No siempre, el hábito hace al monje. Se han conocido casos aberrantes y paradójicos en la historia de los papas de la Iglesia Católica Romana y uno de ellos, es el Papa que murió teniendo relaciones con una prostituta.
Su «devoción» hacia los placeres de la carne
Se trata de León VII, el sumo pontífice número 126 de esta institución clerical, quien ocupó el trono durante sólo tres años: del 936 al 939. No se sabe a ciencia cierta en qué año y fecha nació; falleció el 13 de julio de aquel año 939, justo en el momento en que practicaba sexo con una prostituta.
León VII era de origen romano y pertenecía a la comunidad religiosa de los benedictinos. El cónclave lo eligió como Papa el 3 de enero del 936 y la historia señala que fue directamente, el mismísimo príncipe romano Alberico II, quien lo ubicó en ese alto cargo. Es uno de los protagonistas del periodo de la Iglesia conocido como “pornocracia”, término que representa una época bastante oscura del catolicismo y literalmente significa: “gobierno de las prostitutas”, según los historiadores.
Dicho término fue propuesto desde el siglo XVI, debido a varios casos en los que se supo que ciertas mujeres ejercían poder en las decisiones de los altos jerarcas católicos, a cambio de favores sexuales.
Tiempo atrás, antes de llegar a convertirse en el denominado “sucesor de Pedro”, León VII no era precisamente muy dado a la devoción mística y religiosa, a pesar de pertenecer a aquella orden benedictina, sino que por el contrario, afirman los expertos en historia, que acostumbraba a frecuentar clubes nocturnos y a copular con diferentes prostitutas.
A pesar de todo, fue enterrado con honores en la Basílica de San Pedro
Al parecer, aun dirigiendo la Iglesia, no cesó su gusto por las trabajadoras sexuales y en el año 939, murió teniendo sexo con una de ellas, de un fulminante infarto y por lo tanto, la imagen de este clérigo quedó por el piso. Su cadáver fue enterrado en la mismísima Basílica de San Pedro, no obstante su historial.
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