Tal vez la mejor forma de abordar el tema de la Razón humana sea a través de una breve revisión de su definición, así como de la forma en que esta entidad ha sido entendida a lo largo de la historia del pensamiento humano.
Definición de la Razón
En este sentido, se puede comenzar por decir que la Razón ha sido vista, de forma general, como una facultad intelectual propia del ser humano, y de hecho –junto con el lenguaje- una de las cualidades del hombre, que lo erigen –según esta visión- por sobre los otros seres vivos en el planeta. Así mismo, la Razón es comprendida como la facultad que tiene el individuo de analizar, deducir, concluir y aprender su entorno, a través de la observación y estudio de este, por lo que la Razón estaría relacionada igualmente con la capacidad del hombre de adquirir y producir nuevos conocimientos, a través de la contemplación y estudio de su entorno, y mediante la aplicación de su capacidad de coherencia y análisis.
De esta manera, la Razón es comprendida en la actualidad como la cualidad que nos convierte en humanos, ergo el hombre es un ser racional, puesto que más allá de su experiencia –facultad que comparte con todos los seres vivos- logra conceptualizarla, y convertir cada fenómeno en aprendizaje. Si se revisa la Historia del conocimiento, se encontrará que los primeros en definir la Razón, así como en colocarla en el pedestal de las cualidades humana fueron los antiguos griegos, quienes desde la cuna de occidente, esbozaron que era la Razón la cualidad propia del alma humana, la cual permitía el lenguaje, así como la capacidad de diálogo, argumentación y aprendizaje del hombre.
Así mismo, siglos después –aun cuando durante siglos realmente nadie logró bajar la Razón del pedestal evolutivo en donde los situaron los griegos- la Ilustración vino a reforzar esta visión del hombre como un ser de raciocinio, cuyo principal propósito es el cultivo de dicha razón, puesto que este proceso –además de garantizar el desarrollo intelectual del hombre- garantizaría a la larga la construcción de un mundo más equitativo, compasivo, justo y amable, por lo que la Razón, durante la Ilustración fue vista también como la llave a la construcción de un mundo mejor, en donde el humano podría desarrollarse de forma feliz, gracias a la igualdad social que se generaría en una civilización en donde se cultivara la Razón humana, y se colocara el acento en la Educación.
Llegada del Romanticismo
No obstante, a la Ilustración (sucedida entre el siglo XVII y el siglo XIX, en algunos países) daría paso al Romanticismo (surgido hacia finales del siglo XVIII) movimiento que se erigiría como una respuesta revolucionaria hacia el Ilustración y su fervor hacia el racionalismo. En este sentido, los románticos alzaban su voz para denunciar que colocar la Razón en un pedestal como máximo atributo humano, como había hecho la Ilustración, conllevaba a que el hombre fuese entendido como un individuo despojado de sus sentimientos, los cuales además de ser parte vital del ser humano, eran necesarios, pues de lo contrario se corría el peligro de concebir humanos que aun siendo totalmente racionales, carecieran de emociones, también humanas, como la empatía, la solidaridad, el miedo, y sobre todo la compasión.
El sueño de la Razón
Un ejemplo clásico de esta diatriba entre la visión de la Razón por parte de los ilustrados y la que podrían tener los románticos puede ser la obra de Francisco de Goya, El sueño de la razón produce monstruos (1799) el cual –siendo además una obra producida justo en la frontera cronológica entre un movimiento y otro– puede contar con interpretaciones de cada una de estas visiones:
- Lectura ilustrada: al respecto, se tendría la visión de la Ilustración, quien ante este hombre dormido, y la gran cantidad de espectros y fantasmas que surgen a sus espaldas, podrían entender que es una advertencia de su autor, el cual señalaría que si el hombre deja que su razón se duerma, es decir sueñe, queda desvalido y a disposición de grandes horrores, puesto que es la Razón, cultivada y despierta, la que le depararía en el mundo un lugar seguro.
- Lectura romántica: en contravía, los románticos tendría una visión totalmente distinta, en la cual señalarían que si se deja a la Razón como dueña y señora del destino de la Humanidad, permitiéndole el privilegio de soñar y crear, se corre el peligro de que esta cree monstruos, pues dicha creación carecería del consejo de los sentimientos y emociones humanas, las cuales también deben ser consideradas como guías del comportamiento humano.
Al revisar ambas visiones, puede verse entonces cómo cada una pretende desconocer la importancia de las cualidades humanas en donde cada quien coloca el acento. Quizás entonces, en vías de una reconciliación de posiciones, se deba avanzar hacia una visión que contemple al hombre como un todo integral, en donde deben cultivarse las distintas dimensiones, pues de otra forma no podría hablarse de un desarrollo completo.
Consecuencias de la supremacía de la Razón
A pesar de que la Ilustración concluyó como movimiento histórico en el siglo XIX, y en algunos países mucho antes de esto, las consecuencias de la visión de los ilustrados sobre la Razón sigue teniendo consecuencias, claro que no se puede decir que la idea moderna de Razón provenga totalmente de los Ilustrados, puesto que tiene mucho de la idea griega. Una de estas visiones que pueden ser atribuidas directamente a la idea de la Razón ilustrada es el concepto moderno de inteligencia, el cual se entiende relacionado con la capacidad del individuo de razonar, calcular y leer, es decir, de realizar procesos intelectuales deductivos. Dictando además que todo aquel que no pueda o tenga grandes capacidades en estas áreas sea considerado como un individuo “no inteligente”.
En consecuencia, la Razón –entendida como el proceso de razonar información para reducir conocimientos- sigue estando en el pedestal del sistema educativo, siendo la medida de las capacidades y del coeficiente intelectual del ser humano, cuando –según las nuevas corrientes pedagógicas- es apenas un porcentaje de los atributos humanos, y de las capacidades que un individuo necesita para desarrollarse en el mundo. De esta forma, en principio, el funcionamiento de un sistema educativo basado netamente en la Razón, deja por fuera la Inteligencia Emocional, es decir, la forma en que el individuo se relaciona con sus semejantes. Así mismo, se pasan por alto las inteligencias múltiples (teoría atribuida al psicólogo estadounidense Howard Gardner) entre las cuales se pueden encontrar: la inteligencia lingüística, inteligencia la corporal, la inteligencia musical, la inteligencia visual, la inteligencia espacial, entre otras, y que serían también vitales para relacionarse con el entorno, más allá de la simple Razón.
Hacia una nueva Educación
De esta manera, una nueva Educación que tomara en cuenta los distintos tipos de inteligencia, más allá de la capacidad de raciocinio numérico y verbal, podría acercarse al entendimiento de la población académica como una diversidad de cualidades, en donde cada individuo tendría mucho más desarrollado algún tipo de inteligencia específica. Entender esto, puede propiciar entonces sistemas y programas educativos que busquen realmente potenciar los talentos individuales y colectivos, cónsonos con las cualidades del individuo. Así mismo, podría ser el gran paso a la verdadera inclusión escolar de las personas con algún tipo de discapacidad intelectual, puesto que al cambiar los parámetros actuales de inteligencia y coeficiente intelectual, podría llegar a desarrollar programas académicos que lejos de imponer ciertos conocimientos, a costa de aplazar al estudiante, generaría alternativas de estudio, y canales de conocimiento, puesto que –según opinan algunos autores- una Educación que acepte y entienda la Diversidad, a la larga transitará ella misma el camino de surgir Diversa, ofreciendo nuevos campos y horizontes a quien se le acerque.
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