Desde que se tenga memoria de la humanidad, los hombres siempre han enlazado amistad con los animales con una lealtad natural, sobre todo con perros y gatos. Pero una relación que se sale de lo cotidiano totalmente, es la de un hombre con un pingüino. Veamos su historia:
Un gran acto de compasión por la naturaleza
En el año 2011, en cercanías de Río de Janeiro, Brasil, un pingüino quedó atrapado entre las rocas y había pasado mucho tiempo allí, por lo que aguantaba hambre y sufría. Pero por fortuna, un hombre de edad adulta llamado Joao Pereira de Souza, lo vio, lo rescató y lo cuidó con el afecto espontáneo de la compasión por la naturaleza.
Joao lo bautizó como Dindim y lo cuidó como si fuera un hijo, durante una semana en su casa. El pobre animal estaba muy maltratado y lleno de residuos de petróleo; prácticamente estaba agonizando y hubiera muerto, de no haber sido hallado por este generoso individuo, quien le sanó las heridas y lo alimentó.
Cuando se recuperó totalmente, el brasilero lo dejó ir hacia su habitad y éste se fue nadando. La despedida parecía ser rotunda. Pero por sorpresa, pasados nueve meses apareció otra vez en casa de Joao, pero esta vez no por accidente sino para visitarlo.
El retorno sorpresivo y una amistad duradera
«Todo el mundo decía que no volvería pero volvió para visitarme y así ha sido en estos últimos años. Llega en junio y se prepara para irse a casa en febrero y cada año se vuelve más cariñoso y parece que está aún más feliz de verme», contó Joao.
Un dato curioso es que los pingüinos se caracterizan por ser de los animales más fieles, pues sólo tienen una pareja para toda la existencia. Y dicha fidelidad Dindim la demostró viajando cerca de 8 mil kms, desde las costas de la Patagonia. En aquella primera visita, duró unos cuantos días con Joao y volvió a irse. La despedida fue más triste, pero la sorpresa mayor al año siguiente, cuando regresó. Así ha sucedido varios años consecutivos y ha conmovido a todos aquellos que conocen su historia.
Imágenes: elcomercio.com