El país Yebala
En el norte de África está el Atlas: una enorme cadena montañosa que atraviesa de oriente a occidente, desde Túnez hasta Marruecos. El Atlas marroquí es reconocido históricamente por su bandidismo y barbarie.
La llanura montañosa que va desde el estrecho de Gibraltar hasta el Atlas es el Rif. Desde los tiempos egipcios esta zona fue habitada por los conocidos “bereberes rifeños” y actualmente viven muchas tribus descendientes de ellos.
Antes de la llegada de los colonizadores europeos este territorio era caracterizado por el desorden y el caos. De allí partían caminos que se internaban hacia el África y muchas caravanas eran injustamente robadas y sus peregrinos asesinados.
Los viajeros de proveniencia europea recorrían estos caminos para hacer contacto con los árabes, pero los bereberes que habían sido desplazados y denigrados, sólo podían guerrear robando y matando. Nunca pudieron controlar a estos bandidos.
El nuevo bandidismo rifeño
Con la llegada de la colonia a Marruecos durante el siglo XIX, el camino que va desde Tánger (la capital diplomática y el puerto de entrada), hasta Fez (la capital política) se inundó de ladrones, pandillas y bandoleros.
La mayoría de los actos vandálicos fueron cometidos contra los habitantes del país yebalí y varios europeos también sufrieron la extorsión y el robo. Incluso la tribu Ibuqquyen asaltó en el mar Mediterráneo algunos barcos europeos.
El país fue controlado abiertamente por los europeos y el orden interno fue encomendado a las tribus principales que descendían de ladrones. La tribu principal era Bni Hmid s-Surraq, “los hijos de Ahmed el ladrón”. Eso sólo es una pequeña prueba de cómo el robo llegó a ser tan apreciado y reconocido en el Rif.
Ali l-Bu Frahi o Ali Seis Dedos
Uno de los ladrones más reconocidos fue Ali seis dedos. Él se convirtió en una especie de Robin Hood, por robar a los más acaudalados y por su fama amistosa con los pastores y campesinos que vivían en el Rif.
Ali nació en una tribu árabe-bereber del Rif occidental. Su familia era campesina y dedicada especialmente a la agricultura y a la cacería. Su papá Muhammad Frahi tenía un extenso viñedo y tenía que protegerlo por ello enseñó a su hijo el arte de disparar.
Asombrosamente Ali se convirtió en un tirador impasible, las historias que se relatan de él lo muestran como un gatillo excepcional. Su arma era la pistola de chispa y era tanta la rapidez y puntería que era proclamado el próximo “campeón de tiro”.
Seguramente lo hubiese sido. Su padre lo descubrió robando en sus propios viñedos y hasta ahí llegó su suerte. Mohammed llamó al sheik (alguacil) para que castigara a Ali, pero este escapó hacia las montañas del Atlas y comenzó una vida de robos y aventuras.
Su etapa de bandolero
Durante su escapatoria Ali se refugió en la ciudad de Marrakech. Allí vivió por seis años volviéndose cada vez más peligroso. Ya no le importaba nada. Le gustaba matar a los otros ladrones y organizó una pandilla para robar dentro de la ciudad.
Por fin fue agarrado y en un acto cívico lleno de horror, el Sultán lo obligó a pelear contra su esclavo negro Bukhari, un terrible gigante invicto. En los diarios de Drummond Hay se cuenta que Alí rompió el cráneo del campeón y fue premiado con un salvoconducto y dinero.
Con estos recursos pudo financiarse un grupo de ladrones más grande y peligroso. Vivían en los bosques y asaltaban las caravanas armadas. Era tanta la fiereza que robaban con gran facilidad los caminos de Tánger.
A pesar de que su orden de captura era pagada con una gran suma de dinero, nadie se atrevía a atacarlo, pues lo consideraban el verdadero sultán del Rif. Su pandilla de bandidos colaboraba con recursos a los campesinos y lo llegaron a considerar un buen aliado.
Entre sus incursiones mató a dos judíos que se comieron su propio oro para no ser asaltados. Alí los abrió y les sacó el oro de las entrañas. Esto fue mal visto y dio prueba de la necesidad de capturarlo.
Alí también encontró en su camino a un maestro que le enseñaba cuando él era pequeño. En vez de robarlo le dio dinero y le pidió la bendición. Alí no escuchó las palabras de su “talib” pues creía que Alá lo había bendecido con fuerza suficiente para robar y matar.
Su declive
El sultán ya estaba colmado de escuchar sobre su ladrón indultado, por ello lo mandó atrapar. Envió una partida de campesinos árabes para que lo mataran, pero Alí les disparó y salió ileso.
Fue por esa época cuando se casó. A una hermosa árabe que iba en una caravana llamada Rahma, la interceptó para raptarla y ella se enamoró de él. Tuvo un pequeño bebé con él y faltaba poco para tener otro hijito. Alí era el hombre más feliz del mundo.
Tristemente para él, algunos de sus amigos lo embriagaron y lo amarraron para entregarlo. Cuando se recuperó y se vio en el estado en que estaba, los captores le degollaron las plantas de los pies para que no escapara.
Por la noche mientras todos dormían logró zafarse y cortar las cuerdas. Con un cuchillo degolló a sus captores y se encaminó hacia su esposa.
La descubrió tendida. Su esposa estaba muerta en el parto y su hijo había muerto por falta de alimentación. La escena era tan tétrica que se dejó capturar.
El sultán le cortó una mano y un pie y lo liberó. A los pocos días Alí Seis Dedos estaba muerto sobre la tumba de Rahma.
Fuentes:
- Montgomery Hart. David. Bandidismo en el Islam. Barcelona; Ed Anthropos, 2006.
- https://es.wikipedia.org/wiki/Atlas_(cordillera)
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