Dentro de la Historia de América, se conoce con el nombre de Cultura Olmeca a la civilización que fundó la civilización Mesoamericana, teniendo su punto de florecimiento entre el 1200 y el 400 a.C, momento en el que ocuparon principalmente las regiones de San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes, regiones ubicadas en el actual territorio mexicano.
Trascendencia de la Cultura Olmeca
Con respecto a la importancia de esta civilización, los arqueólogos han reseñado la posición de cultura fundacional y precedente de las culturas que se desarrollaron después en Mesoamérica, como por ejemplo la Maya, la Zapoteca e incluso la propia Mexica. De esta forma, se le concede a la cultura Olmeca el haber establecido los parámetros sociales, económicos, políticos y religiosos, sobre los cuales se levantaron los pueblos que los sucedieron.
Así mismo, la Cultura Olmeca es reconocida como una civilización avanzada, la cual concebía el cosmos como una estructura organizada, cuyos principales aspectos sin embargo escapan al entendimiento de la civilización actual. De igual forma, desarrollaron varias ciudades, las cuales se cree no conformaron un imperio consolidado, sino varios Estados independientes, pero arropados bajo los mismos preceptos culturales, religiosos e incluso económicos, por lo cual es considerada una cultura como tal.
La escultura Olmeca
Al momento de estudiar una antigua civilización, uno de los testimonios materiales más relevantes es el arte que esta cultura haya desarrollado. En el caso de la Cultura Olmeca resalta especialmente la Escultura, la cual es considerada como una expresión bastante compleja y elaborada, la cual ha sido objeto de estudio durante años. Dentro de la Escultura Olmeca se distinguen especialmente dos clases de objetos, que conforman básicamente el género artístico de esta civilización. Resulta pertinente entonces, analizar cada uno de ellos, en especial respecto a los materiales, intenciones y motivos, siendo estos los principales elementos que los diferencian. A continuación, cada uno de los tipos de escultura Olmeca:
Esculturas pequeñas
Menos famosas, estas pequeñas obras de arte fueron desarrolladas por la Cultura Olmeca, pudiendo encontrarse de forma abundante en los restos arqueológicos de esta civilización, aun cuando en la actualidad se desconoce por completo el uso al que eran destinadas. Sin embargo, los investigadores las han descrito como pequeñas piezas, que resaltan por la impecable técnica de tallado con la que fueron labradas, la cual también significa un misterio en la actualidad, sobre todo porque no fue imitado por ningún otro pueblo, desapareciendo con la civilización Olmeca, cuando esta terminó por ser absorbida por los pueblos del Pacífico, alrededor del año 400 a.C.
Igualmente, los especialistas han señalado que estas pequeñas piezas fueron talladas directamente en piezas de jade, hematina y serpentina, piedras a las cuales se les aplicaba una técnica de pulidos, que las hacía nacer como piezas brillantes, de reflejos cristalinos, y que eran usadas por los miembros de esta cultura como piedras preciosas o semipreciosas, con las cuales se realizaban dijes y adornos, probablemente con cierto matiz religioso, última hipótesis que se extrae de la presencia de rasgos felinos en algunas de estas figuras que eran usadas por igual en hombres y mujeres, y que recuerdan al Jaguar y la concepción mágico-mitológica que tuvo la civilización Olmeca con respecto a este animal.
Esculturas colosales
No obstante, la Escultura Olmeca es reconocida en todo el mundo específicamente por las piezas de gran tamaño que han sido encontradas en las diferentes excavaciones arqueológicas, en específico a las que refieren a las cabezas colosales, que constituyen uno de los rasgos más conocidos de esta civilización. En cuanto a sus aspectos técnicos, estas cabezas gigantes han sido descritas como piezas monolíticas, labradas en piedra, las cuales sorprenden por sus grandes dimensiones, calculadas en cerca de tres metros de extensión y entre diez y cuarenta toneladas de peso.
Así mismo, los investigadores han señalado que estas piezas fueron labradas en piedra viva, utilizando para esto enormes rocas calizas, de andesita y basalto, lo sorprendente es que ninguna de estas piedras son naturales de los sitios en donde fueron encontradas las esculturas, sino que son originarias de una cantera que puede encontrarse a más de ochenta kilómetros de los puntos donde se desarrolló la cultura Olmeca, lo cual revela también parte del increíble esfuerzo que esta civilización colocó en el desarrollo de estas esculturas.
En lo que refiere a sus motivos, los arqueólogos han concluido que no son cabezas talladas al azar o de forma idéntica, sino que cada una de las 17 cabezas colosales encontradas hasta ahora, responde a rasgos específicos, por lo que se creen que puedan ser retratos, la gran pregunta es que quiénes. Al respecto varias teorías han indicado que los personajes que inspiraron estas esculturas pudieron ser guerreros o gobernantes, hipótesis que cobra fuerza ante el enterramiento al que fueron sometidas estas esculturas, como si al momento de morir el soberano o el guerrero, sus seguidores hubiesen dispuesto el enterramiento también de la cabeza que le representaba. Otros sin embargo, se inclinan más por pensar que pudieron ser representaciones materiales de los dioses olmecas.
Igualmente, de estas cabezas resaltan especialmente los rasgos negroides que pueden verse en los rostros tallados, los cuales para nada se parecen a las facciones indígenas mesoamericanas. En este sentido, existen hipótesis que buscan plantear intercambios interoceánicos anteriores a la llegada de los europeos al territorio americano. Sin embargo, la teoría que más peso ha cobrado es la síntesis que ocurre entre rasgos humano y felinos, los cuales dan como resultado este tipo de rasgos, que se asemejan a la civilización africana, pero que no tiene que ver con ella, sino con un intento de humanizar al jaguar, símbolo mágico de esta cultura, o por el contrario, acercar lo felino a la forma humana, lo que corroboraría también la idea de que las esculturas se hacían con el fin de materializar los distintos dioses olmecas.
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