Trastorno de excitación sexual persistente

Se trata de Cara Anaya, de Arizona – Estados Unidos; Cara sufre de una extraña enfermedad denominada “Trastorno de excitación sexual persistente” y asegura que es el peor infierno de su vida, pues los objetos, colores, texturas y hasta sabores que la rodean, le ocasionan excitaciones incontrolables. «Desde afuera puede sonar maravilloso, pero en verdad es frustrante y vergonzoso», confiesa la mujer.

Relata que uno de los peores momentos de su vida, fue cuando estaba en supermercado comprando los víveres cotidianos, cuando los aromas tanto de las personas, como de los productos y del lugar, le ocasionaron un ardiente deseo sexual que de inmediato la mandó al piso entre todos los clientes, en un proceso parecido  una convulsión, sólo que erótica. Asegura que alcanzó a contar casi 190 orgasmos en sólo ese momento, lo cual la dejó al final en un estado de miedo y confusión, además de vergüenza.

Pocos entienden su condición y la juzgan

Esta condición ha sido todo un óbice para desempeñarse y participar de diferentes actividades, desde laborales, hasta sociales. Por ejemplo, Cara dice que no puede asistir a los eventos del colegio de su hijo, porque en cualquier momento entra en un trance multiorgásmico, en frente de todos.

«Se ha devastado mi participación en la vida de mi hijo, porque me siento demasiado sucia para ser una parte de la suya», explicó en varias entrevistas. De tal modo que no sólo su vida se ha visto envuelta de circunstancias bochornosas y complejas, sino también la de su primogénito, pues han optado porque no tenga amigos debido a la enfermedad de su madre. Y es que no es para menos, pues expone que cuando se halla cerca de menores de edad, se siente como si fuera un ser pervertido, porque comienza a desearlos sexualmente y no se puede reprimir. Ya en varios paseos escolares le ha sucedido y ni los niños, ni los padres de familia, han podido entenderla y por el contrario, la han señalado injustamente.

Grandes depresiones sufre a consecuencia del mal que padece. Pasa algunos días encerrada en su casa, con las persianas abajo, porque muchos de ellos están cargados de cientos de orgasmos, aunque hay algunos en que sólo experimenta 10 y para ella son momentos de alivio, aunque en menos de 24 horas vuelve el trastorno exagerado.

Los médicos también quedaron sorprendidos y varios especialistas han analizado su caso, pero no encuentran una cura para la enfermedad. En sus días más duros, puede llegar a experimentar 90 orgasmos cada 60 minutos, lo cual se le ha convertido en una tortura completa, ya que le impide salir a la calle y laborar como cualquier persona. En general, su nivel de vida se reduce considerablemente debido a las fuertes descargas de energía sexual, generándole una debilidad y agotamiento extremos.

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