El nacimiento de la madre monte
Esta historia viene desde la época de la Conquista, cuando la ambición de los invasores se vio reflejada no solo en su obsesión por dominar tierras que les eran ajenas sino en el exterminio de los habitantes de la zona sin misericordia. La historia que vamos a narrar a continuación es propia de Colombia, muy común en las ciudades del Tolima y Medellín, de un ente cautivante pero letal: la madre del agua.
La crueldad de un padre y el dolor de una hija
Como lo mencionamos antes, todo ocurrió en pleno tiempo de conquista; un capitán español estaba arrasando con las tribus aledañas y en su conflicto capturó al líder de una tribu. El prisionero se vio sometido a un sinfín de castigos y humillaciones, pero todas la enfrentó con la valentía que caracteriza a un gran guerrero. Y mientras todo eso sucedía, alguien observaba tales actos de crueldad contra un hombre que no era capaz defenderse, esa era la hija del capitán, quien desolada por el panorama decidió ayudar al guerrero a escapar.
La chica le rogó al captor que lo tenía en aquel momento que le permitiera huir al indígena: las lágrimas de la joven conmovieron al guardia y dejó ir al hombre. La doncella española, quien contaba en aquellos momentos con unos quince años, poseía unos hermosos ojos azules y una abundante cabellera rubia, y se dio cuenta que se había prendado del cacique quien era un hombre fornido, buen mozo, arrogante y por lo que había comprobado era alguien valiente.
Ambos emprendieron la huida por los boscosos senderos de la montaña. El anonadado joven indio estaba cautivado por la española, pues su belleza no era algo común entre su raza. Fueron días y noches duras, los soldados del padre de la joven seguían buscándolos, los cazaban como si fueran animales y el peligro siempre parecía respirarles en la nuca.
Pasó el tiempo y se creyeron libres de sus verdugos. Los jóvenes formalizaron su unión y ella quedó embarazada. La pequeña familia se encontraba realmente feliz: la naturaleza les daba lo necesario para vivir, sus captores parecían un mal sueño y todo parecía marchar bien, pero la pareja se encontraba equivocada, la envidia se hizo presente y arruinó sus vidas.
Los celos destruyeron un hogar
Antes de que el cacique fuera capturado, hubo una joven de su tribu que se encontraba enamorada de él, el guerrero rechazó la chica y al parecer ella jamás olvidó el despreció. Así que cuando se dio cuenta que su amado, había hallado la felicidad en los brazos de otra mujer, delató a la pareja fugitiva.
El capitán español corrió al sitio que le habían informado con planes para desfogar su ira contra el cacique y contra el fruto de su amor, pues no quería que su estirpe se viera ‘manchada’ con la sangre de un aborigen. Cuando el mal hombre llegó, ordenó a los hombres amarrar al indio y arrebató de los brazos de la madre al infante y con crueles palabras le dijo: «morirás indio inmundo, no quiero descendientes que manchen mi nobleza, tú no eres de mi estirpe”. Lleno de rencor arrojó al pequeño en una corriente.
Los desolados padres solo miraron atónitos como su mundo se derrumbaba, luego el cruel capitán cortó la cabeza del indio ante su esposa. La mujer llena de pena, dolor y desespero se lanzó a la corriente.
Y así nació la leyenda, en donde las noches tranquilas se ve una bella doncella de cabellos rubios que posee una mirada de tristeza que solo se puede calmar cuando hace temblar las montañas.
Fuentes:
- ;
Imágenes: 1: todacolombia.com, 2: mitosyleyendasalrededordelmundo.wordpress.com
El nacimiento de la madre monte
Esta historia viene desde la época de la Conquista, cuando la ambición de los invasores se vio reflejada no solo en su obsesión por dominar tierras que les eran ajenas sino en el exterminio de los habitantes de la zona sin misericordia. La historia que vamos a narrar a continuación es propia de Colombia, muy común en las ciudades del Tolima y Medellín, de un ente cautivante pero letal: la madre del agua.
La crueldad de un padre y el dolor de una hija
Como lo mencionamos antes, todo ocurrió en pleno tiempo de conquista; un capitán español estaba arrasando con las tribus aledañas y en su conflicto capturó al líder de una tribu. El prisionero se vio sometido a un sinfín de castigos y humillaciones, pero todas la enfrentó con la valentía que caracteriza a un gran guerrero. Y mientras todo eso sucedía, alguien observaba tales actos de crueldad contra un hombre que no era capaz defenderse, esa era la hija del capitán, quien desolada por el panorama decidió ayudar al guerrero a escapar.
La chica le rogó al captor que lo tenía en aquel momento que le permitiera huir al indígena: las lágrimas de la joven conmovieron al guardia y dejó ir al hombre. La doncella española, quien contaba en aquellos momentos con unos quince años, poseía unos hermosos ojos azules y una abundante cabellera rubia, y se dio cuenta que se había prendado del cacique quien era un hombre fornido, buen mozo, arrogante y por lo que había comprobado era alguien valiente.
Ambos emprendieron la huida por los boscosos senderos de la montaña. El anonadado joven indio estaba cautivado por la española, pues su belleza no era algo común entre su raza. Fueron días y noches duras, los soldados del padre de la joven seguían buscándolos, los cazaban como si fueran animales y el peligro siempre parecía respirarles en la nuca.
Pasó el tiempo y se creyeron libres de sus verdugos. Los jóvenes formalizaron su unión y ella quedó embarazada. La pequeña familia se encontraba realmente feliz: la naturaleza les daba lo necesario para vivir, sus captores parecían un mal sueño y todo parecía marchar bien, pero la pareja se encontraba equivocada, la envidia se hizo presente y arruinó sus vidas.
Los celos destruyeron un hogar
Antes de que el cacique fuera capturado, hubo una joven de su tribu que se encontraba enamorada de él, el guerrero rechazó la chica y al parecer ella jamás olvidó el despreció. Así que cuando se dio cuenta que su amado, había hallado la felicidad en los brazos de otra mujer, delató a la pareja fugitiva.
El capitán español corrió al sitio que le habían informado con planes para desfogar su ira contra el cacique y contra el fruto de su amor, pues no quería que su estirpe se viera ‘manchada’ con la sangre de un aborigen. Cuando el mal hombre llegó, ordenó a los hombres amarrar al indio y arrebató de los brazos de la madre al infante y con crueles palabras le dijo: «morirás indio inmundo, no quiero descendientes que manchen mi nobleza, tú no eres de mi estirpe”. Lleno de rencor arrojó al pequeño en una corriente.
Los desolados padres solo miraron atónitos como su mundo se derrumbaba, luego el cruel capitán cortó la cabeza del indio ante su esposa. La mujer llena de pena, dolor y desespero se lanzó a la corriente.
Y así nació la leyenda, en donde las noches tranquilas se ve una bella doncella de cabellos rubios que posee una mirada de tristeza que solo se puede calmar cuando hace temblar las montañas.
Fuentes:
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Imágenes: 1: todacolombia.com, 2: mitosyleyendasalrededordelmundo.wordpress.com