Los restos de una mujer que habría muerto con las manos atadas
Antes de generar una expectativa innecesaria hay que aclarar que no se trata de una guerra a gran escala. Es un descubrimiento relativamente modesto: 27 cuerpos con heridas y en posiciones que indican, con toda claridad, que murieron de manera violenta.
La violenta naturaleza humana
Ya hemos hablado aquí de la que podría ser la única sociedad pacífica de la historia: la Creta Micénica, y de la naturaleza pacífica y sexual de los bonobos – parientes cercanos – en comparación a la violenta tendencia de los chimpancés – parientes ligeramente más cercanos –.
Pues bien, un reciente hallazgo en Kenia parece indicar que nuestra naturaleza violenta bien puede derivarse de aquella de los chimpancés. En Nataruk (Kenia) un grupo de antropólogos encontró los restos de 27 cuerpos que datan aproximadamente de entre 9.500 y 10.500 años atrás (es decir, del milenio VII a. C.).
Los cuerpos presentan heridas de flecha, puntas de lanza o golpes contundentes en el cráneo que indican que su muerte fue bastante violenta. De los 27, 12 fueron encontrados prácticamente completos, 10 de entre ellos mostrando heridas que posiblemente les causaron la muerte. Los dos restantes murieron con las manos atadas. Todos los esqueletos se encontraron en el suelo, en lugares y posiciones que indican que no fueron enterrados. Quienes los mataron, los dejaron allí tirados.
Entre los esqueletos se encontraron 8 mujeres o hombres, un adolescente, dos niños y 5 adultos adicionales a quienes no fue posible determinarles el sexo. 4 de las mujeres murieron junto a los niños, lejos de los hombres adultos, y una de ellas tenía entre 8 y 9 meses de embarazo.
La sociedad de la masacre
En un tiempo en el que los muertos se cuentan por millones, es difícil comprender la importancia de 27 muertes. Sin embargo, Nataruk es la evidencia más antigua que tenemos de violencia a gran escala y nos indica que la Guerra no comenzó en el neolítico tal y como creían algunos investigadores.
En efecto, muchos consideran que no fue hasta el surgimiento de la propiedad y la tenencia de la tierra que comenzaron los conflictos, ya que los grupos cazadores recolectores tendrían más espacio y abundancia y, por lo tanto, otras maneras más eficientes de dirimir conflictos. Solo en condiciones de hambruna podría presentarse este tipo de violencia.
Pero Nataruk no era un terreno caracterizado por la falta de recursos. En los alrededores del lago Turkana había campos fértiles, con gran abundancia de manadas y de productos para la recolección, y no hay evidencias de sequía que indiquen que esto ocurriese en tiempos de vacas flacas.
Y lo que es aún más interesante: la obsidiana que tenían algunas armas no provenía de las cercanías. Fue un grupo extranjero, fuertemente armado, el que acabó con la tribu local de Nataruk: los investigadores especulan sobre intereses sobre la región o las zonas de cacería, pero en cualquier caso resulta intrigante.
Si tradicionalmente se afirma que la guerra está vinculada a la carestía y la necesidad de recursos, este hallazgo indica que, en ocasiones, parece estar más vinculada a la ambición o al deseo de expansión que a una verdadera necesidad… y que los humanos podríamos ser, en verdad, violentos por naturaleza.
Fuente de imágenes: 1: nytimes.com, 2: npr.org