como un humano cíber, incluyendo sus documentos de identidad. «No es la unión entre la antena y mi cabeza lo que me convierte en cíborg sino la unión entre el software y mi cerebro», comenta Neil.
Imágenes: facebook.com (Neil Harbisson)