Un episodio vergonzoso del apartheid
Hace unos 4 años murió sin pena ni gloria un sudafricano de 78 años. Se llamaba Hamilton Naki, y la noticia de su muerte no apareció en ningún periódico, pero el trabajo de este hombre es de lo más extraordinario de este siglo. Su destreza hizo posible el primer trasplante de corazón, pero el apartheid de Sudáfrica y su condición de negro le condenaron al anonimato más de 40años.
Hamilton Naki nunca terminó la escuela primaria. Entró en la institución como jardinero, aunque pronto se dedicó a limpiar las jaulas de los animales con los que el equipo del prestigioso cirujano Barnard experimentaba en el campo de los trasplantes.
Poco a poco, las habilidades de Naki llevaron a los médicos a pedirle que manejara a los animales durante las operaciones; luego, que se hiciera cargo de la anestesia, y finalmente, que los operara con sus propias manos. A partir de la mera observación, Naki se convirtió en un experto cirujano de manos precisas y firmes, aunque sólo conocido para los que compartían quirófano con él. De cara a la ley, era el jardinero.
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El 2 de diciembre de 1967, una joven llamada Denise fue atropellada al cruzar una calle, fue trasladada con urgencia al hospital de El Cabo, donde se le diagnosticó muerte cerebral, aunque su corazón seguía latiendo.
En hospital, Louis de 52 años, agonizaba. El Doctor Barnard decidió intentar el trasplante. Sería el primero de la historia.
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En una histórica intervención de 48 horas, un equipo de cirujanos logró extraer el corazón de la joven e implantarlo en el cuerpo de Louis. Naki formaba parte destacada de ese equipo que hizo la extracción,
Pero en la Sudáfrica del racismo, nadie supo entonces que buena parte de la operación la había realizado un hombre de raza negra, «Si hubieran publicado mi fotografía habrían ido a la cárcel. Así eran las cosas en aquel entonces», recordaba Naki en un periódico el 26 de abril de 2003.
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Cuando saltó la polémica sobre este hecho, varios ex dirigentes del país ( y seguidores del apartheid) negaron la veracidad de este hecho, pero el propio Barnard, antes de su muerte dijo a un realizador interesado en hacer un documental sobre el tema: «Tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigadores de todos los tiempos en el campo de los trasplantes, y habría llegado muy lejos si los condicionantes sociales se lo hubieran permitido».
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«Ahora puedo alegrarme de que todo se sepa. Se ha encendido la luz y ya no hay oscuridad», dijo éste héroe clandestino al recibir en 2002 la orden de Mapungubwe, uno de los mayores honores de su país, por su contribución a la medicina. Hasta sus últimos días, uno de los mayores cirujanos del siglo sobrevivió con una modesta pensión de jardinero.
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Fuentes:
https://www.elpais.com/articulo/ultima/heroe/clandestino/elpepuult/20050611elpepiult_1/Tes
https://www.elmundo.es/elmundo/2005/06/13/obituarios/1118652511.html