Una leyenda sorprendente
En Inglaterra, a principios del siglo XIX, una mujer itinerante comenzó a ganar fama. Sus habilidades, casi inhumanas, le permitían desafiar las leyes que gobiernan el calor de una llama ardiente: sus seguidores la bautizaron “la dama incombustible” y llegó a ser reconocida como la reina de quienes juegan con fuego. Sin embargo, ante los demás mortales se presentaba como Joe Girardelli, italiana de nacimiento.
Sus habilidades superaban con largueza las de cualquier artista, incluso uno muy superior al promedio. Sus contrapartes modernas escupen llamas evitando, siempre, que la flama toque la boca. Algunos, más talentosos o más arriesgados, son capaces de apagar una flama con la boca, garantizando que con lo rápido del movimiento la llama se quede sin oxígeno antes de lastimar los tejidos internos. Habrá quienes, a punta de entrenamiento y repetición, lograran hacer su cuerpo más resistente al calor, para mejorar sus actos. Pero ninguno, a lo largo de la historia, ha llegado a igualar las acciones de esta misteriosa dama de fuego.
Jo gustaba de la tradición. Sus actos solían respetar el mismo orden, ya fuera que estuvieran dirigidos a sectores pudientes o populares: siempre se aseguraba de mostrar las mismas habilidades, las cuales asombraban a su público. Comenzaba introduciendo en su boca un poco de ácido nítrico, el cual saboreaba, movía y después escupía sobre una barra de acero que el ácido comenzaba a corroer. Así demostraba a su público que efectivamente lo que acababa de masticar, sin sufrir ningún daño, era ácido.
Su segundo acto consistía en demostrar su invulnerabilidad ante el aceite hirviendo. En una pequeña paila fritaba un huevo, tras lo cual tomaba el aceite y, al igual que con el ácido, lo introducía en su boca. El proceso era semejante al anterior, solo que en este caso el aceite se lanzaba a un fuego, en el cual estallaba asegurando, así, que en verdad era aceite.
Tras esto, Jo introducía cera ardiendo en su boca, previa petición a una persona entre el público que estuviera preparada con un sello, e imprimía el sello con presión sobre la cera derretida que tenía en su lengua. El público, entonces, podía ver con toda claridad el sello sobre su boca.
¿Inmunidad al fuego?
Para comprobar que no solo su boca era inmune al fuego, Jo calentaría al rojo una pala y la frotaría por sus brazos, sus piernas y su cintura. El acto terminaba con Jo lamiendo la pala, lo cual producía un sonido sibilante: el sonido del agua de su lengua que hervía al contacto con la pala.
Nadie nunca supo cuál era el secreto de esta enigmática actriz itinerante. Muchos decían que se trataba de algún combinado secreto que Jo ponía en su piel antes de sus actos para hacerla inmune al fuego. Otros llegaron a decir que no se trataba de un ser humano. Jo misma afirmaba que se trataba de una mezcla de práctica con ungüentos especiales, pero actualmente se considera que no existe una sustancia que permita hacer estos actos sin sufrir daños en la actualidad, y no digamos en el siglo XIX.
Lamentablemente, la información sobre la dama de fuego desaparece cuando ella decide dejar la actuación. Aparentemente abandonó Inglaterra y decidió llevar una vida normal, lejos de la presión de su público. Su leyenda, soportada por cientos, si no miles, de testimonios, hasta el momento no ha sido igualada por ningún hombre conocido.
Fuente de imagen: historicmysteries.com