Un caso más de atrocidades en la Alemania Nazi
Ya hemos hablado aquí de varias mujeres que hicieron parte del organizado sistema de muerte creado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Irma Grese, Ilse Koch y Hermine Braunsteiner fueron nombres que quedaron grabados con sangre en la memoria de las víctimas de la persecución nazi. Sin embargo, la más reconocida de todas las mujeres que hicieron parte de estos actos fue, sin lugar a dudas, María Mandel.
Conocida como “La Bestia de Auschwitz”, Mandel fue una mujer particularmente hábil en aquello de controlar y torturar población. Pero antes de hablar de sus actos, tenemos que ver un poco de su historia:
La vida de María Mandel
Mandel nació el 10 de enero de 1912 en Münzkirchen, en la región de Austria del Norte (entonces parte del Imperio Austrohúngaro) en una familia de zapateros. No parece haber sido víctima de una desdicha particular: su padre siempre tuvo dinero para educarla a ella y sus hermanos y no tuvo mayores problemas durante su infancia y juventud. Sería hasta después de graduarse de la escuela cuando comenzaría a tener conflictos más y más serios con su madre que la llevaron a abandonar el hogar (según algunos, prácticamente obligada) para 1929.
Una entonces joven María Mandel comenzó entonces a trabajar como cocinera en Suiza, pero parece que no logró encontrar su lugar en el mundo y abandonó muchos trabajos a lo largo de varios años volviendo en ocasiones a su hogar, particularmente cuando su madre, Anna, enfermó de gravedad.
No fue hasta 1938 que Mandel consiguió encontrar algo que realmente le gustase. En 1938 comenzó una carrera de guarda de prisión en Lichtenburg (Sajonia) junto a otras 50 mujeres, y en 1939 fue transferida al campo de Ravensbrück cerca de Berlín. Su trabajo allí pronto impresionó a sus superiores y pronto comenzaría su maratónico ascenso y su posterior traslado a Auschwitz en 1942.
La Bestia de Auschwitz
El 7 de octubre de 1942 María Mandel comenzó su trabajo como Jefe de Campo en el célebre Campo de Concentración de Auschwitz. Quedó a cargo de miles de prisioneros y de la construcción de una segunda sección para el campo, en la que se aseguró que los prisioneros quedaran en muy mala condición.
Al igual que en los casos que ya hemos visto, Mandel acostumbraba a golpear a los prisioneros. Sin embargo, más que las torturas físicas, pasó a la historia por las torturas psicológicas a las que sometía a sus víctimas. Su pasatiempo favorito, según contaban las víctimas, era pararse frente a los prisioneros a la espera de que alguno de ellos la volteara a mirar. Podía durar horas allí, silenciosa, esperando a que la curiosidad de alguno lo hiciera levantar su mirada: quien fuese el primero sería llevado ante su presencia y nunca más se volvería a saber de él.
Se dice que mantenía a sus víctimas como mascotas: que disfrutaba de su sufrimiento y las obligaba a realizar todo tipo de actos hasta que sencillamente se cansaba de ellos… y los enviaba a las cámaras de gas. Porque esta fue la principal causa del terror que suscitaba Mandel: era ella quien se encargaba de decidir quiénes irían a las cámaras de gas y quiénes no. Era la dueña de la vida y la muerte en Auschwitz, y fue por ello que pasó a la posteridad.
Se calcula que más de 500.000 personas perecieron por órdenes directas de la llamada Bestia de Auschwitz. Al terminar la Guerra la mujer decidió huir del lugar y esconderse en su ciudad natal, donde sería luego capturada por el ejército de los Estados Unidos y extraditada a Polonia, donde la condenarían a muerte. El 24 de enero de 1948, María Mandel dejaba de existir.
Su historia resulta interesante: se dice que, como muchos otros, llegó a considerar a los prisioneros como animales, como una carga de la que tenían que librarse. Su des humanización, por llamarla de alguna manera, es un ejemplo del poder que puede tener una idea cruel en la mente de un ser humano.
Fuente de imágenes: 1: c2.staticflickr.com, 2: 3.bp.blogspot.com