Extrañas enfermedades se han descubierto en algunas personas en el mundo, pero el caso de Satenik Kazarián, una mujer que salió ante las cámaras de los diversos medios masivos de comunicación a nivel global, a mostrar cómo de sus ojos, en lugar de lágrimas, brotaban vidrios. La noticia se viralizó y lo que descubrieorn luego los médicos, dejó un sabor mucho más intenso de consternación. Veamos:
En septiembre de 2019, una mujer de Armenia, una antigua nación ubicada entre Europa y Asia, llamada Satenik Kazarián, quien en para ese entonces tenía 22 años de edad, logró llamar la atención de los distintos medios, demostrando al mundo una condición muy extraña que jamás se había registrado en los humanos: parecía cristalizar sus lágrimas.
La ciencia médica quedó sorprendida y pronto surgieron los comentarios de reconocidos galenos, intentando explicar qué clase de enfermedad padecía esta chica. Según los grandes reportajes que se hicieron al respecto, se decía que cuando lloraba, salían de sus ojos cerca de 30 cristales, que de inmediato deben ser extraídos con un delicado procedimiento, utilizando un hisopo.
Al pasar de los días, los médicos no lograban dar respuesta a la incógnita. A esa dura labor investigativa se sumaron varios oftalmólogos y neuropatólogos, pero ninguno podía ofrecer si quiera una hipótesis de dicha alteración. Y como es lógico, al tratarse de pequeños vidriecillos, la joven manifestaba todo el tiempo que su vida era un completo martirio, porque el dolor provocado en sus párpados y ojos era desesperante.
Grandes cadenas televisivas y noticiosas, con la intención de llamar la atención de las autoridades respectivas y de ese modo brindar la ayuda tan desesperada que decía buscar Satenik, que incluía desde los exámenes profesionales más exigidos y especializados, así como los procedimientos a que tuvieran lugar su recuperación.
En un día, de acuerdo a su testimonio, lloraba hasta tres decenas de cristales, mismos que si no retiraba con suma prudencia y paciencia, pudiera transformar su llanto, en verdaderas lágrimas de sangre. Y ya cuando no pudo aguantar más, se dirigió hacia el hospital local para ponerse en manos de los especialistas.
La confusión entre los profesionales de la Oftalmología llegó al punto en que remitieron el caso al Viceministro de Salud de Armenia, quien al final vio pertinente convocar una reunión con los más avezados expertos y llegar a conclusiones concretas de cuál es el origen de las lágrimas de cristal y posteriormente, diseñar un tratamiento efectivo para erradicar la enfermedad.
Satenik comentó que al principio, los galenos se mostraron reacios ante lo que observaban, en sus propias palabras dijo:
“Los doctores no nos creían al principio, porque nunca habían visto algo así. De hecho, uno nos echó de su consultorio porque pensó que se trataba de una farsa”.
Según ella, obtuvo algo de calma en su malestar y dolor, con las gotas y antibióticos que le recetaron. Pero infortunadamente, al poco tiempo su organismo rechazó los medicamentos formulados y por consiguiente, se vio forzada a suspender radicalmente su consumo.
Hubo algunos médicos que llegaron a decir que se trataba de un caso de Cistinosis, un mal que ataca los cristales en las células afectando negativamente a diversos órganos, alojado en los lisosomas como consecuencia de la acumulación de cistina.
La verdad al descubierto: logró engañar a la comunidad médica internacional
Los medios rusos fueron quienes más virilizaron el caso, sobre todo porque en ellos se emitieron las entrevistas más nutridas con los testimonios directos de la mujer. Pero todo cambió cuando la doctora Olga Radiónova, experta en Gemología, descubrió toda la verdad: según ella, la chica estaba mintiendo porque en realidad esos no eran cristales, sino una especie de vidrio industrial común y corriente.
Otra experta que acusó a Satenik Kazarián como una mentirosa, fue la profesora Anna Hovakimyan, miembro del Centro Oftalmológico Republicano de Armenia, ya que afirma con total seguridad que la chica siempre ha estado fingiendo, al notar lo mismo: sus lágrimas no son de cristales como siempre se dijo, sino vidrio ordinario.
Adicionalmente, cuando la comunidad científica aceptó haber sido engañada, algunos profesionales expresaron que la joven en realidad no sufría de ninguna Cistinosis, sino de un síndrome llamado Munchausen, una especie de trastorno de la mente que consiste en inventar y causarse a sí mismo síntomas de alguna enfermedad.
No obstante, Dmitry Maichuk, uno de los más resaltados oftalmólogos de Rusia, expuso que efectivamente sí existe una enfermedad extraña que ocasiona que un ser humano llore cristales en vez de lágrimas, pero que éstos son mucho más pequeños y finos de los que mostraba la protagonista de esta historia y que además, causarían un serio daño al ojo, al formarse durante meses y no en unas pocas horas como pretendía Satenik Kazarián.
En la descripción te dejamos el enlace de una de las entrevistas de la joven llorando supuestos vidrios.
Imagen: wikipedia.org