Para los turistas amantes de lo extraño, existe un destino espléndido para esa preferencia, localizado en Ciudad de México. Increíblemente, en medio de toda esa selva de cemento, de una de las capitales más contaminadas del mundo, exista una zona sobrenatural, una isla donde los habitantes son muñecos que parecen diabólicos y entidades oscuras. Bienvenidos a la enigmática isla de las muñecas:
Se ha calificado como uno de los sitios más sugestivos del planeta y no es para menos, pues sus paisajes están llenos de tétricas caras de muñecas que cuelgan de los árboles. Jamás este lugar fue diseñado con la intención de llamar la atención de los turistas, sino que surgió de una historia real que pone los pelos de punta.
Es una zona de canales rodeados por islas flotantes, un modo de agricultura que se empleaba en la antigüedad por los Mayas e Incas, para lo cual se disponían de determinadas áreas de forma rectangular y que contaran con una tierra bien fértil para desarrollar los cultivos sobre la superficie del agua.
Esta isla denominada como Xochimilco con largos canales navegables, pertenece a la lista de delegaciones de Ciudad de México, que en total son 16. Cuenta con 190 km cuadrados y se localiza de la parte suroriental de la ciudad.
En el año 1987, fue declarado como “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la UNESCO. De entre todas estas pequeñas islas que flotan a través de los canales, sobresale una por los terribles acontecimientos que se cuentan sucedieron allí, además de sus tétricos panoramas. Es “la isla de las muñecas”, que incluso llega competir con lugares bastante escalofriantes en el mundo.
Se trata de un sitio macabro donde no vive ni un solo ser humano. Se puede caminar durante horas y seguir hallando muñecas con caras malignas. En medio de la isla hay una cabaña, que perteneció a un hombre llamado Julián Santana, el único que alguna vez habitó allí y lo hizo durante casi medio siglo. Fue él, quien comenzó con la extraña manía de colgar esa clase de muñecas por doquier.
Algo muy extraño es que no son muñecas normales, de las que comúnmente se encuentra en el mercado, sino con facciones tenebrosas, sucias, algunas raramente mutiladas, también derruidas por el sol, la lluvia, el tiempo, la vegetación y los animales. En la misma cabaña están colgadas por todas las paredes.
Cuenta la leyenda que don Julián vivía muy tranquilo en aquel paraíso, que en aquel entonces se llamaba la isla de Tezhuilo. Pero un día, se llevó una enorme sorpresa cuando encontró el cuerpo sin vida de una mujer joven, flotando sobre las aguas de un canal. Al lado de la chica, había una muñeca y él se sintió muy atraído a tomarla en sus manos.
Una vez ya entre sus dedos, la miró fijamente a los ojos y entró en un estado de trance muy extraño, como si fuese un zombi. Pero antes de quedar plenamente embrujado, sentía que debía hacer un homenaje a la joven fallecida y colgar esa muñeca en un árbol a modo de altar.
Pero entonces, don Julián perdió total noción de sí mismo y de todo y como un loco se dispuso a conseguir muñecas y colgarlas en todos los árboles que encontró en la isla y en todas partes donde tuvo oportunidad. Así permaneció durante 50 años, de día y de noche sólo en esa función, como un autómata programado.
Alguna vez alguien logró preguntarle a don Julián por qué razón no paraba de conseguir muñecas para colgar, entonces dijo que era la única manera que conocía para poder ahuyentar la entidad malévola en la que se había convertido aquella chica que perdió la vida al caer en el canal.
50 años en la misma actividad y todo terminó en el año 2001, cuando don Julián sufrió de un fulminante infarto y cayó muerto en el mismo sitio donde otrora falleciera la joven muchacha. Un sobrino de don Julián, Anastasio Santana, decidió luego ir a vivir en la isla y continuar con la tarea de llenarla de muñecas sombrías hasta en el último rincón.
Algunos relatos aseguran que fueron las mismas muñecas, las que habrían acabado con don Julián y ahora con su sobrino, la nueva víctima paranormal.
Imagen: wikipedia.org