No vamos a hablar de la famosa película de Tim Burton ni de alguna leyenda urbana, este es un caso de la vida real que aconteció en los estados unidos en los años 40.
Carl Tanzler, un reconocido radiólogo de nacionalidad alemana se obsesionó con una joven cubana de una manera extremadamente enferma pues hizo uso de su amplio conocimiento en medicina para convivir con ella después de muerta.
Su nombre era María Elena Hoyos, quien murió el 25 de octubre de 1931 a causa de a una terrible tuberculosis que la agobio por mucho tiempo y que el Dr. Carl le ayudó a sobrellevar. Inclusive después de muerta, porque él fue quien pago los gastos fúnebres y gracias a esto, obtuvo el permiso de la familia de la joven para hacer un mausoleo en el cementerio de Cayo Hueso en Florida, el cual visitó todas las noches, durante 2 años.
En 1933, El Dr. Carl desenterró a la joven y unió los huesos con alambre y ganchos de ropa. Le puso unos ojos de vidrio y la piel la reemplazó por una seda traída desde Paris. Rellenó todo el cuerpo con trapos para mantener la forma y el peso; la vestía elegantemente con joyas de oro, medias de seda y guantes de terciopelo. Para poder convivir con el cadáver, el Dr. Carl utilizaba grandes cantidades de perfume y desinfectante.
Al ver que el Dr. Carl no había vuelto al cementerio, los familiares de María empezaron a sospechar que algo malo había sucedido e inmediatamente, informaron a la policía y pudieron comprobar que el cadáver de María estaba viviendo con él.
El cadáver fue exhibido en la funeraria Dean-Lopez, donde fue visto por más de 8000 personas. El Dr. fue examinado por psiquiatras y aparentemente, podía afrontar un juicio normal por el delito de “destrucción maliciosa y lasciva de una tumba”, juicio que se llevó a cabo pero que más tarde fue cancelado por la expiración de ese delito.
Finalmente, el cuerpo de María fue enterrado en el mismo cementerio, pero con un nombre anónimo para evitar futuras profanaciones.
Versión de video: El hombre que viva con su novia muerta