Lección del Infierno
Cuenta una leyenda que en la ciudad de Cuenca en España, vivía un joven muy seductor y agraciado que con sus encantos tenía a más de una jovencita a sus pies. Aparte de su aspecto, el muchacho hacía uso de su gran oratoria para conquistar a las chicas y después que obtenía todos los placeres carnales, las apartaba a un lado y se olvidaba totalmente de ellas.
Esa era más o menos el día a día de este casanova sin escrúpulos, que rompió más de una honra y corazón. Los padres se encontraban preocupados, sus hijas se encontraban devastadas sin la posibilidad de resarcir su buen nombre, pues aquel canalla contaba con habilidades de un gran charlatán y eran tiempos en los que aún se relacionaba la dignidad de la mujer con su virginidad.
Un día al pueblo llegó una bella joven. Aquella forastera llamó la atención inmediatamente, pues su apariencia física más su cautivadora personalidad dejaban a más de uno encandilado. Diana, era el nombre de la atractiva mujer, y su magnetismo era tal que ni las mujeres se salvaban de ella. Y como podrán imaginar, el Romeo del pueblo’ se vio atraído por ella.
Diana sabía las artimañas de las que se valía este tipo de hombres: cada coqueteo se convirtió en palabras de rechazo de la joven, y cada día el casanova inventaba alguna nueva estrategia para hacerla caer en su red.
Sin embargo, fue mucha la sorpresa del protagonista de nuestra historia cuando recibió una carta de Diana en que lo citaba en la puerta de la Ermita de las Angustias. La joven aseguraba en su misiva que ella se le entregaría en cuerpo y alma esa noche, la noche de los difuntos.
Muy emocionado, el chico salió corriendo a su encuentro: sabía que los rechazos a los que se vio sometidos tendrían su recompensa. Pero como si el mismo cielo le quisiera advertir de un eminente peligro, la estrellada noche se transformó en tormenta y una fuerte llovizna comenzó a correr. El joven ignoró lo sucedido y continuo su camino a donde su amada.
El castigo idóneo para un charlatán
Cuando vio a Diana, fue como ver a un mismo ángel: ella estaba vestida con las prendas más hermosas y la noche solo la hacía lucir más encantadora. Extasiado, el muchacho comenzó a besarla por toda su piel blanca y quiso arrancarle de un tirón toda su ropa.
El mal clima no se convirtió en un impedimento: estaba fascinado con la presencia de ella, pero el mal trago vino en forma de trueno, pues cuando el cielo destello iluminándolo todo la verdadera naturaleza de Diana se reveló. La chica en vez de piernas tenía unas grandes pezuñas, era el mismo diablo el cual comenzó a reírse con fuertes carcajadas al ver la cara de espanto del chico.
Horrorizado corrió hasta que llegó a la cruz de la ermita, la abrazó con toda su fuerza rogando a Dios que lo salvara de las garras del maligno, quien lo perseguía y en el momento que se acercó para propinarle un zarpazo, le rozó el hombro y su mano quedó bien plasmada en la cruz.
El joven abrió los ojos y descubrió con espanto que en la cruz de piedra había quedado grabada la mano de Satanás y esa marca se puede seguir observando hasta el día de hoy.
Fuentes:
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Imágenes: 1: tarotvidenciacristina.com, 2: sobreleyendas.com
Lección del Infierno
Cuenta una leyenda que en la ciudad de Cuenca en España, vivía un joven muy seductor y agraciado que con sus encantos tenía a más de una jovencita a sus pies. Aparte de su aspecto, el muchacho hacía uso de su gran oratoria para conquistar a las chicas y después que obtenía todos los placeres carnales, las apartaba a un lado y se olvidaba totalmente de ellas.
Esa era más o menos el día a día de este casanova sin escrúpulos, que rompió más de una honra y corazón. Los padres se encontraban preocupados, sus hijas se encontraban devastadas sin la posibilidad de resarcir su buen nombre, pues aquel canalla contaba con habilidades de un gran charlatán y eran tiempos en los que aún se relacionaba la dignidad de la mujer con su virginidad.
Un día al pueblo llegó una bella joven. Aquella forastera llamó la atención inmediatamente, pues su apariencia física más su cautivadora personalidad dejaban a más de uno encandilado. Diana, era el nombre de la atractiva mujer, y su magnetismo era tal que ni las mujeres se salvaban de ella. Y como podrán imaginar, el Romeo del pueblo’ se vio atraído por ella.
Diana sabía las artimañas de las que se valía este tipo de hombres: cada coqueteo se convirtió en palabras de rechazo de la joven, y cada día el casanova inventaba alguna nueva estrategia para hacerla caer en su red.
Sin embargo, fue mucha la sorpresa del protagonista de nuestra historia cuando recibió una carta de Diana en que lo citaba en la puerta de la Ermita de las Angustias. La joven aseguraba en su misiva que ella se le entregaría en cuerpo y alma esa noche, la noche de los difuntos.
Muy emocionado, el chico salió corriendo a su encuentro: sabía que los rechazos a los que se vio sometidos tendrían su recompensa. Pero como si el mismo cielo le quisiera advertir de un eminente peligro, la estrellada noche se transformó en tormenta y una fuerte llovizna comenzó a correr. El joven ignoró lo sucedido y continuo su camino a donde su amada.
El castigo idóneo para un charlatán
Cuando vio a Diana, fue como ver a un mismo ángel: ella estaba vestida con las prendas más hermosas y la noche solo la hacía lucir más encantadora. Extasiado, el muchacho comenzó a besarla por toda su piel blanca y quiso arrancarle de un tirón toda su ropa.
El mal clima no se convirtió en un impedimento: estaba fascinado con la presencia de ella, pero el mal trago vino en forma de trueno, pues cuando el cielo destello iluminándolo todo la verdadera naturaleza de Diana se reveló. La chica en vez de piernas tenía unas grandes pezuñas, era el mismo diablo el cual comenzó a reírse con fuertes carcajadas al ver la cara de espanto del chico.
Horrorizado corrió hasta que llegó a la cruz de la ermita, la abrazó con toda su fuerza rogando a Dios que lo salvara de las garras del maligno, quien lo perseguía y en el momento que se acercó para propinarle un zarpazo, le rozó el hombro y su mano quedó bien plasmada en la cruz.
El joven abrió los ojos y descubrió con espanto que en la cruz de piedra había quedado grabada la mano de Satanás y esa marca se puede seguir observando hasta el día de hoy.
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Imágenes: 1: tarotvidenciacristina.com, 2: sobreleyendas.com