Un gran porcentaje de personas consideran que son diferentes a los animales, sólo por el hecho de pensar, pero la verdad es que son animales pensantes y eso es todo. Un animal se guía por el instinto; el hombre actual, es dominado por su mente, que a su vez es dominada por su instinto.
Hoy por hoy, en todo lado abundan animales intelectuales creyéndose superiores, inteligentes y muy capaces, que hasta se atreven a estar criticando y juzgando a los otros de su especie. Es obvio que tales sujetos no son conscientes de que no son más que otros de los tantos del montón de la masa, convencidos por las propias mentiras que surgen de la mente y al final, en un panteón resultan como Rainmundo y todo el mundo en igualdad de condiciones.
Tan fácil es evidenciar esta cuestión, que basta con auto-observar la lujuria salvaje que se lleva dentro, además de la ira bestial que controla las acciones del individuo. Ni qué decir del orgullo, o quizá de la gula, o tal vez de la envidia o de la pereza. Aspectos inconfundibles de la naturaleza animal.
Por eso es que no somos hombres, sino animales intelectuales equivocadamente llamados hombres. Un hombre real utilizaría el 100% de la capacidad de su cerebro, pensaría por sí mismo y detestaría que otros pensaran por él. Nunca caería en el error de tomar prestadas palabras o ideas de otros y no reconocer expresamente haberlo hecho.
Ese virus denominado plagio hace que los que se hacen llamar inteligentes y se creen el cuento, presenten como suyo un trabajo total o parcial sin ser su autor o autora. De esta manera, con una copia fragmentaria o total de un texto, presentan como suyo todo un orden de ideas ajenas y no lo informan.
Es por ello que donde más se convierte en notorio este mal, producto del sistema social absurdo, es en las universidades, colegios, centros educativos. Otra causa fundamental es la pereza, que viene siendo la madre de aquellos defectos mencionados en anteriores párrafos. Tal defecto siniestro hace que los estudiantes actuales no hagan uso de las herramientas lingüísticas como las comillas, y así pudieran argumentar sus ideas con las teorías de otros. Así comenzaría a debilitarse el plagio, al reproducir, como si fueran propios, conceptos contenidos en un artículo publicado por otro, ofreciéndolos como fruto de una apreciación personal.