Terminamos esta serie con los últimos territorios en ser colonizados por la humanidad: América y Oceanía. Hasta el momento, los animales que habitaban el viejo continente son, de un modo u otro, semejantes a los actuales (rinoceronte lanudo, león de las cavernas, etc.), pero en estos nuevos territorios, muchos de los cuales habían estado aislados por millones de años, las cosas se vuelven un tanto… surrealistas, por decir lo menos.
En efecto, la fauna de este nuevo mundo poco tiene que ver con la que hoy conocemos. En América, bestias desconocidas, aves terroríficas y gigantescos “caballos” (en realidad de un género diferente) pacían en las llanuras sudamericanas y, algunos, incluso habían llegado a colonizar el norte del continente. Entretanto, canguros gigantes eran cazados por lagartos terribles en Australia, y una gigantesca águila perseguía, desde las alturas, a las aves gigantes – no voladoras – de Nueva Zelanda.
Lamentablemente, estas especies tenían aún menos herramientas que sus hermanas del norte para resistir al nuevo invasor (que, además, llegaba en un estadio más avanzado de desarrollo tecnológico). Los gigantescos animales que habitaban las selvas y praderas americanas y las islas oceánicas fueron aniquilados en apenas unos miles de años. Es importante tener en cuenta que mientras que Australia fue colonizada hace más de 50 mil años, América no lo fue hasta hace alrededor de 12 mil años y Nueva Zelanda se colonizó tan recientemente como en el 1250 d. C.
El perezoso gigante americano
Todos conocemos al icónico perezoso de tres dedos. Este pequeño animal tenía parientes que distaban mucho de ser pacíficos ramoneadores – es decir, animales que se alimentan de hojas y ramas – los más grandes de los cuales podían superar los cuatro metros de altura y los 6 de longitud. Estamos hablando de un perezoso del tamaño de un elefante moderno, con garras capaces de atravesar la carne y que carecía de enemigos naturales en las sabanas americanas. Era omnívoro, literalmente comía cualquier cosa que le pasara enfrente, pero el núcleo de su dieta eran las hojas. Los últimos especímenes sobrevivieron hasta hace unos seis mil años.
Las aves del terror
En una entrega pasada nos referimos al ave elefante, la mayor en la historia. Estas aves no eran tan grandes (la mayor apenas llegaba a los dos y medio etros de altura), pero al contrario de su homóloga de Madagascar, no se trataba de un gigante pacífico. Como su nombre lo indica, eran temibles cazadoras capaces de romper huesos con su poderoso pico, al más puro estilo de un raptor moderno. Los humanos encontraron a la última (y mayor) especie de estas aves cazando en norte y Sudamérica, y no sobrevivió más que dos mil años a su llegada.
Macrauchenia, el caballo americano
Una variedad única, no emparentada con ningún animal moderno, el macrauchenia superaba fácilmente la tonelada de peso, lo que lo convertía en una presa difícil incluso para los más robustos tigres dientes de sable. Se trataba de un gigantesco animal semejante a un camello, robusto y con una pequeña trompa que usaba para bajar los frutos y las hojas más tiernas de los árboles. Se extinguió hace alrededor de 8 mil años, debido a la cacería de los primeros humanos en el continente.
Gliptodonte, o armadillo acorazado
Un cercano pariente de los armadillos actuales, el gliptodonte habitaba las sabanas americanas y llevaba el concepto de la armadura al extremo. Comprendía toda una serie de géneros de animales acorazados con una gruesa capa de armadura, algunos de los cuales superaban los 4 metros de longitud y tenían una gruesa bola de hueso en el extremo de su cola, la cual usaban a manera de mazo para matar a sus enemigos y/o competir con otros de su misma especie (el uso aún no ha sido determinado). Probablemente carecía de depredadores naturales en estado adulto. Desaparecieron apenas unos dos mil años después de la llegada de los primeros hombres.
El canguro gigante australiano
Era muy semejante a los canguros actuales, pero alcanzaba los tres metros de altura. Se alimentaba de hojas y de pasto, y se calcula que el último desapareció hace alrededor de 18 mil años, posiblemente producto de la cacería.
El varano gigante Megalania
Australia, en calidad de isla aislada del resto del mundo, había desarrollado una fauna muy particular. Ejemplo de esto era el varano gigante, el cual se asemejaba al actual dragón de komodo, solo que era muchísimo más grande. Mientras el dragón de komodo alcanza los 3 metros de longitud, megalania fácilmente superaba los 7 metros, convirtiéndolo – junto con el león marsupial – en el cazador máximo de los desiertos australianos. No sobrevivió más que unos 10 mil años tras la llegada de los primeros humanos al continente, para quienes debió representar una terrible amenaza.
El rinoceronte marsupial Diprotodon
El mayor marsupial que ha existido en la historia, habitaba en las planicies australianas y llegaba a pesar más de dos toneladas. Sus hábitos eran semejantes a los de los canguros actuales, pero su cuerpo era casi el mismo de un rinoceronte, solo que sin el cuerno. Se extinguió, debido a la cacería y al cambio climático, unos 10 mil años después de la llegada de los primeros humanos.
El Moa neozelandéz
Nueva Zelanda es una isla muy particular. Debido a su aislamiento, jamás llegaron mamíferos a habitarla, por lo que las aves se convirtieron en sus únicos pobladores y evolucionaron para llenar todos los nichos. El gigantesco Moa, segundo en tamaño solo ante el ave elefante de Madagascar (pero alcanzando mayor altura, pues los mayores Moas superaban fácilmente los tres metros). Su extinción fue dramática, ocurrió en menos de 300 años (se calcula que para el 1500 d. C. ya habían desaparecido) y se debió única y exclusivamente a la caza. Algunas personas aseguran haber visto Moas incluso a principios del siglo XX, por lo que los científicos siguen a la expectativa de encontrar alguna población remanente de estos habitantes.
El Águila de Haast
Así como los Moas se beneficiaron de la ausencia de depredadores para aumentar su tamaño, las primeras águilas en arribar a Nueva Zelanda se encontraron con una población de animales de la cual podían fácilmente alimentarse. Con el tiempo, aumentaron de tamaño hasta convertirse en la mayor ave rapaz de la historia, con más de tres metros de envergadura y 14 kilogramos de peso (lo cual las hace titánicas dentro de las aves voladoras). El águila podía alcanzar una velocidad de 80 km/h y atacar a los moas desde el cielo con sus gigantescas garras. No sobrevivió a la llegada de los humanos, los cuales acabaron con sus presas y seguramente también la mataban por representar un peligro para ellos.
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