Eunucos
Por definición, un eunuco es un hombre al que se le ha despojado de parte de sus genitales. En ocasiones se trata de una castración “simple” (sólo los testículos), en otras, se trata de retirar todo el aparato reproductor externo.
En la mayor parte de las ocasiones, los eunucos eran esclavos o siervos, personas sin posibilidad de decidir que sencillamente tenían que vivir aquella vida. Pero en algunos lugares no se trataba de esclavos, sino de hombres libres que habían decidido llevar esa vida. La razón era simple: la decisión llevaba a ganar muchísimo prestigio. En el antiguo imperio Aqueménida, así como en el Reino de los Hititas, los eunucos eran incluso los gobernantes regentes cuando el heredero al trono era muy joven para gobernar.
Pero quizás el lugar donde los Eunucos tuvieron mayor poder y prelación fue en China. Veamos:
Eunucos chinos
Zheng He, el gran almirante chino que descubrió el mundo casi un siglo antes que los europeos, era Eunuco. Lei Yungyong, quien se convirtió en Emperador, también lo era. Se trataba de un grupo con inmenso poder en China que se caracterizaba por servir directamente al Emperador.
Sin embargo, antes de presentarse al Palacio Imperial para poder servir debían practicarse la operación que les retiraría, para siempre, sus genitales. Al contrario que en muchas partes del mundo, los chinos realizaban la operación completa… y se trataba de un asunto muy, muy delicado.
La operación
No cualquiera podía operarse. Los cirujanos especializados en realizar este trabajo podían cobrar hasta 6 lingotes de plata, una verdadera fortuna. Algunas personas ahorraban por años, otras –herederas de familias opulentas – eran llevadas por sus propios padres.
La operación era un asunto cruel y doloroso. Tras desnudar al paciente, el barbero envolvía sus genitales en una venda y le preguntaba si estaba seguro de lo que iba a hacer. Esta era su última oportunidad de cambiar de opinión.
A la respuesta afirmativa se realizaba un corte rápido, profundo… y doloroso. A los gritos del paciente se sumaba la rápida acción del cirujano, recortando el conducto urinario a la altura del pubis para permitirle orinar. Posteriormente se aplicaban sales y aceites para limitar la hemorragia.
Pero la cosa no había terminado. El cirujano insertaba una pequeña cuña de metal en la punta del conducto y el recién creado eunuco tenía que durar 4 días sin comer, sin sentarse y sin quedarse quieto. Pasado este tiempo, debía retirar la cuña y ver si podía orinar. Si era capaz de hacerlo la operación había sido un éxito.
Si no, claro, moriría poco después en terrible dolor.
El asunto suena macabro, pero eran muchas las personas que buscaban convertirse en eunucos: el prestigio y la nueva vida lo valían. Por supuesto, China no era el único lugar en el que cosas así sucedían (recordemos a los castrati, niños castrados para que mantuvieran su bella voz en Europa) pero sin lugar a dudas es el lugar donde los eunucos tenían un puesto más privilegiado.
Imágenes: 1: travelreportmx.com, 2: absolutviajes.com