La guerra en el siglo XXI
Sería ingenuo pensar que con los impresionantes avances tecnológicos de la era digital las maneras de hacer la Guerra no se verían modificadas. Hace poco hablamos del peligro potencial de la creación de armas automatizadas (“robóticas”) con la capacidad de decidir sobre la vida y la muerte de los seres humanos, un asunto que podría hacer peligrar nuestro futuro. Pues bien, hoy hablaremos de la “Guerra de los Drones”, una realidad que podría tener muchas implicaciones en el mundo actual.
Como siempre, son los Estados Unidos los que llevan la delantera en este tipo de proyectos. En este caso, se trata del uso de drones pilotados a distancia para combatir a los supuestos enemigos del gigante norteamericano… en otros lugares del mundo y particularmente en oriente medio y Asia central. El uso de drones tiene muchísimo sentido desde el bando norteamericano: su manejo es relativamente sencillo, su costo despreciable (al menos para las Fuerzas Armadas de aquel país, con más presupuesto que ningún otro ejército en el mundo) y ante todo, su destrucción no implica la muerte de ningún ciudadano norteamericano. Aunque no nos lo parezca, dicho país valora la vida de sus soldados.
Sin embargo, la legislación internacional con respecto al uso de drones de combate es endeble, por decir lo menos, y los Estados Unidos juegan con fuego cada vez que realizan una de estas misiones. Es por esto que han presentado la imagen de un sistema limpio, que no genera muertes innecesarias y ahorra sufrimientos a ambos bandos. Pero una reciente filtración de documentos podría acabar con esta imagen de la llamada “Guerra de los Drones”.
Lo que dicen los documentos
Al contrario que con el célebre caso de Edward Snowden, no se conoce el nombre de la persona que filtró estos documentos y se le llama sencillamente The Interceptor. La persona detrás de la filtración ha hecho un trabajo importante manteniendo su identidad oculta ya que teme, seguramente, un destino parecido al de Edward Snowden
De acuerdo con los documentos filtrados, los Estados Unidos han mentido sistemáticamente con respecto a la efectividad de este modus operandi y, ante todo, en lo que respecta al número de víctimas. Por ejemplo, las cifras indicarían que en el año 2012 (y hasta febrero de 2013) de las más de 200 víctimas de los ataques, solo 35 eran blancos seleccionados por el ejército. Los demás eran lo que en jerga militar denominan “daños colaterales”.
Y este sería incluso un caso benigno. En algunas misiones, el número de bajas no programadas superaría el 90% incluyendo niños y mujeres civiles no vinculados a grupos terroristas, lo que indicaría un violación particularmente grave a los derechos humanos por parte del gobierno de los Estados Unidos.
Los problemas estructurales del modelo
De acuerdo con la inteligencia norteamericana, el sistema de drones usa un modelo conocido como Inteligencia de Señales, basándose en metadata que integra señales de radio, telefónicas, rastros informáticos y de comunicaciones. El problema es que, según los documentos internos, dicha metodología es “pobre” y “limitada en su eficacia” y no debería ser usada si el objetivo es el asesinato de una persona.
Pero lo más importante es que los documentos estadounidenses no refieren los daños colaterales de tal manera, sino que los llaman “enemigo matado en acción” asumiendo una postura que afirma que toda persona en torno a un supuesto terrorista hacía parte de su círculo militar y haciendo imposible determinar cuántos eran verdaderamente militantes y cuántos eran civiles, así como los casos en los que sólo cayeron víctimas civiles.
Aunque no cabe duda de que los drones no presentan los mismos problemas eventuales que los robots para la humanidad, su uso debería ser regulado con mayor firmeza. Pero como siempre, tenemos un problema porque la tecnología avanza a un ritmo mucho más rápido que la legislación… o que la misma sociedad.
Fuente de imágenes: 1: hacked.com, 2: i.dawn.com