Tal vez una de las cualidades que más historias ha generado a lo largo de la Literatura sea la maldad, la cual es tan inherente al espíritu humano como su contrario, la bondad. No obstante, cómo se define esta palabra en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
Si buscamos la definición de “maldad”, encontraremos que en su primera acepción la define como “cualidad de malo”. Profundizando un poco más podemos encontrar que la palabra “malo” tiene en el Diccionario de la RAE varias acepciones, siendo la número once aquella que la define como un adjetivo calificativo que hace referencia a “una persona: perversa, mal inclinada”. Así la palabra maldad está ligada a la naturaleza de un individuo que quiere hacer el mal a otros por simple perversión.
En este sentido quisimos revisar qué han pensado o escrito los más grandes pensadores de todas las épocas sobre esta cualidad del alma humana, a fin de poder tener una idea clara de cómo las distintas generaciones la han concebido. A continuación algunas de las frases más relevantes sobre la maldad, pronunciadas alguna vez por los artistas e intelectuales más importantes de la Historia:
Jesucristo
El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella. (Jesucristo)
Esta sentencia, reseñada en la Biblia y atribuida al fundador del Cristianismo, trata de expresar que la maldad está dentro del hombre, es decir, que es inherente a su naturaleza, por eso Jesús de Nazaret (lea más información en Biografía de Jesús de Nazaret) advierte a los hombres, en clara referencia a los rituales judíos que clasificaban algunos alimentos como puros, y otros como impuros, que no hay que cuidarse tanto de lo que entra a nuestro cuerpo, como lo que sale de él. Es decir, que nuestras obras y palabras pueden contener más maldad que por ejemplo un pedazo de carne de cerdo, animal considerado impuro por los judíos. Así, al estar más pendiente de la bondad de nuestras acciones que de la pureza o no de nuestros alimentos, estaremos mejor encaminados a hacer el bien.
Cicerón
Cuando mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros. (Cicerón)
En lo que podría ser un paralelismo del refrán popular “piensa mal y acertarás”, este filósofo y orador romano –quien vivió entre el año 106 a.C y el 43 a. C- deja entrever que cada quien juzga a sus semejantes de acuerdo a su condición, pues entre más bondadoso es el corazón de una persona, cuánto más se le hará difícil poder prever o calcular el grado de maldad que puede haber en otros, ya que no puede anticiparse o conocer de antemano algo que no es propio de su naturaleza. Un ser bondadoso esperará la bondad de los otros, al tiempo en que aunque sabe que existe la maldad no es capaz de medir los alcances de esta, por no estar habituado a ese tipo de naturaleza.
Edmund Burke
Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada. (Edmund Burke)
Cónsono con la clásica visión dicotómica de bien y mal, este escritor y político irlandés –quien vivió entre 1729 y 1797, hace hincapié en que el mal sólo es capaz de triunfar cuando el bien no se le opone, para así impedirle su cometido. En este sentido luchar contra el mal es una de las obligaciones con las que se encuentran comprometidos los bondadosos del mundo. Así, en constante oposición por parte de los buenos, el mal no tendrá posibilidad de triunfo.
Albert Einstein
El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad. (Albert Einstein)
En el mismo tono, este científico alemán, quien vivió entre 1879 y 1955, señala la inmensa responsabilidad que tienen los humanos bondadosos de colocarle una piedra de tranca a la maldad. De alguna manera este científico quiere señalar que la maldad, cónsona con su naturaleza, siempre buscará establecerse y dañar a los hombres, siendo estos de talante distintas los que deben oponerse al libre despliegue del mal en el mundo. En resumen, la responsabilidad de que haya maldad en el mundo no es del mal en sí, sino de aquellos que permite que éste crezca y se esparza entre nosotros.
Friedrich Nietzsche
Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti. (Friedrich Nietzsche)
Sin embargo, ante la responsabilidad de luchar contra el mal, el humano bondadoso no puede pasar por alto la advertencia pronunciada por este filósofo alemán, quien le avisa –con gran tono poético- al alma humana la posibilidad de contagio que existe cuando llevamos mucho tiempo en contacto con el mal. En este sentido se debe tener conciencia, cuando decidimos combatir el mal, que para enfrentarse a un monstruo a veces deberemos imitar sus prácticas o comenzar a conocer su naturaleza, por lo que tarde o temprano terminaremos por convertirnos en uno. De esta forma, Nietzsche pareciera decir que la mejor manera de evitar el mal es alejarse de él, a fin de evitar que el abismo nos colme.
Fuente de imagen: mexico.cnn.com