Por lo general se comprende la disciplina como la instrucción que posee una persona en torno a cierta doctrina y la forma precisa en que lo lleva a la práctica aunque, por una parte, también es entendida como el hábito y la constancia que tiene una persona en la realización de determinadas acciones para alcanzar un objetivo determinado.
Es gracias a la disciplina que las personas pueden actuar determinadamente hasta lograr cumplir sus metas y objetivos. Un claro ejemplo de esto se ve en los deportistas, quienes tras largos tiempos de difícil preparación logran obtener buenos resultados en las competencias. La disciplina en dicho caso guarda relación, no sólo con el entrenamiento diario del deporte en cuestión, sino con además, llevar una dieta rigurosa y un cuidado especial de la salud y el bienestar.
Como es de intuir, la disciplina, no sólo se aplica a grandes metas, sino que se encuentra presente en todo momento de nuestras vidas. La disciplina es ocupada por los padres para formar a sus hijos, no obstante, muchos de ellos la asocian directamente con el castigo, olvidando que el real sentido de la disciplina es formar y educar, enseñándole al niño desde pequeño la forma ideal de comportamiento en los diferentes contextos de la vida.
Tanto en la educación de los niños como en el logro personal de objetivos, la disciplina guarda estrecha relación con la perseverancia. En otras palabras, tanto los padres que educan como las personas que buscan lograr algo deben actuar en forma ordenada y perseverante para lograr buenos resultados, de otro modo, la disciplina pierde su norte y las metas trazadas de desvanecen.
Debido a lo anterior, es que muchas veces es necesario ser personas más autoexigentes, poniendo un esfuerzo extra en el cumplimiento estricto del orden y la perseverancia necesarias para ser personas disciplinadas y lograr grandes cosas.
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