Tanto en las culturas americanas, como en las orientales, se habla de vampiros desde tiempos remotos. Se le describe como una clase de ser poderoso y demoníaco, una especie de semidios inmortal que vive en los panteones. La mujer vampiro más conocida del mundo es Elizabeth Bathory, pero en Latinoamérica también surgió una Nosferatu. Ella es Magdalena Solís, la vampiresa real de México:
Magda fue una mujer muy peligrosa en su tiempo. Nació en el seno de una familia muy problemática y disfuncional, en el año 1933, en Tamaulipas, territorio mexicano. Se le conocía como la “vampiresa sacerdotisa” y fue autora de varios crímenes en una pequeña localidad cercana de Monterrey, Nuevo León.
Tenía obsesiones eróticas bastante enfermizas y se caracterizaba por realizar sacrificios satánicos en grupo, en una secta de la cual ella era la líder. Aquellos adeptos que cansados de los abusos a los que eran sometidos y las fuertes escenas dantescas en los rituales oscuros, pretendían abandonar la secta, ella los condenaba a la pena de morir.
El dolor y la pobreza la habrían conducido a la maldad
Esta mujer con un nivel extremo de oscuridad, nació en una familia de muy escasos recursos y por ese motivo, se sintió inclinada a vender su cuerpo desde muy joven, oficio que abandonó cuando se unió con su hermano, llamado Eleazar Solís, y otro individuo de nombre Cayetano Hernández, para delinquir estafando. A medida en que pasaban los años dentro de la secta y grupo delincuencial, Magdalena aumentó sus delirios y psicosis, al punto de creerse una deidad del mal.
En los ritos ofrecidos a las entidades que le otorgaban poderes mágicos y toda clase de favores, ella bebía la sangre de sus víctimas. Varios grupos de metal le rinden homenaje en sus letras y nombres. Las torturas a las que sometía a los infortunados que caían en sus manos, son indescriptibles, acompañados de aberraciones espantosas. Por lo general, usaban a los miembros desertores, para ofrecerlos en sacrificio.
El líquido vital de las víctimas lo vertía en un cáliz, donde previamente había depositado sangre de gallina y algunos psicotrópicos. No sólo ofrecían a un ser humano, sino también animales para sus ceremonias infernales. Estaban totalmente sedientos de poderes y sensaciones carnales más allá de la imaginación. Magda creyó ser la reencarnación de Coatlicue, una deidad de los aztecas. Los cuerpos sin vida hallados por las autoridades, tenían el corazón disecado y se cree que les hicieron eso mientras estaban vivas.
La vampiresa mexicana creía firmemente, que aparte de obtener los poderes del mal, también sería favorecida por las jerarquías demoníacas con inmortalidad, belleza y juventud, si todo el tiempo bebía sangre. Cada día se convencía de que era Coatlicue hasta envolverse en un ambiente por completo psicótico.
La evolución e involución de la magia de los mayas y aztecas
De acuerdo con algunos antropólogos, los aztecas, mayas y las demás culturas americanas, fueron unos en sus comienzos y otros, en la parte final de su ciclo de existencia. Al principio, no habían sacrificios ni ritos oscuros. Sólo había conocimiento y enfoque en la espiritualidad de la luz. Pero con el pasar de los milenios se tornaron malignos y en sus etapas finales practicaban magia negra. Por eso, de algunos conocimientos que llegaron a Magdalena Solís, de chamanes demoníacos, ella se empeñó en realizar que la sangre era el alimento que otorgaba inmortalidad a los dioses.
Las fuerzas policiales mexicanas concluyeron que hubo seis semanas seguidas de intensos sacrificios, por parte de esta secta dirigida por la endemoniada mujer. Todo acabó gracias a que por accidente, un niño de 14 años de edad, cuyo nombre era Sebastián Guerrero, en el año 1963 presenció un ritual macabro y rápidamente avisó a las autoridades.
Sebastián acudió a la estación de policía más cercana que halló a su paso, pero no le dieron mucha credibilidad. Así que enviaron a un agente en compañía del jovencito, a verificar lo que él denunciaba. Pero en esa acción, en inmediaciones de la casa de las atrocidades, los miembros de la secta secuestraron al investigador y al niño. Entonces, fueron el material para las ceremonias satánicas que esa noche la vampiresa mexicana efectuó.
Pero al notar que algo raro sucedía, los policías siguieron el rastro y lograron capturar a Eleazar Solís y su hermana demente, Magdalena. Se les condenó a una pena de medio siglo en prisión, por haber cometido sólo dos crímenes, mismos que la policía pudo corroborar con las pruebas necesarias. Las demás víctimas quedaron impunes, pues los miembros del siniestro culto se negaron a confesar y no se encontró material probatorio.
Imagen: mundotkm.com