La Naturaleza en el mundo moderno
A partir del siglo XVII se ha asumido cada vez con mayor vehemencia que el hombre se encuentra en un mundo mecánico, comprensible, en el que las leyes de la física permiten explicar todo cuanto sucede. El concepto de la tierra como una entidad consciente o, al menos, viva, ha ido progresivamente desapareciendo de la mentalidad moderna, para reemplazarla con una masa de elementos que se comportan al capricho de las fuerzas naturales.
Sin embargo, la naturaleza no deja de maravillarnos. Ya sea por el desarrollo de impresionantes formaciones rocosas, la belleza de una montaña, el resplandor de un atardecer o la majestuosidad de una cascada, el hombre siempre encuentra una manera de relacionarse con este “ser inerte” y de sentirse parte de un todo más grande que sí mismo. Sin embargo, muchos argumentan que estos fenómenos no responden sino a dinámicas enteramente físicas y que no vale la pena profundizar en estos aspectos.
¿Nos habla la naturaleza?
Pero hay ocasiones en que los fenómenos naturales parecieran dirigirse directamente a nosotros. Un particular caso sucedió hace casi 15 años en Washington, cuando un terremoto de magnitud 6.8 en la escala de Richter golpeó el poblado de Olimpia ubicado en este estado, afortunadamente sin consecuencias letales. En este momento, un péndulo que se encontraba en una tienda marcando su ritmo normal comenzó a dibujar patrones sorprendentemente bellos: como se puede ver en la imagen, aparece dibujada con perfecta claridad una rosa en medio de la arena (la cual es surcada por las líneas que el péndulo realiza en su trazo ordinario). Esta imagen podría carecer de significado, pero lo cierto es que ha maravillado a las personas que se encontraban en el lugar y llamado la atención de varias Universidades alrededor.
Según las explicaciones, la imagen se creó cuando las ondas del terremoto se trasmitieron al péndulo, el cual comenzó a moverse en patrones diferentes, más complejos, que repitió por un periodo tras el fin del terremoto. Lo cierto es que la imagen parece demasiado compleja para ser obra de la casualidad.
La teoría de Gaia, postulada hace algunasdécadas, establece que la tierra es una entidad que de alguna manera está viva, y que comparte características con los seres vivos que la componen. Esta teoría establece que existe un sistema universal de regulación que permite que la tierra se libre de las entidades que la lesionan y restaure el equilibrio en su superficie. Si bien la teoría no está del todo aceptada, tiene un amplio público en diversas asociaciones ambientales, en biólogos y ecólogos y en personas interesadas por los aparentemente caóticos comportamientos de algunos recursos naturales.
De ser cierta, esta teoría implicaría que la tierra tiene una consciencia, así sea parcial, sobre los sucesos que ocurren sobre ella. Esta consciencia tendría como consecuencia la realización de acciones destinadas a la solución de los desequilibrios, y no sería del todo irreal pensar en la posibilidad de comprender, en un lenguaje primigenio, las cosas que ella podría decirnos a través de estos medios.
La imagen, por lo menos, prueba que hay algo de belleza escondida incluso en la más horrenda de las catástrofes. Y que si comprendiéramos las causas que subyacen a cada una, quizás estas dejarían de afectarnos de la manera en que lo hacen.
Fuente de las imágenes: indiana.edu