Por lo general, se entiende el concepto Ciencia como el conocimiento basado en la observación y la experiencia, conducidas a la obtención de conclusiones, que permitan entender el mundo circundante, o incluso un fenómeno específico de esta.
Definición general de Ciencia
Sin embargo, el concepto de Ciencia ha sido centro de debate durante siglos, y a través de las generaciones que conforman el pensamiento humano, puesto que cada civilización y corriente ha querido replantearse su definición, así como cada uno de los aspectos y límites que este tiene.
Por ende, la forma más objetiva de acercarse a una noción de Ciencia será teniendo en cuenta el concepto que ha dado sobre ella la Real Academia Española de la Lengua (RAE), institución lingüística que le otorga a esta palabra una entrada con varias acepciones en su Diccionario, de la cual se tomará en cuenta entonces la primera de ellas:
Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente.
En consecuencia, se puede decir que la Ciencia es un conjunto de conocimientos y métodos, que buscan estudiar el entorno, para procurar una serie de datos, que le permita entender cómo funciona esto, de manera de poder protegerse de él, anteponiéndosele o aprendiendo a controlarlo.
De esta manera, al analizar el concepto de Ciencia dado por la RAE, se concluye entonces también que la Ciencia es un resultado inherente al Humano, así como a sus procesos cognitivos, siendo entonces a la vez ese conjunto de conocimientos y metodologías, al igual que una disposición o forma de acercarse al mundo circundante.
Frases de Ciencia
Así como el concepto de Ciencia ha generado discusiones a lo largo de los siglos, también ha ocurrido que este asunto, es decir, las diferentes ideas sobre la definición de Ciencia, sea algo que ha ocupado la mente de los más grandes pensadores, de las diferentes generaciones de estudiosos, científicos, intelectuales y pensadores de la Historia. A continuación, algunas de las frases más célebres respecto a este concepto:
Confucio (551 a.C. – 479 a.C.) ¿En qué consiste la ciencia? En conocer a los hombres.
¿En qué consiste la ciencia? En conocer a los hombres.
Aun cuando la mayoría de las definiciones han coincidido, desde épocas antiguas, en considerar que la Ciencia tiene como objetivo el conocimiento del mundo exterior, para Confucio, célebre filósofo chino, quien vivió unos cinco siglos antes de Cristo, la Ciencia en realidad perseguía conocer la naturaleza de los hombres.
Al respecto, se pueden inferir dos grandes razones para el pensamiento de Confucio. La primera de ellas, que siendo el ser humano una entidad tan compleja, llame la atención de sí mismo, convirtiéndose en un objeto de estudio. Así mismo, siendo el Hombre reflejo de su ambiente, y viceversa, estudiar el mundo exterior de seguro puede arrojar un mayor entendimiento sobre lo que ocurre también dentro.
Thomas Macaulay (1800 – 1859) La ciencia avanza a pasos, no a saltos.
La ciencia avanza a pasos, no a saltos.
Sin embargo, el proceso de observar el mundo, someterlo a la experimentación, estudiar los resultados y llegar a conclusiones certeras no es una actividad que pueda hacerse a una velocidad considerable. Por el contrario, la Ciencia –entendida entonces como el estudio sistemático del mundo y sus distintos fenómenos- es una actividad que además de requerir un método, avanza de forma lenta.
En consecuencia, la Ciencia va haciendo poco a poco descubrimientos que van alimentando el conjunto de conocimientos y razones que la constituyen. Quizás por esto algunos pensadores, como por ejemplo este poeta y político británico de nombre Barón Macaulay, reseñaba la velocidad en que avanza esta disciplina, no haciendo la metáfora entre los pasos que da, y los saltos que evita, para quizás no sólo reseñar la lentitud, sino también cómo debe seguir un método.
René Gerónimo Favaloro (1923 – 2000) La ciencia es la expresión de una necesidad inherente al ser humano y, en todo caso, está ligada a la función superior de su naturaleza inteligente: la capacidad de crear.
La ciencia es la expresión de una necesidad inherente al ser humano y, en todo caso, está ligada a la función superior de su naturaleza inteligente: la capacidad de crear.
Por otro lado, uno de los temas que han sido también bastante discutido por los pensadores y científicos, a lo largo de los siglos, es la utilidad de la Ciencia. Por ende, mientras algunos han señalado cómo la Ciencia ha sido concebida por el hombre en su afán de entender el mundo que le rodea, y de esta manera a sí mismo, otros van un poco más allá y resaltan que esto tan solo es uno de los primeros estadios de la Ciencia, y quizás su impulso primigenio.
Empero, la Ciencia –para otros- tiene una utilidad un poco más allá del mero hecho de procurar un entendimiento sobre la realidad, y es precisamente –tal como lo señala René Gerónimo Favaloro, educador y médico argentino, del siglo XX- un cúmulo de disciplinas, conocimientos y datos, que le otorgan al humano la información y la seguridad suficiente para transformar el mundo que ha estudiado, y en base a este crear nuevas realidades, hechos y productos.
De esta manera, tanto la Ciencia y los científicos no serían meros investigadores, o acumuladores de datos específicos, sino que a su vez serían también grandes creadores.
Leonardo Da Vinci (1452 – 1519) La ciencia más útil es aquella cuyo fruto es el más comunicable.
La ciencia más útil es aquella cuyo fruto es el más comunicable.
Pese a que la Ciencia es descrita entonces como un cúmulo de conocimientos, obtenidos por medio de la observación, sobre la realidad del mundo y el Universo, en ocasiones es vista por la mayoría de las personas como una disciplina, o conjunto de disciplinas a veces lejanas o inentendibles.
Sin embargo, para cierta corriente científica, bastante cercana al Humanismo, o al menos a la aplicación de la Ciencia para entender hechos inherentemente humanos, la Ciencia más útil, o al menos la más valiosa, es aquella que contiene conocimientos y datos, lo suficientemente comunicables para poder ser llevados a la mayor cantidad de humanos, sin distinción. Un ejemplo de esta posición sobre la Ciencia lo constituye esta frase de Leonardo da Vinci, artista, inventor y científico del siglo XV, para quien la Ciencia no debía ser complicada y alejada, sino comunicable y útil.
Julio Verne (1828 – 1905) La ciencia se compone de errores, que a su vez, son los pasos hacia la verdad.
La ciencia se compone de errores, que a su vez, son los pasos hacia la verdad.
Generalmente, cuando la mayoría de las personas –e incluso los propios científicos- piensan en Ciencia, toman en cuenta los conocimientos y los métodos que la componen. No obstante, pocos son los que recuerdan también que la Ciencia, es decir, el cúmulo de conocimientos que esta representa, son también el resultado de muchos errores, que se acumulan siempre que un proceso o una tesis se somete a un proceso de experimentación, que persiga comprobar una realidad.
De esta manera, el método basado en ensayo y error, ciertamente genera con cada acierto un nuevo conocimiento sobre el fenómeno específico, por lo que entonces –tal como señala el célebre escritos francés del siglo XIX, Julio Verne- al hablar de Ciencia sería quizás un poco injusto, e incluso impreciso, tomar en cuenta sólo los aciertos y conocimientos, pues estos son producto de muchos errores, que llevan poco a poco al científico hasta la verdad, que intuye oculta.
Albert Einstein (1879 – 1955) Antes de ser hombres de ciencia, deberíamos ser hombres.
Antes de ser hombres de ciencia, deberíamos ser hombres.
En otro orden de ideas, es de suponer que siendo la Ciencia un conjunto de métodos y conocimientos, que se enfocan en entender y manejar el mundo, también puede ser considerada como una o varias disciplinas de gran poder, con total capacidad de transformar el entorno.
Empero, esta capacidad no sólo implica una gran cantidad de poder y capacidad, sino que también incluye la necesidad de tener una gran cantidad de ética. Un ejemplo de este tipo de pensamiento es la frase de Albert Einstein, celebre científico del siglo XX, para quien lo importante no es sólo ser un “hombre de Ciencia”, sino que ante todo había que ser “hombres” íntegros.
Louis Pasteur (1822 – 1895) La ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de todo progreso.
La ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de todo progreso.
Siendo entonces la Ciencia un cúmulo de conocimientos y métodos, que permiten entender el mundo, así como crear objetos y procesos, que lo transformen, esta disciplina puede ser vista también como un elemento o herramienta para mejorar el nivel de vida del Humano.
En consecuencia, según los hombres de Ciencia, como por ejemplo Louis Pasteur, célebre científico del siglo XIX, la Ciencia es el motor que le da impulso al progreso, puesto que es su conocimiento la semilla de donde se originan las creaciones y los inventos, que aumentan el nivel de vida de las personas, en tanto –a la luz de la ética- la Ciencia tenga como único objetivo mejorar el mundo para el humano.
Aristóteles (384 a.C. – 332 a.C.) La ciencia es respecto del alma lo que es la luz respecto de los ojos, y si las raíces son amargas, los frutos son muy dulces.
La ciencia es respecto del alma lo que es la luz respecto de los ojos, y si las raíces son amargas, los frutos son muy dulces.
Por último, más allá de que la Ciencia es vista entonces como un conjunto de datos y métodos, que le permiten al hombre conocer y transformar su entorno, según algunos pensadores, como por ejemplo el antiguo filósofo clásico, Aristóteles, lo verdaderamente valioso de la Ciencia es el permitirle al hombre obtener la claridad sobre el mundo que habita, como si de una luz se tratara.
Así mismo, este célebre pensador griego también indicaba que además de claridad, el nacimiento de toda ciencia podía ser un proceso amargo, en tanto fuese lento, y lleno de errores, productos de ensayos fallidos, sin embargo, pese a todo esto, el momento en que esta disciplina, de raíces amargas, daba por fin un fruto, este era dulce, pues venía a recompensar las horas de estudio y frustración.
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