Un peligro al acecho
La tela de tul de color blanco era la preferida para las bailarinas que daban grandes espectáculos en el escenario. La belleza de la tela, las hacía resaltar encima de las tablas, pero existía un problema y eran las lámparas de gas, las cuales eran volátiles y propensas a ocasionar accidentes y quemar todo a su paso, en este caso, el tul una tela conocida por ser altamente inflamable.
Hay una historia que involucra a un grupo de hermanas, las cuales se estaban presentando en un teatro el 14 de septiembre de 1861. El teatro Continental les dio la bienvenida a las talentosas hermanas Gale, las cuales al momento del suceso tenían menos de 23 años.
Se encontraban reunidas alrededor de unas 1500 personas, quienes estaban ahí para ver el montaje de la obra de Shakespeare, La Tempestad. La producción era grande: había pirotécnica y efectos especiales, todo había salido a la perfección hasta el final del primer acto, cuando una bailarina de nombre Zelia Gale, pasó corriendo en medio del escenario envuelta en llamas: su ropa se había encendido debido a una fuga de gas en su camerino y su ropa, la cual era de gasa inflamable ardió.
Las hermanas de Gale y otras bailarinas, intentaron ayudarla, pero el fuego lo único que hizo fue extenderse y quemar su indumentaria la cual se derritió en la piel, matándolas. Algunas de las chicas, desesperadas, terminaron lanzándose por una ventana del segundo piso y sus cuerpos quemados quedaron tendidos en Sansom Street, en aquel tiempo conocido como George Street.
El resto de las bailarinas que alcanzaron a llegar al hospital, murieron en una agonía terrible y lo último que pidieron fue un poco de agua antes de fallecer.
Una terrible tragedia
William Wheatley, quien era el dueño del teatro y un antiguo actor pedía al público que desalojara el lugar, aunque el pánico fue inevitable. Ningún espectador murió ese día, pero el lugar quedó en cenizas.
Investigaciones preliminares terminaron exonerando a Wheatley y él se encargó de erigir un monumento en el cementerio de Mount Moriah en honor a las hermanas Gale y celebró los funerales de las víctimas en su residencia del 819 en la Calle Novena Norte. El pueblo se sumió en una profunda tristeza y a eso hay que sumarle que atmósfera era aún más sombría considerando que la Guerra Civil se encontraba en apogeo.
El teatro reabrió sus puertas en 1865 como Teatro Americano, aunque no se vio indemne de nuevas conflagraciones.
Fuentes:
- https://www.jstor.org/stable/1567482
- https://forgottenstories.net/tag/continental-theater/
Imágenes: 1. jstor.org 2. forgottenstories.net
Un peligro al acecho
La tela de tul de color blanco era la preferida para las bailarinas que daban grandes espectáculos en el escenario. La belleza de la tela, las hacía resaltar encima de las tablas, pero existía un problema y eran las lámparas de gas, las cuales eran volátiles y propensas a ocasionar accidentes y quemar todo a su paso, en este caso, el tul una tela conocida por ser altamente inflamable.
Hay una historia que involucra a un grupo de hermanas, las cuales se estaban presentando en un teatro el 14 de septiembre de 1861. El teatro Continental les dio la bienvenida a las talentosas hermanas Gale, las cuales al momento del suceso tenían menos de 23 años.
Se encontraban reunidas alrededor de unas 1500 personas, quienes estaban ahí para ver el montaje de la obra de Shakespeare, La Tempestad. La producción era grande: había pirotécnica y efectos especiales, todo había salido a la perfección hasta el final del primer acto, cuando una bailarina de nombre Zelia Gale, pasó corriendo en medio del escenario envuelta en llamas: su ropa se había encendido debido a una fuga de gas en su camerino y su ropa, la cual era de gasa inflamable ardió.
Las hermanas de Gale y otras bailarinas, intentaron ayudarla, pero el fuego lo único que hizo fue extenderse y quemar su indumentaria la cual se derritió en la piel, matándolas. Algunas de las chicas, desesperadas, terminaron lanzándose por una ventana del segundo piso y sus cuerpos quemados quedaron tendidos en Sansom Street, en aquel tiempo conocido como George Street.
El resto de las bailarinas que alcanzaron a llegar al hospital, murieron en una agonía terrible y lo último que pidieron fue un poco de agua antes de fallecer.
Una terrible tragedia
William Wheatley, quien era el dueño del teatro y un antiguo actor pedía al público que desalojara el lugar, aunque el pánico fue inevitable. Ningún espectador murió ese día, pero el lugar quedó en cenizas.
Investigaciones preliminares terminaron exonerando a Wheatley y él se encargó de erigir un monumento en el cementerio de Mount Moriah en honor a las hermanas Gale y celebró los funerales de las víctimas en su residencia del 819 en la Calle Novena Norte. El pueblo se sumió en una profunda tristeza y a eso hay que sumarle que atmósfera era aún más sombría considerando que la Guerra Civil se encontraba en apogeo.
El teatro reabrió sus puertas en 1865 como Teatro Americano, aunque no se vio indemne de nuevas conflagraciones.
Fuentes:
- https://www.jstor.org/stable/1567482
- https://forgottenstories.net/tag/continental-theater/
Imágenes: 1. jstor.org 2. forgottenstories.net