Hambre
Uno de los mayores logros de nuestra civilización es haber acabado, al menos parcialmente, con el hambre. Es cierto que hoy día millones de personas siguen con problemas por su alimentación, pero en relación con tiempos pasados la situación es incomparable… y más en los países de ingreso alto y medio. Hoy día una hambruna es algo que la mayoría de quienes leen estas páginas ven por televisión y jamás han vivido en carne propia.
Aún hoy día hay gente que pasa hambre, claro, pero una hambruna en toda regla no se vive desde hace varias décadas. La última gran hambruna por fuera de África ocurrió en 1994 en Corea del Norte, la última por fuera de África y Asia, en 1944 en Holanda (como consecuencia de la II Guerra Mundial). En general, el mundo ha estado relativamente bien alimentado por fuera de África y del Sudeste Asiático durante el siglo XX (a excepción de los periodos en guerra).
Podríamos alargar la lista y resaltar todas las hambrunas, pero hoy hablaremos de una muy particular: la gran Hambruna Irlandesa de 1841. Se trató de un suceso espantoso para la pequeña isla que tuvo consecuencias terribles en su población… y una serie de causas bastante particulares. Veamos:
Patata
Aunque la mayor parte de los países latinoamericanos hablamos de “papas”, nos referiremos aquí a las “patatas”, nombre con el que se les designa en Europa (y en inglés). Las patatas llegaron al viejo continente provenientes de Perú, Ecuador y Colombia allá en el siglo XVI y se convirtieron pronto en un elemento fundamental de la dieta de los países más nórdicos.
Los cultivos tradicionales del viejo mundo (el trigo, la cebada, la avena, el arroz, el sorgo, el mijo, el centeno, entre otros) se habían desarrollado en las regiones de Mesopotamia y Oriente medio y habían avanzado lentamente hacia el norte, a medida que se creaban variedades más resistentes. La papa, por el contrario, era un cultivo especializado en resistir temperaturas gélidas y condiciones ásperas, por lo que pronto ganó muchísima aceptación en las regiones más septentrionales del continente. Algunos han llegado a afirmar que fue la papa lo que salvó a Europa del Norte y le permitió crecer en un periodo en el que los inviernos se hacían cada vez más fríos y largos.
Irlanda fue uno de los primeros países en adoptarla y uno de los que más agradecido se mostró con el tubérculo. Hoy día la papa, pese a no ser un alimento nativo de allí, es considerado como una comida tradicional y fundamental en la cultura y la gastronomía de la isla. Así, para principios del siglo XIX la papa ya era el principal cultivo de la isla.
Irlanda e Inglaterra
En aquel mismo periodo Irlanda era prácticamente una colonia inglesa, completamente subyugada a los intereses británicos. Durante los dos siglos anteriores la Inglaterra protestante había prohibido a los irlandeses católicos comprar tierras, aprender una profesión, tener un puesto oficial, votar y educarse, entre otras cosas. Aunque estas leyes se abolieron parcialmente en 1793 y de nuevo en 1829 el daño ya estaba hecho.
Irlanda era, a principios del siglo XIX, un hervidero social al borde de la hecatombe. Sus habitantes no eran dueños de prácticamente nada del territorio de la isla, solo la arrendaban a los propietarios “legítimos”, nobles ingleses que las habían obtenido por medio de la guerra siglos atrás.
Memorial de la hambruna en Dublín
Prácticamente todas las comisiones enviadas por el gobierno británico a Irlanda para dar nota de la situación advertían lo mismo: el país estaba al borde del colapso. La población era indeciblemente pobre incluso para los estándares de aquel periodo, estaba mayoritariamente sin empleo y crecía aceleradamente. Sin embargo, estas comisiones también estaban constituidas por terratenientes y nobles, por lo que rara vez brindaban soluciones radicales.
En 1840 más del 60% de los irlandeses vivía en un terreno de menos de 6 hectáreas sin saber si al día siguiente su terrateniente lo echaría de la granja sin ninguna razón y temiendo que un día no le alcanzase para pagar la renta. En estas condiciones, sólo la papa era lo suficientemente productiva para garantizar la supervivencia de los campesinos y sus familias, por lo prácticamente todo el mundo la cultivaba. El otro cultivo principal era el trigo, pero este era demasiado costoso y poco productivo para los campesinos y se usaba exclusivamente para pagar las rentas.
La plaga
La enfermedad que afectó los cultivos se denomina tizón tardío y llegó a Irlanda proveniente de los Estados Unidos en 1845. Hacia finales de aquel año ya había afectado gran parte de los cultivos de la isla.
El asunto fue dramático: la producción disminuyó entre un 30 y un 50% dependiendo del área y los irlandeses, sin más recursos, se vieron obligados a la caridad. Sin embargo, no sería el cultivo, sino las acciones del gobierno británico, lo que haría que la crisis tornara en catástrofe.
La gran hambruna
El gobierno británico estaba entonces muy comprometido con la ideología del Laissez Faire y consideraba que la economía solucionaría el problema rápidamente, por lo que decidió intervenir poco y de maneras indirectas (brindando empleos en obras públicas, por ejemplo). Muchos nobles miembros del Parlamento protestaron, pero en últimas las decisiones no atacaron de fondo el problema ni brindaron alivio a las poblaciones que morían de hambre.
Los resultados fueron espeluznantes. En 5 años la población perdió casi un 30% de su población: se calcula que hubo más de dos millones de muertes y centenares de miles de emigrantes que marcharon a Europa y los Estados Unidos. La Isla tardó décadas en recuperarse completamente de la catástrofe.
Los programas de obras públicas del gobierno subestimaron la magnitud de la crisis: las crónicas cuentan de “centenares de hombres enfermos y moribundos esforzándose por cavar agujeros en el suelo”. Lo que es peor, el gobierno incluso envió a tropas militares para garantizar la seguridad de los cultivos de exportación de la Isla. En tiempos pasados, las hambrunas se combatían cerrando los puertos y, para indignación de los mercaderes, forzándolos a mantener los cultivos en la región lo cual bajaba los precios. En esta hambruna, todo fue diferente. Sin embargo, siendo justos hay que señalar que allí donde el gobierno actuó de manera irresponsable y cruel miles de personas y entidades en Inglaterra y el mundo enviaron su apoyo a Irlanda, ofreciendo algo de alivio a la penosa situación. No sería hasta 1852 que los cultivos florecieran de nuevo y la hambruna se considerara oficialmente terminada.
Imágenes: 1: papeldeperiodico.com, 2: innisfree1916.wordpress.com, 3: npr.org