“Si uno quisiera saber si un reino está bien gobernado, si su moral es buena o mala, la calidad de su música debería darle la respuesta”.
Confucio.
Platón y la armonía de las esferas
Considerada en la antigüedad como una demostración de la perfección matemática del universo, la Armonía de las Esferas era una teoría que afirmaba que el Universo estaba constituido según proporciones numéricas armoniosas que vinculaban la bóveda celeste con las vibraciones de la música. Así, la “música celeste” estaría vinculada con las vibraciones del sonido.
Aunque la relación no resultó ser tan directa como los antiguos griegos lo habían pensado, no cabe duda de que en último término estaban en lo correcto. El sonido no es más que vibraciones, ondas de energía, y son también ondas de energía las que componen la materia y la energía tal como la conocemos. De alguna manera, el sonido es la expresión del universo.
En su República, Platón había establecido que era fundamental controlar la música, porque ella llevaba al vicio o la virtud y educaba, sin que se dieran cuenta, a los jóvenes de la Polis. A lo largo de milenios las sonatas fueron una herramienta más de los poderosos para imponer sus ideas y glorificar sus conceptos, y aunque algunos creen que esto se hizo de manera pensada y consciente, yo pienso que es, sencillamente, la naturaleza del poder. Muchos ni siquiera se habrán dado cuenta de lo que hacían.
Ya hemos visto cómo puede usarse el sonido como un arma. Hoy veremos cómo habría podido usarse por casi un siglo como una herramienta de alienación, un verdadero aliado de las clases poderosas que, dicen algunos, están interesados en la esclavización de la Humanidad.
De la escala musical
Algunos prefieren una escala pentatónica (es decir, de 5 tonos). Otros, la escala octatónica. En occidente es casi universal la llamada escala cromática con 12 tonos en total (7 tonos completos y 5 semitonos), a la que estamos acostumbrados.
Una escala indica la distancia entre una nota y su homóloga. Por ejemplo: una nota que vibre a 300 Hz vibrará de nuevo a 150 Hz o a 600 Hz, lo que hace enteramente subjetivo el número de divisiones que se asignen. Se trata sencillamente de dividirla en la cantidad de notas que un ser humano es capaz de diferenciar: de ahí que la escala cromática sea la gran favorita.
Imagen que ilustra el efecto del sonido a 432 Hz y 440 Hz en una capa de agua superficial
Verdi y la afinación de la Escala
Pero por supuesto, la escala ha de tener un comienzo. En la actualidad se parte de La (“A”) a 440 Hz, tono a partir del cual se establece la escala hasta los 220 Hz, los 110 Hz y así sucesivamente. Análogamente, la escala sube hasta los 880 Hz, los 1.76 MHz, etc. En total, la audición humana es capaz de detectar con comodidad unas 9 escalas (entre los 20 Hz y los 20 MHz).
Sin embargo, esta medida no ha sido usada siempre. Se dice que distintos puntos de partida tienen como resultado distintos resultados y que dependiendo de la nota desde la que se afine la escala las personas reaccionarán diferente ante el sonido. Muchos músicos solían afinar sus instrumentos de manera que su sonata obtuviera la reacción deseada. Y aquí es donde viene lo interesante.
Se dice que Verdi, un célebre compositor italiano, afinaba su La a 432 Hz, un valor cercano, mas no igual, a los 440 Hz que son la norma actual. Se dice que no lo hacía por capricho o casualidad, sino porque estaba convencido de que este tono favorecía sus sonatas y además, estaba a tono con la matemática universal, pues según él esto permitía basar el sistema en una escala de 2 para Do haciendo que estuviera a 32 Hz, 64 Hz, 128 Hz, 256 Hz y así sucesivamente.
Muchas cosas se hablan de los 432 Hz. Que su “vibra” llega a lo más profundo del alma del ser humano, que estabiliza la mente, que llama las hormonas de la felicidad. La diferencia es realmente imperceptible, por lo que no podemos confiar en nuestro oído para que nos indique si está sonando una u otra afinación. El resultado – un estado de ánimo diferente – es la única prueba con la que contamos.
Ahora, sí es cierto que los 432 Hz parecen tener homólogos en la tierra. Las llamadas “Resonancias Schumman” resuenan, valga la redundancia, en torno a los 8 Hz (aunque varían) y podrían denominarse “el sonido de la tierra” (pues son el nivel al cuál resuena el espectro electromagnético). Los delfines parecen comunicarse usando el mismo sistema de potencias de 2, y en general pareciera que esta es la “naturaleza” del sonido. Muchos músicos y científicos llamaron a los 432 Hz el “diapasón científico” y presionaron por su adopción generalizada.
Como nota al margen, algunas fuentes afirman que no son exactamente 432 Hz, sino 431 y pico. Lo que importaba aquí era usar las potencias de 2 para establecer la escala.
Giuseppe Verdi
La llegada de los 440 Hz
Pero hacia mediados del siglo XX el sistema de 432 Hz, tan solicitado por Verdi y otros músicos prominentes, fue desechado. Se supone que se reemplazó con el sistema de 440 Hz hoy generalizado y que originalmente fue propuesto por la Industria Musical Estadounidense. Sin embargo, hay historias un tanto más… oscuras, al respecto.
Se dice que fue Goebbels el primero en notarlo. En sentir como la fuerza, la vibración de la música a 432 Hz se reemplazaba con monotonía y sumisión a los 440 Hz. Que decidió comenzar a experimentar imponiendo esta nota de manera masiva y pronto notó los resultados. La euforia se reemplazaba con histeria. La alegría con fanatismo.
De acuerdo con esto, el rápido ascenso del nazismo tuvo no poco que ver con la adopción de este sistema musical del que pronto aprenderían sus homólogos norteamericanos. Desde entonces, reemplazar el sistema se ha probado como algo prácticamente imposible.
En la actualidad, algunos grupos presionan por el cambio y aseguran que la música es en gran medida culpable del descalabro de la sociedad. Si bien no creó (o no ha creado aún) un mundo de esclavos, si lo llenó de violencia, odio y sufrimiento. De ser verídica esta es seguramente una de las conspiraciones más grandes e influyentes en la Historia.
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