Para la Lingüística, la Lengua Modelo puede ser concebida como el ideal de una Lengua, es decir, la forma de hablar cónsona y apegada al conjunto de normas y reglas que lleva dentro de sí la Lengua, y que todos los hablantes de una determinada comunidad lingüística reconocen instintivamente como un modelo a seguir, aun cuando ellos mismos no lo pongan en práctica.
Niveles de habla
De esta forma, la Lengua Modelo como entidad ideal de una Lengua estaría entonces en constante comparación y analogía con los distintos niveles de habla. No obstante, es importante recordar por un lado que en realidad la Lingüística no distingue entre formas correctas o incorrectas de hablar, sino que simplemente registra las distintas realizaciones que esta presenta. En este sentido, la Lengua Modelo en realidad sería una especie de abstracción ideal de cómo debería hablarse correctamente, mientras que los niveles de habla, es decir, la realización que hace cada individuo o grupo de individuos sobre un lengua serían el aspecto tangible y real de una Lengua.
En cuanto a esta diferenciación, sería pertinente entonces recordar el concepto dicotómico del Lenguaje, expresado en su momento por Ferdinand de Saussure, quien concebía al Lenguaje como una entidad, que era conformada al mismo tiempo por la Lengua (conjunto de normas y leyes, la cual se caracterizaba también por ser estática, colectiva, inmutable, sincrónica e inabarcable) y el Habla (realización de esa Lengua, y que a su vez se distingue por ser dinámica, individual, mutable, diacrónica y abarcada por cada hablante). Así, aun cuando todos los hablantes de una lengua conozcan la Lengua Modelo, cada quien la realizará de acuerdo a sus capacidades, realidades, competencias y contextos, creando a su vez distintos niveles de habla.
Unidad y Diferenciación
En este contexto es necesario también traer a colación otro concepto manejado por la Sociolingüística, conocido como Unidad y Diferenciación de la Lengua. Al respecto, esta rama de la Lingüística con orientación sociológica refiere a que una Lengua puede ser realizada de forma distintas en varias regiones o niveles sociales sin que esto deje de significar que responda a la misma Lengua, pues estas variaciones apenas tocaría el nivel léxico, un poco el gramatical, y casi nunca el nivel morfosintáctico, por lo que aun con las distintas variaciones y realizaciones que pueda tener, la comunicación entre los distintos miembros de las comunidades de habla sigue siendo posible, pues continúa siendo la misma Lengua.
Un ejemplo perfecto para esta situación es lo que ocurre en el Español, en donde se pueden concebir en primera instancia dos variables bien delimitadas: Español ibérico y Español de América. Para comenzar es de resaltar que el nombre Español de América, presenta la preposición “de” y no “en” porque este tipo de Español, que atravesó el Atlántico durante la conquista español en América, llegó al nuevo continente, nutriéndose a su vez de las lenguas africanas e indígenas, así como las distintas variables que asumió durante su realización y separación del Español hablado en España. De esta manera se puede identificar los rasgos que hacen que el Español de España y el Español de América sean asumidas como entidades diferentes, propias de la Diferenciación de la Lengua.
Sin embargo, los cambios entre una y otra se dan sobre todo a nivel léxico, un poco sintáctico, claramente fonético, y muy poco a nivel morfosintáctico, lo cual permite que un hablante de cualquier de la América hispanohablante pueda comunicarse y entenderse con un hablante español, haciendo entonces que pese a las diferencias prevalezca la Unidad de la Lengua, la cual incluso es regida, tanto en España como en América, por la Real Academia de la Lengua Española, demostrando entonces que tanto en un lado como en otro del Atlántico se habla Español.
Lectos
Así mismo, ya dentro del continente americano –así como ocurre también en las varias regiones de España- también se presenta el proceso de Unidad y Diferenciación, pues aun cuando todos los países hispanohablantes reconozcan en el Español de América su Lengua originaria y en el Español como tal su Lengua Modelo, cada región tiene sus distintas variaciones, hecho que hace por ejemplo que un hablante colombiano pueda entenderse a perfección con un hablante argentino, aun cuando lingüísticamente pueda reconocerse un Español de Colombia y un Español de Argentina, según sus distintas características léxicas y sintácticas.
Igualmente, dentro de cada región ocurre idéntico fenómeno, pues aun cuando por ejemplo en Venezuela, sus hablantes reconocen en el Español su Lengua Modelo, también se puede hablar de un Español de Venezuela, y aun en lo interno de distintas realizaciones de éste, las cuales se ven influenciadas por las situaciones geográficas, sociales y culturales de las distintas comunidades de habla que hacen vida dentro de la gran comunidad lingüística del Español de Venezuela. En este sentido, estos niveles de habla responden –para la visión de la Sociolingüística- a los distintos lectos, siendo concebidos principalmente el Geolecto, el Sociolecto y el Ideolecto.
Ideolecto
En cuanto a este lecto o nivel de habla, la Sociolingüística ha indicado que se trata de una variación lingüística, radicada en el Habla, y que responde a diferencias diafásicas. Así mismo, el Ideolecto responde a las diferencias individuales que presenta un hablante de una Lengua en referencia a la comunidad lingüística a la que pertenece, y que se encuentran motivadas por las realidades sociales, culturales, ideológicas, religiosas y geográficas. Así mismo, estas diferencias hacen que cada individuo asuma, según sus competencias lingüísticas individuales, cuál es el registro en el cual deberá manejarse.
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