El periodo de gloria de la Alquimia occidental
Comenzamos hoy con el periodo más célebre de la Alquimia en la Historia: la Europa medieval. Tras la catástrofe que siguió a la caída del imperio romano (y la destrucción posterior de rutas comerciales debida al crecimiento musulmán), una Europa cristiana comenzó lentamente a recuperarse y a restablecer sus enlaces con el mundo. Hacia el año 1000 las ciudades, otrora desiertas, habían comenzado a renacer y Europa se encontraba en medio de un proceso de crecimiento demográfico que más adelante llevaría a las cruzadas. Es en este escenario en el que renace el interés por la alquimia, aprendido, cómo no, de los maestros musulmanes.
Curiosamente, la doctrina cristiana, en principio opuesta diametralmente a la investigación alquímica, comenzó a matizar sus posturas por influencia de la filosofía musulmana y, sobre todo, de la obra aristotélica. Así, mientras que Augustino en el siglo V condenaba la Alquimia, Gerberto de Aurillac se convertiría en uno de los primeros alquimistas europeos en el año 1003… y más adelante, en el Papa Silvestre II.
La posición de la Iglesia se matizó aún más con la obra de San Anselmo, quien aunque creía que la fe debía primar sobre la razón, consideraba que ambas no eran incompatibles y que podían perseguirse de manera simultánea. Este pensamiento sería luego ratificado por Alberto Magno y, sobre todo, por Santo Tomás de Aquino, quien consideró que Dios no puede contradecirse con la lógica y, por lo tanto, la ciencia no tiene por qué verse limitada por la fe. Estos patriarcas de la filosofía, aunque dedicados a la vida monástica, abrirían la puerta para la llegada de los futuros alquimistas europeos.
Los más reconocidos alquimistas medievales
El primer alquimista en toda regla de la Europa Medieval fue Roger Bacon, quien además sería un reconocido filósofo e inventor. Fue el primer alquimista desde tiempos romanos en dedicar su vida a la búsqueda de la piedra y del elixir de la longevidad, la cual se veía ya no como la vida eterna terrenal sino como una larga espera preparándose para la segunda venida de Jesús. Así mismo, Bacon colaboró mucho con el surgimiento de una nueva generación de alquimistas en la Inglaterra del siglo XIII. Sin embargo, hasta donde sabemos, él murió, por lo que su búsqueda habría sido en vano.
Muchos alquimistas siguieron el legado de Bacon. Curiosamente, hasta finales de la edad media (es decir, hasta el año 1500 aproximadamente) la gran mayoría de ellos, como Bacon, eran clérigos, pues solo este sector de la sociedad tenía buen acceso a la información y sabía leer árabe. Sin embargo, a medida que avanzaban los años cada vez más nobles comenzaban a interesarse en esta disciplina.
Sin embargo, tras Bacon no todo era favorable al desarrollo de esta disciplina. En el año 1317, el Papa Juan XXII prohibió la Alquimia debido a la consideración de que se trataba de una disciplina anti religiosa. Así mismo, varios tratados franciscanos condenarían la práctica, y Guillermo de Ockham habría de atacar la teoría de la compatibilidad entre fe y razón afirmando que la lógica humana, débil y falible, no podía compararse con la razón divina. Esto, de la mano con la peste negra, debilitaría en gran medida el crecimiento de la Alquimia en el continente europeo.
Dicen que las flores más bellas retoñan en la adversidad. Este podría ser el caso del que seguramente sea el alquimista más famoso de todos los tiempos. Pese a los peligros y las amenazas, y mientras la muerte se cernía sobre todo el mundo conocido, Nicolás Flamel continuaba, impertérrito, su labor alquímica. Su leyenda merece una historia aparte, pero este personaje, convertido en un mito de la Europa Moderna, pareciera, efectivamente, haber conseguido el elixir de la inmortalidad. Pese a su supuesta muerte y a un modesto entierro, su tumba, al exhumar sus restos, se encontraría vacía.
La Alquimia pasa a las sombras
El final de la Edad Media se encontró con una Alquimia cada vez menos popular y, al mismo tiempo, cada vez más oculta en las sombras. Ante los ojos de la gente común e, incluso, del clero, la disciplina pasó de ser una práctica más bien popular a convertirse en un arte oculto, relacionado con disciplinas oscuras e, incluso, con la brujería. La alquimia comenzó a convertirse en el dominio de una pequeña élite intelectual capaz de mantenerse en las sombras a pesar de la persecución de la sociedad y, más adelante, de la Inquisición.
En este periodo se fortalecieron las creencias filosóficas de la alquimia y la noción de la pureza material como algo vinculado a la pureza espiritual. La búsqueda de la piedra se convirtió en la búsqueda de la transmutación del plomo en oro, la cual, según los alquimistas, era una metáfora de la purificación del alma. Con el tiempo, sobre los cimientos puestos por estos hombres edificarían los más célebres alquimistas de la Edad Moderna.
Pero este episodio, con el que concluye nuestro recorrido, lo veremos en el artículo siguiente.
- La búsqueda de la piedra: Historia de la Alquimia, parte 1
- La búsqueda de la piedra: Historia de la Alquimia, parte 2
- La búsqueda de la piedra: Historia de la Alquimia, parte 3
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