En el ámbito arqueológico, se conoce con el nombre de Escritura Cuneiforme a la manifestación escrita más antigua de la humanidad, la cual se cree fue desarrollada unos cuatro mil años antes de Cristo por la civilización Sumeria, la cual se asentaba en los actuales territorios de Irán e Irak.
Descripción de la Escritura Cuneiforme
De acuerdo a lo que rezan los textos especializados, este tipo de escritura estaba conformada por un conjunto de signos convencionales, llamados pictogramas, que venían a constituir el nuevo código de comunicación, con el que los pueblos sumerios buscaban plasmar en forma escrita asuntos importantes de la realidad. Así mismo, la técnica de este antiguo sistema de escritura consistía básicamente en la impresión de pictogramas, en tablas de arcilla húmeda, acción que se cometía por medio del uso de un pinzón de punta afilada, fabricado por lo general a base de cáñamo, que recibía el nombre de cuña, de ahí la denominación de escritura cuneiforme.
No obstante, en aquél remoto amanecer de la escritura, los escribientes aún no habían asumido la costumbre de escribir el contenido de las tablillas de arcilla por líneas enteras, las cuales iban sumándose sucesivamente, sino que la superficie en donde se escribiría era dividida en columnas, de forma que cupiera mayor cantidad de información. Igualmente, en principio se trataba de un registro escrito bastante concreto, en donde en sus primeros tiempos no se elaboraban mensajes de gran nivel de abstracción. Así también, la Escritura cuneiforme ha sido descrita como un código silábico y aglutinante, que fue siendo adoptado por otras comunidades idiomáticas contemporáneas a los sumerios, como por ejemplo los hablantes de acadio, elamita, hitita, entre otros.
Características del código
Siendo entonces un sistema de escritura, este necesitaba por consecuencia un código, elegido convencionalmente por la comunidad lingüística que le servía de cuna, y al cual pudiese traducirse, en forma de signos, los distintos nombres y acciones. De esta forma, se generaría entonces el conjunto de signos limitados, que permitían este cometido. En este sentido, la Arqueología separa esta evolución en dos fases: la primera, consistente en la generación de ideogramas; y la segunda, basada en la concepción de un Alfabeto. Así las cosas, resulta pertinente hacer una breve descripción de cada una de ellas:
Signos
En correspondencia a lo que señalan algunas fuentes, la Escritura Cuneiforme fue en principio una forma de registro verbal, basada en el uso de ideogramas, los cuales fueron reduciéndose en número con el pasar de los años, logrando pasar de un total de 900 signos, a más o menos 400. Así mismo, estos ideogramas buscaban representar el sentido de una palabra perteneciente al idioma, no obstante con el tiempo sufrieron esta reducción porque los hablantes empezaron a destinarlos sólo para aquellas palabras comunes y de alta frecuencia de uso, dejando para aquellas partículas que no lo eran tanto un sistema de sílabas, las cuales eran anotadas de forma dividida y junto a su respectivo valor fonético.
Alfabeto
En los siglos siguientes, los idiomas evolucionaron a lenguajes doblemente articulados y abstractos, en donde por consecuencia surgió el alfabeto, conjunto limitado de signos (primera articulación) en base a los cuales se pueden crear palabras infinitas (segunda articulación) hecho éste que representó un gran paso en la democratización del sistema, debido a que su aprendizaje y manejo era muchísimo más sencillo. De acuerdo a lo que han señalado los distintos especialistas, el primer alfabeto del que se tiene idea es el Ugarit, el cual se cree se desarrolló hacia el 1500 a.C., en la región del mismo nombre, en el territorio actual de Siria.
Uso de la Escritura cuneiforme
Por otro lado, la Arqueología ha revelado igualmente que la intención de los escribas al darse la tarea de registrar hechos de su realidad histórica, política y económica, perseguía también la posibilidad de conservar lo fijado, en miras de su posterior consulta, hecho que convertía a las tablillas de arcilla no sólo en medios de escritura, sino en documentos públicos o académicos. Así mismo resalta cómo después de elaboradas, las tablillas de arcilla o de metal, material usado ocasionalmente por estas civilizaciones para plasmar sus ideas, eran almacenadas en bibliotecas primitivas, pertenecientes a las escuelas de cada civilización, en donde eran clasificadas y dispuestas en un gran orden. No obstante, en ocasiones existían también colecciones privadas, que buscaban poseer estos valiosos documentos.
En este sentido, los estudios han revelado cómo estas tablillas, grabadas con escritura cuneiforme, contenían en ellas datos como por ejemplo: la serie y número de tablilla, cifras por las que eran clasificadas; el texto, en donde se exponía el contenido del documento; y un colofón, en donde el escribiente plasmaba la primera línea de la tablilla, como especie de título, así como el nombre de su dueño, el gobernante que reinaba durante su elaboración, la ciudad en donde se había producido, e incluso el nombre del escriba, siendo mucho más extraño conseguir el nombre del autor.
Sin embargo, la escritura cuneiforme no se limitó simplemente a la elaboración de tablillas para ser conservadas en bibliotecas, las cuales por cierto elaboraron técnicas bastante efectivas para cuidar estos documentos del paso del tiempo, sino que también fue usada para ser plasmada en los muros de la ciudad, en donde podrían representar alguna historia importante para la cultura que la desarrollaba o incluso los edictos y leyes básicas del territorio. Al respecto, los arqueólogos siempre colocan como ejemplo los escritos grabados en las paredes de Babilonia, en donde se usó la escritura cuneiforme, para inscribir el nombre de Nabucodonosor II.
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