En el devenir del tiempo, la vida de algunos escritores termina pareciéndose a la obra que estos han engendrado durante noches y noches de vigilia, frente a la hoja en blanco.
Un caso así, parece ser el de Edgar Allan Poe, padre de las mejores historias de terror y suspenso del siglo XIX.
Su vida se resumió entre las letras, la pobreza y los viajes. Su muerte, en cambio, contribuyó a la creación de todo un personaje, entre lo lúgubre y los misterios.
Su fallecimiento sigue siendo una incógnita. Según señaló el escritor George Figgs, durante una entrevista concedida al medio español El Mundo, Poe apareció, luego de tres días sin que nadie supiera de su paradero, en una calle de Baltimore, fuera de sí, delirante y llevando ropas ajenas.
Según Figgs, quien ha dedicado 20 años a investigar la vida del escritor estadounidense, Edgar Allan Poe ni siquiera debía esta en esa ciudad, pues la última vez que fue visto en buen estado, iba de regreso hacia Nueva York, después de haber ido a la ciudad de Richmond a negociar el lanzamiento de una nueva revista, de temas literarios, a la que quería llamar The Stylus.
COMPLOT MORTAL
Nadie sabía de él desde el 27 de octubre. Según refiere Figgs, apareció el 3 de octubre, aparentemente intoxicado con alcohol u otra sustancia. Falleció a los 40 años, tres días después, el 7 de octubre de 1849, sin que los médicos supieran explicar qué había terminado con la vida del talentoso escritor.
Según continúa el trabajo periodístico del diario español El Mundo, George Figgs está convencido de que la muerte de Poe fue el resultado de un complot tejido por su enemigo Rufus Griswold, periodista y también escritor, quien -según Figgs- odiaba a Poe.
Sin embargo, Griswold –de acuerdo a Figgs- logró hacerse con los derechos de autor de las obras de Poe, y escribir su primera biografía, donde lo desprestigia, colocándolo como un borracho, con crisis emocionales muy fuertes.
“Fue un escándalo. Difamación pura. Mintieron diciendo que Poe era un alcohólico, pero los que controlaban la prensa eran sus enemigos.”
Para el escritor George Figgs esta es la última puntada para salvarse de sus responsabilidades. Según su testimonio, Edgar Allan Poe no bebía, pues era alérgico al alcohol, y una sola copa, en él producía un efecto multiplicado, como si hubiese tomado 5 ó 6 copas.
Figgs tiene la teoría de que Poe fue secuestrado, por Griswold y sus cómplices, y entregado a un grupo dedicado a los fraudes electorales, quienes drogaban a sus víctimas y las vestían de maneras distintas, para hacerlas votar varias veces. Este escritor señala que el 3 de octubre, día en que apareció Poe, justo se celebraban unas elecciones regionales.
Para Figgs las circunstancias en las que apareció Poe son muy similares a la forma de actuar de estos grupos ilícitos. Sin embargo –según señaló Figgs al medio español El Mundo– no existe acta de defunción, hecho que también ha dado pie a decenas de teoría sobre la muerte del poeta del misterio que va desde rabia hasta sífilis.
ENIGMÁTICO VISITANTE NOCTURNO
Pero si la muerte de Edgar Allan Poe es una incógnita sin resolver en la historia de la Letras, su última morada no se ha quedado atrás, siendo el escenario de uno de los misterios que inquietó al mundo durante siete décadas.
Existe una frase, atribuida a Edgar Allan Poe, que es interpretada por sus seguidores como la posición del escritor ante el final de la vida:
“A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa”.
Tal vez así también pensaba la enigmática figura que durante setenta años, cada 19 de enero, atravesó el cementerio de Baltimore a media noche, para dejar sobre la lápida de Poe tres rosas y una botella de coñac.
Según los testigos, se trataba de un hombre, que vestido con un largo abrigo, un bastón de dorada empuñadura, un sombrero y con la cara tapada con una bufanda blanca, entraba al cementerio en algún momento entre la media noche y las cinco de la mañana, para dejarle esta ofrenda al escritor de “El Cuervo” en los aniversarios de su nacimiento.
Algunos investigadores son del pensar que este extraño ritual debió comenzar en algún momento de la década de los cuarenta. Aunque la primera vez que se supo de ella mediáticamente –tal como reseña una nota periodística del diario español ABC– fue en los años cincuenta, cuando la historia fue publicada por un periódico de Baltimore.
Tal vez el hombre que más ha seguido esta tradición y a su misterioso protagonista es Jeff Jerone, director del museo de Edgar Allan Poe en esa ciudad norteamericana.
Según lo que Jerone comentó a ese medio de España, él ha montado guardia en las afueras del cementerio cada 19 de enero, desde 1978, para poder ver al visitante de la tumba de Poe.
Guardia que a partir de 1983, según continúa el ABC, volvió colectiva, cuando comenzó a organizar vigilias conformadas por seguidores del escritor de “Los crímenes de la calle Morgue”, quienes se apostaban en las rejas del cementerio para ver llegar al enigmático visitante y su ofrenda.
POSIBLES SOSPECHOSOS
Fue tal el interés de Jerone por esta tradición, que para muchos él sabe mucho más de lo que dice sobre la identidad del protagonista de este misterio.
No obstante, durante estos años, él no ha sido el único en ser considerado como guardián del secreto. Otro ejemplo, es el profesor y director de la Sociedad de Poe, Alexander Rose, quien también dedicó años de estudio a esta tradición hasta su muerte en 1995.
Según reseña el medio español El Mundo, fue Alexander Rose quien sugirió la teoría de que el visitante no era una sola persona, pues no podría, simplemente por la duración en el tiempo de este ritual.
Y al parecer no se equivocó, en 1993 el extraño visitante dejó sobre la tumba una nota donde afirmaba que pasaría la “antorcha” a otra mano. Según Rose, seguramente un hijo.
Fue tanta la pasión de este profesor que hasta su hijo Jhon Rose –según explica El Mundo– cree que se llevó un gran secreto a la tumba, pues considera que él sabía quién era el visitante.
“Es muy posible que tuviera información privilegiada porque estaba profundamente involucrado en todas las cosas de Poe”.
Incluso también hubo quien en estos años se atribuyera la identidad del misterioso visitante de la tumba de Edgar Allan Poe.
En 2007, un historiador de nombre Sam Porpora asumió públicamente ser quien año tras año, cada 19 de enero, iba hasta la lápida de Poe a depositar su ofrenda, y que había comenzado este ritual para poder darle publicidad a la Iglesia, propietaria del cementerio que sirve de descanso al autor.
Sin embargo, investigadores como Jerone argumentan que en sus declaraciones tienen muchas imprecisiones, al tiempo que demostró no saber detalles que el verdadero visitante sí conocería, por lo que descartan que Porpora diga la verdad.
UN MISTERIO PARA SIEMPRE
Sea como sea, el 19 de enero de 2009 fue el último aniversario en que la tumba de Edgar Allan Poe amaneció con su acostumbrada ofrenda, fecha que además coincidía con su el bicentenario de su nacimiento.
En 2010, 2011 y los años siguientes el misterioso visitante tampoco volvió. Por lo que se presume que el enigmático ritual estaba pensado para existir hasta que el poeta cumpliera 200 años de su nacimiento.
Otros piensan que simplemente el portador de la “antorcha” no quiso seguir con la tradición.
Sin visitante este caso se convierte en “callejón sin salida” para los investigadores, quienes sienten que ya no tendrán oportunidad de saber la identidad de quien enero a enero, durante 70 años, atravesó la noche y las lápidas para llegar hasta la tumba de Poe, con el único fin de obsequiarle tres rosas y una botella de coñac.
Al parecer, el secreto de quién y por qué acudió aniversario tras aniversario a rendirle honores a Edgar Allan Poe es algo que nos está negado a conocer.
¿Has oído más cosas sobre esta tradición? ¿Tienes alguna teoría sobre quién puede haber sido el visitante enigmático?
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FUENTE DE IMÁGENES: 1. HUFFINGTONPOST.COM; 2. PERU.COM; 3. PORTAL.NET.CL; 4. ELMUNDO.ES; 5.TARINGA.NET