Una historia del trébol
Esta planta, conocida por los agricultores como “mala hierba” por su facilidad de reproducirse en cualquier ecosistema, es una de las más comunes en el mundo y pese a sus vínculos ocasionales con la magia y la hechicería en la tradición cristiana representa la Santísima Trinidad desde que San Patricio comenzó su actividad evangelizadora por Irlanda.
Más que una sola especie, el trébol compone una familia de plantas numerosas de las cuales la más conocida es aquella que siempre florece en los parques de las ciudades. Desde América hasta Asia, la historia del trébol es también la historia de la conquista y la grandeza de Europa, pues razones fortuitas la llevarían a convertirse en una plaga que, junto con los europeos, conquistaría todas las regiones del mundo.
La conquista de nuevos ecosistemas
El trébol puede parecer una planta inocente. Como las vacas, los caballos o los gatos, nadie esperaría una amenaza de él… y sin embargo, su impacto en los ecosistemas sería bastante importante. La reproducción del trébol fue muy alta, llegando a cambiar biomas donde las únicas plantas que nacían eran gramíneas vírgenes que no conocían otros competidores en el reino natural.
Cuando los españoles y portugueses colonizaron las Islas Canarias y las Islas Azores en el siglo XV no se dieron cuenta que con sus barcos llegaban diferentes animales y plantas de su continente (sin contar los mórbidos microorganismos) que terminaron por destruir la flora y fauna nativas. Las semillas de trébol (accidentalmente ocultas dentro de las botas y el ropaje de los marineros europeos, así como en el pelaje de las bestias que traían) encontraron un suelo propicio para su reproducción incesante entre las montañas de estas primeras islas.
La tormentosa conquista de un continente
En América pasaría igual; el trébol se establecería en grandes praderas junto con otras plantas como el melocotonero, los limoneros y los naranjos. Estas plantas acostumbradas a suelos menos fértiles que los tropicales, encontraron acá un paraíso para reproducirse por millones, ocasionando grandes cambios cuyas consecuencias aún no acabamos de presenciar.
Dichas plantas empezaron a ahogar las pequeñas planticas nacidas por millones de años en tierras americanas, cambiando la composición del suelo y, en circunstancias particularmente adversas, llevando a la sequía y la aridez de suelos otrora fértiles y prósperos. De igual manera, la dieta de las personas se vio obligada a cambiar, e incluso se presentaron migraciones debido a la necesidad de encontrar tierras que no estuviesen invadidas… algo difícil dada la distancia que pueden viajar las semillas del trébol.
En los viajes de Magallanes y en todos los que siguieron hasta el siglo XIX, el trébol iría siempre oculto entre las mercancías y los víveres de los aventureros, llegaría a Norteamérica, Australia, a las Islas Polinesias y por supuesto a Nueva Zelanda donde ocasionaría cambios drásticos en la composición del suelo.
Una sola de estas plantas a los ojos humanos es inofensiva, pero puede llegar a reproducirse por millones generando cambios drásticos los suelos. Por esta razón, el trébol es considerado en algunos círculos académicos (y en particular en la Historia Ambiental) como un símbolo del Imperialismo Europeo y de la conquista del mundo por este pequeño continente.
Los mitos que llegaron con la planta
Que es un símbolo de fortuna y buena suerte, así como todo trifolium que tenga más de tres hojas ha sido dicho incesantemente y en nuestra cultura refleja el poder místico de esta planta. Pero efectivamente el trébol es un signo de buena suerte para todos aquellos que llegaron a América portando la bandera con el águila bicéfala y la cruz, en Nueva Inglaterra (actualmente Estados Unidos), los iroqueses y otras tribus nativas veían el trébol y las semillas como un símbolo de la desgracia, pues era evidente que allí donde llegaban estas plantas era porque se aproximaban las hordas de caballos y de los temidos enemigos blancos.
El primer fin de la planta fue alimentar el ganado, cosa gustosa que ayudó a la reproducción en masa de ganado bovino y vacuno, reventando con sus pezuñas el suelo primigenio y dando paso a nuevos ecosistemas y nuevas culturas donde se enseño a adorar otros dioses y otras plantas de las que nunca se había escuchado
Los mitos en torno a la suerte fueron duraderos y se desarrolló todo un negocio en pro de los tréboles, beneficiando siempre la creencia de que eran para la buena suerte. Se dice que estas plantas no sólo reflejan la cosmovisión cristiana, sino que se supone que cada hoja (o foliolo) representa algo: suerte, amor y riqueza es una de las triadas que las personas consideran que se acerca más a lo que es el trébol.
Aun así a muchas poblaciones tener millones de tréboles de cualquier número de hojas no los protegió de la desgracia. Es un símbolo netamente europeo, vinculado, como muchos otros, al poder invisible que llevó a los conquistadores a dominar los océanos y las vastas regiones de un mundo entonces desconocido. En muchos casos, ellos se fueron, pero los tréboles quedaron.
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