Hiroshima y Okunoshima
En la actualidad, Hiroshima es conocida por haber sido la primera locación bombardeada con un arma nuclear en contexto de guerra (la segunda y última sería Nagasaki). Pero esto no es lo único interesante de este lugar.
A poca distancia de la costa de Hiroshima, en el mar interior de Japón, hay una pequeña isla que a primera instancia no parecería diferente de cualquiera de las miles de islas en el archipiélago de Japón. Hay un servicio de ferry, incluso, que permite visitarla en un día, caminar por sus montañas y visitar sus paisajes.
Y quienes lo hacen, rápidamente notan una peculiar característica: docenas y docenas de conejos curiosos, que saludan a los visitantes y los acompañan en su recorrido.
Es la isla de Okunoshima, conocida también como Usagi Jima: la isla de los conejos.
Usagi Jima y las armas químicas
Nadie sabe con exactitud cómo llegaron los conejos a la isla, pues no son nativos de ella. Pero en ausencia de depredadores pronto comenzaron a ganar confianza y se convirtieron en los tranquilos dueños de su tierra. Sin embargo, antes de su llegada Okunoshima distaba de ser una isla idílica.
Por su locación, era el lugar perfecto para realizar experimentos. Y el Japón de los 1920’s, comprometido con un proceso agresivo de expansión imperial, estaba muy interesado en este tipo de experimentos.
En particular, experimentos sobre armas químicas.
La isla estaba lo suficientemente lejos de áreas pobladas como para no resultar en una amenaza si ocurría un accidente, pero lo suficientemente cerca para poder ser defendida y abastecida con facilidad. Y teniendo en cuenta que la Convención de Ginebra había prohibido el uso de armas químicas, y Japón había firmado, el gobierno estaba muy interesado en hacer lo posible porque nadie se enterara de lo que estaba pasando.
Lo que queda de la antigua fábrica de armas químicas
Entre otros productos, la planta se dedicaba a la producción de gas mostaza, gas sarín y gas lacrimógeno, los cuales serían usados con macabra eficiencia contra la población china en la invasión que Japón hizo de aquel país a partir de 1936. Los planos, la evidencia e incluso parte de la fábrica serían desmantelados en la invasión de los aliados, buscando evitar que estos se enteraran de lo que había ocurrido allí. En la actualidad, la fábrica (o lo que queda de ella) es un museo en el que se muestra la evidencia de la fabricación de los químicos, así como de sus horribles efectos.
Pero aquí no vinimos a hablar de crímenes de guerra. Vinimos a hablar de conejos.
Conejos
Resulta que la hipótesis más conocida sobre la llegada de estos animalitos a la isla tiene que ver, precisamente, con la existencia de esta planta química.
Parece ser que los conejos estaban entre los animales preferidos para analizar el funcionamiento de los gases. Pero en todo el caos que vino con la pérdida de la guerra, algunos de estos animalitos escaparon y se dedicaron a vivir libremente reproduciéndose, bueno, como conejos.
Lamentablemente, la popularización de la isla como destino turístico ha llevado al incremento de los turistas, lo que ha causado un problema inesperado: el incremento temporal de la comida disponible para los conejos. En temporada festiva, su población aumenta en consecuencia, solo para arrasar con el ecosistema cuando las visitas bajan en tiempos de trabajo. Pese a los signos y las advertencias, los turistas no obedecen y siguen alimentando a los animalitos, que viven entonces ciclos de expansión y de muerte masiva.
Es algo triste. Pero los conejitos siguen siendo adorables.
Fuentes:
- https://mysteriousuniverse.org/2017/10/the-mysterious-bunny-island-of-japan/
Imágenes: mysteriousuniverse.org