Quizás lo mejor, antes de abordar algunas de las frases más célebres respecto al Castigo, sea revisar de forma breve una definición sobre esta acción, cuya aplicación y consecuencias son bastantes polémicas.
Definición de Castigo
Pese a que son varias las definiciones que se han emitido respecto al Castigo, desde las distintas ramas humanísticas, puede que lo más objetivo sea revisar cuál es el concepto que ha dado sobre él la Real Academia Española de la Lengua, institución que le depara a esta noción una entrada en su Diccionario, la cual cuenta con varias acepciones, de las que se tomarán las dos primeras:
- m. Pena que se impone a quien ha cometido un delito o falta.
- m. Enmienda, corrección de una obra o de un escrito.
Por consiguiente, el Castigo es visto como la pena que se le proporciona a un semejante, como consecuencia de ciertas acciones cometidas por este, y que tiene como propósito un efecto correctivo, es decir, que el castigado no sólo pague por lo que ha hecho, sino que en adelante no sienta la necesidad de volver a cometer este tipo de acciones.
No obstante, aun cuando en el pasado, y actualmente en el ámbito jurídico, se cree que la existencia del Castigo ayuda a la existencia de un orden social, en el cual todos los individuos saben que incumplir las normas trae consecuencias, a nivel psicopedagógico, es decir, en cuanto a los castigos infringidos en los más pequeños, durante su formación, cada vez son más las voces que se levantan en contra, argumentando que siempre es mejor educar y enseñar al individuo el por qué no debe realizar una acción, en lugar de simplemente usar el condicionamiento natural acción-castigo.
De esta manera, el Castigo es hoy en día una práctica en debate, en donde el germen de la discusión recae precisamente en su efectividad, y en su carácter educativo, pues se cuestiona básicamente si el castigo cumple con una función educativa, o si en ocasiones en lugar de aprender, el castigado puede llegar a generar sobres quienes le imparten la sanción cierto sentimiento de resentimiento.
Frases célebres de castigo
Sin embargo, esta visión sobre el Castigo es bastante moderna, ya que por el contrario, en épocas antiguas, el Castigo era algo necesario, o incluso totalmente necesario para las sociedades del momento. Por ende, se puede ver cómo la visión sobre este hecho ha cambiado a lo largo de la evolución del pensamiento moderno. En este sentido, una buena forma de ver esta evolución, puede ser el tener en cuenta algunas de las frases de los pensadores más importantes de todas las épocas sobre este evento. A continuación, algunas de ellas:
Hesíodo (VII a.C. – VI a.C.) El castigo entra en el corazón del hombre desde el momento en que comete el crimen.
El castigo entra en el corazón del hombre desde el momento en que comete el crimen.
Existen algunas corrientes de pensamiento que señalan que el castigo más importante que puede existir para alguien que comete un delito, o alguna falta grave, es su propia conciencia. De esta manera, la frase de Hesíodo, antiguo filósofo y poeta griego, parece insertarse en esta lógica, mostrando en primer lugar cómo la noción de Castigo ha estado en la conciencia occidental desde hace mucho, así cómo desde estos tiempos remotos se cree que cuando alguien pasa la línea que separa el bien del mal, el mayor castigo es saber que ha hecho algo que está mal.
Confucio (551 a.C. – 478 a.C.) Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos.
Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos.
Uno de los temas inherentes al Castigo recae también en el por qué existe el mal o el crimen que amerita entonces esta acción correctiva. Por consiguiente, cuando se coloca el acento en la crueldad o magnitud que puede tener un castigo en el alma humana, se ve también la necesidad de reflexionar sobre las razones que llevan a alguien a delinquir.
En este sentido, algunos filósofos, como por ejemplo el antiguo pensador chino Confucio, señalaba que la mejor manera de evitar los castigos es haciendo que la sociedad trabaje en evitar los crímenes. Por su puesto que ante esta máxima no sólo se debe pensar en cómo se debe extremar la vigilancia, sino que el pensamiento –parafraseando a Confucio- debe ir dirigido al carácter preventivo, es decir, en descubrir cuáles son las causas sociales que impulsa a un individuo al crimen, y corregirlas o minimizarlas.
San Mateo Quien a hierro mata, a hierro muere.
Quien a hierro mata, a hierro muere.
Empero, más allá de que los esfuerzos se encaminen a prevenir los crímenes, o en tomar en cuenta el papel que juega la propia conciencia del Castigado, el pensamiento occidental entiende que todo aquel que comete una infracción debe pagar por ello, no en vano esta es una de las máximas en las que se sostiene la justicia en este hemisferio, e incluso así también se cree que Dios se comunica con los humanos.
Un ejemplo de este pensamiento puede ser la frase de San Mateo, uno de los cuatro evangelistas y voces más influyentes de la doctrina cristiana, para quien simplemente quien comete un delito no solo no puede quedar impune, sino que por lo general perecerá de la misma forma en que ha obrado.
Michel de Montaigne (1533 – 1592) El que, estando enfadado, impone un castigo, no corrige, sino que se venga.
El que, estando enfadado, impone un castigo, no corrige, sino que se venga.
Sin embargo, el Castigo no siempre es impartido de forma pública, a un individuo, por un Estado, sino que en ocasiones también sucede en el ámbito doméstico e institucional, espacios estos en donde se debe tener aún más cuidado, en tanto que no media la Justicia imparcial en la decisión de aplicar un castigo y cuál.
Por ende, algunas voces se han levantado a lo largo de la Historia, para prevenir el cómo se debe tener cuidado con no pasar la pequeña línea que separa la Justicia de la Venganza. Un ejemplo de esto es la frase de Michel de Montaigne, filósofo francés del siglo XVI, para quien el germen que en lugar de corrección albergaba la venganza era la ira.
De esta manera, parafraseando a Montaigne, se podría tener como consejo que siempre que se decida emprende acciones correctivas, sanciones o incluso castigo, a otros sobre los que se tenga poder, no se debe obrar desde el enfado, pues esto solo conduciría a un exceso de fuerza. Por el contrario, lo mejor es actuar con cabeza fría, para que la acción revista realmente una buena intención, y no constituya una pena para todos los involucrados.
Tayeb Saleh (1929-2009) El que impone un castigo desproporcionado no corrige, sólo se venga.
El que impone un castigo desproporcionado no corrige, sólo se venga.
En el mismo sentido que Michael de Montainge, pero con siglos de diferencia, este escritor sudanés, del siglo XX, planteaba también que la forma más eficiente de entender si un castigo es en realidad una acción correctiva o una venganza es medir su proporción, en referencia con lo cual se pretende castigar. De esta manera, si el Castigo constituye una acción claramente desproporcionada con la falta cometida, entonces quien lo imparte no es movido por el ansia de Justicia, sino por la sed de venganza.
Horace Mann (1796 -1859) El único propósito del castigo es la prevención del mal; nunca impulsará a nadie al bien.
El único propósito del castigo es la prevención del mal; nunca impulsará a nadie al bien.
A medida que se avanza durante la Historia del pensamiento, se puede ver cómo cada vez son más las voces que se levantan para criticar la utilidad o pertinencia del Castigo. En este orden de ideas, se puede ver por ejemplo esta frase del educador estadounidense del siglo XIX, Horace Mann, para quien el Castigo tenía como función simplemente enseñarle al individuo a no hacer el mal, pero en su germen no guardaba ninguna fuerza que llevara al individuo que lo recibía a buscar el bien. Por ende, era coercitivo, pero no educativo, pues sembraría el miedo, pero no enseñaría el camino hacia la bondad.
Michel Foucault (1926 -1984) Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar.
Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar.
Otro de los aspectos a tomar en cuenta cuando se habla de Castigo es el castigador, por ser parte involucrada de este proceso correctivo. Al respecto, se puede usar como ejemplo esta frase del filósofo francés Michel Foucault, para quien si bien era bastante deshonroso ser merecedor de un castigo, no era más noble tener que castigar a otro, en tanto que hacerlo implica – se ejerza la Justicia o no- hacerle daño a otro, lo cual nunca podrá vestirse de gloria.
Francisco de Quevedo (1580 – 1645) El consejo del escarmiento las más de las veces llega tarde.
El consejo del escarmiento las más de las veces llega tarde.
Así también, a lo largo de la Historia del pensamiento se ha discutido sobre la paradoja que implica el Castigo, pues aun cuando viene a enseñarle a quien ha cometido una falta que todo tiene sus consecuencias, en realidad el Castigo es tenido por algunos como inútil, pues ni logra deshacer el crimen, ni evita que el castigado lo cometa.
Un ejemplo de esta postura es esta frase del poeta del Siglo de Oro Español, Francisco de Quevedo, para quien la enseñanza que dejaba en el individuo el Castigo sería siempre un consejo o una advertencia que paradójicamente llega tarde. Al respecto, especulando ya sobre la frase de Quevedo, se podría inferir entonces que el acto que podría llegar siempre a tiempo sería la Educación, la cual lograría además evitar la necesidad de corregir el delito, pues lo combatiría directamente.
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