El imaginario colectivo del cuento “El Principito”, escrito por Antoine de Saint Exupéry, es que se trata de un cuento infantil. Pero en realidad, esconde todo un complejo grupo de temas filosóficos y profundos, relacionados con el tiempo, la soledad, la pérdida, el amor y la amistad.
El niño y el piloto
La historia comienza con un piloto de avión, que va relatando su vida, al quedar atrapado en un desierto con su aeronave. Su relato inicia desde cuando era niño, su adolescencia, cuando se formó como piloto de avión y cómo terminó en aquel desierto. Luego se encuentra a un niño especial, quien también relata en detalle su vida y el largo recorrido que siguió para llegar a la Tierra. Aquel infante despertó toda una reflexión en el piloto, permitiéndole ver la importancia de volver a ser como niño en un sistema social de adultos. Pero su autor murió misteriosamente.
El Principito fue traducido a 150 idiomas y ha vendido más de 80 millones de copias. Se ha posicionado como una obra cumbre en la cultura de Francia y del mundo entero.
Todo inició con un accidente aéreo sucedido en el año 1935, en el Sahara. El aparato iba piloteado por Saint Exupéry y Andre Prevot, en plena guerra mundial. Varias alucinaciones se crearon en la pantalla de su mente debido al exagerado calor de ese desierto. Por fortuna, fueron encontrados por un hombre que pasaba por el lugar en un camello. De acuerdo con el escritor, esa experiencia y las alucinaciones que experimentó, lo condijeron a producir su libro.
Desapareció misteriosamente
Antes de disfrutar de la gran fortuna que su obra generaría, en 1944, mientras Exupéry sobrevolaba las costas de Francia, de un momento a otro y con total misterio, el aeroplano desapareció. En 1998, un hombre dedicado a la pezca, encontró en el mar de Marcella, una pulsera en la que se había grabado el nombre del piloto-escritor.
Las autoridades mantuvieron la investigación en secreto y varios años después, los resultados de la búsqueda de los restos de la aeronave dieron frutos, al ser hallados en 2004. No obstante, aun cuando se encontró el avión, la causas de su siniestro seguían siendo un misterio. Pero en el año 2008, Horst Ripper, un mercenario de la Segunda Guerra Mundial, confesó que el día de la desaparición de Exupéry, él se encontraba en el lugar en el que volaba.
Un asesinato confesado
Ripper asegura que sintió un gran temor al pensar que ese avión era un enemigo, por lo que decidió destruirlo con varios proyectiles, hasta que cayó en el mar. Aparte de su famosa obra literaria, del filósofo piloto sólo quedaron las siguientes palabras con las que se le recuerda: “…si algún día, viajando por África cruzan el desierto. Si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se los ruego, y deténganse un poco, precisamente bajo la estrella. Si un niño llega hasta ustedes, si este niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a sus preguntas, adivinarán en seguida quién es. ¡Sean amables con él! Y comuníquenme rápidamente que ha regresado.”
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