En estas épocas donde la degeneración del ser humano ha llegado a tocar máximos grados, es evidente que el cerebro de las personas ni siquiera se ha desarrollado en un 2%, a pesar de que pocos conocen esta cifra desoladora. Ello se debe al mal uso de nuestra inteligencia, denominada por los antiguos como ‘razón’.
En ese orden de ideas, este ensayo pretende ilustrar las causas que conllevan a alguien a plagiar lo poco reflexionado por otros, característica inconfundible de este mal uso de “nuestra inteligencia”. La palabra del diccionario del español más específica y descriptiva de este asunto es ‘mediocridad’. La sociedad actual y todos sus sistemas mecánicos y obsoletos, como el mismísimo Sistema Educativo, han conducido a la humanidad a ese estado tan lamentable.
La ‘mediocridad intelectual’, causa fundamental del plagio, ha sido un tema que distintos pensadores como el escritor José Ingenieros en su libro intitulado ‘El Hombre mediocre’, entre otros, han tratado de evidenciar. En la actualidad, las gentes consideran y piensan de sí mismas lo mejor. Mas cuando en realidad se reflexiona al respecto, la verdad es todo lo contrario. Como diría Sócrates, “la gente no sólo ignora, sino que ignora que ignora”. De tal modo que en la vida deambulan por doquier algunos creyendo que saben, cuando ni si quiera sospechan que un sistema mediocre, robótico, absurdo, hipnótico, superfluo y falso los engañó y esclavizó.
Esa masa putrefacta y nociva llamada sociedad o sistema, en donde todos compiten contra todos, en un afán acelerado de la vida por conseguir llenar vacíos con cosas superfluas y vanas como el dinero, un trabajo, cosas, una persona, una profesión, etc., es algo netamente mecánico, rutinario, fastidioso, tedioso, sin sentido y muy doloroso, y todo esto está muy relacionado con la mediocridad que conduce a plagiar documentos, ideas, a bajar de internet las reflexiones de otros, porque ya nadie quiere esforzarse para producir algo por sí mismo, porque las gentes dedican mucho a tiempo a estos asuntos efímeros y “plásticos” y poco a lo que verdaderamente importa.
El plagio más notorio que se presenta a diario, sucede en las universidades, colegios e instituciones educativas, a la hora de escribir. Daniel
Cassany, en su libro ‘Leer tras las líneas’“, claramente asevera que la escritura cambia al ritmo que evolucionan las comunidades. Tal afirmación se basa en el hecho de que la escritura ha cambiado al ritmo de los avances tecnológicos. Hoy, la mayoría de los mal llamados estudiantes ignoran qué es consultar o investigar en un libro, escribir a mano, romper hojas después de muchos borradores o equivocaciones, rectificar con corrector líquido, darle un toque original a nuestros escritos. Hoy sólo tecleamos y, frecuentemente, copiamos y pegamos. Esto último es propio de los que nos hacemos llamar también equivocadamente, seres humanos.
Ese es nuestro sistema por el que nos enorgullecemos. Esto es a lo que llamamos que el hombre ha evolucionado. Pero ese comportamiento sólo es la copia del comportamiento de otros. Es decir, el tirano no es tirano de nacimiento, sino que copió la forma de ser de alguien y ese alguien de otro y así, sucesivamente. Todos somos copias, sombras de otros, esclavos de otros, repetidores de teorías de otros, fanáticos de otros. Imitadores en todo el sentido de la palabra. Así comienza este virus denominado plagio, copiando a los demás.
Entonces como el vecino, fulano, sutano, perencejo, el de allí y el de allá sólo viven en función del dinero, “todos tenemos que hacerlo. Eso es lo correcto. Hacer lo que la mayoría hace”, es la filosofía subconsciente colectiva que reina en estas épocas. “como todo el mundo estudia, yo también. Como todo el mundo toma, yo también. Como todo el mundo busca poder, dinero y prestigio, yo también”… ese es nuestro modo de pensar, ¡absurdo!