Los jueces del concurso serían las nueve musas y el rey Midas, quien era muy amigo de Marsias. Y la apuesta consistió en que el ganador podría tratar al perdedor como quisiera. Evidentemente, el ganador de esta contienda fue Apolo, quien no fue juzgado por su habilidad sino porque la mayoría de los jueces, o sea las musas, estuvieron a su favor.

Como toda leyenda griega, existen varias versiones: en una nos dicen que Marsias tocó mucho mejor que Apolo, pero que éste puso la lira (el instrumento del dios) boca abajo y tocó la misma melodía que el sátiro. Hay otra historia que cuenta que Apolo acompañó el toque de la lira con su voz, Marsias protestó, pero el dios dijo que el soplaba en la flauta, lo que equivaldría a ser lo mismo que usar la voz.

El cruel castigo del sátiro

Es bien conocido que los dioses griegos poseen un rencor sin límites queno se verá calmado hasta que ejerzan una gran venganza. En el caso de este concurso, sin importar la versión, Apolo es declarado ganador de la contienda y como castigo desuella al pobre Marsias, a quien cuelga en un árbol para que muera. A Midas, amigo del sátiro, le puso unas grandes orejas de burro.

Las ninfas se acercan desconsoladas al ver lo que han hecho con el sátiro y las lágrimas de las criaturas junto con la sangre del perdedor, crearon un río, que más adelante sería llamado Marsias.

Marsias en la Academia

En la revista titulada Marsyas: Studies in the History of Art, publicada desde 1941 por los estudiantes del Institute of Art de la New York University, se habla del sátiro como un gran artista, al que un dios solo puede ganarle por medio de trampas y artilugios.

Diodoro Sículo, historiador griego del siglo I, habla de su inteligencia y autocontrol, cualidades que no son muy características de los sátiros.

Bibliografía:

1. https://es.wikipedia.org/wiki/Marsias

Imagen: sobregrecia.com