La visión de Miguel de Mañara
Atendía al nombre Miguel de Mañara Vicentelo de Leca (1627-1679), sería uno de los ciudadanos ilustres de Sevilla y encarnó esa etapa contradictoria del siglo XVII que tanta huella dejó. Hablamos de la Sevilla del XVII que pierde gran parte de su importancia histórica para entrar es una extraña mediocridad donde parece abrazar a la religión como uno camino de esperanza… Una ciudad donde los ricos mantenían su poder decadente y una nueva clase social se enriquecía con el comercio de las Indias.
Sevilla sufre una época azotada por epidemias y malos momentos, nuestro protagonista, señor adinerado y religioso parece vivir en un mundo de irrealidad. Pero sus amigos y vecinos morían en las calles, más de 50.000 almas vieron segada su vida… Sevilla era cuna de grandes genios como Martínez Montañés, Zurbarán, Ortiz de Zúñiga, Murillo, Valdás Leal y tantos otros, Era una Sevilla de esplendor y también una Sevilla de muerte.
Cuenta la leyenda que Miguel de Mañara era una suerte de “Don Juan”, de “Bradomín” por el tipo de vida que llevaba pero todo iba a cambiar una noche… Tenía 35 años e iba camino de un encuentro amoroso cuando al pasar por la calle del Ataúd, Miguel, fue testigo de un cortejo fúnebre, el difunto desangelado iba en su féretro descubierto, al pasar junto a Miguel de Mañara y un criado que lo acompañaba pudo ver con horror la cara de aquel pobre… Se tratado de él mismo. Miguel de Mañara fue testigo de su propio entierro… Dicen que aquella experiencia lo hizo cambiar radicalmente, pidió el ingreso en la Hermandad de la Caridad siendo un gran benefactor en lo sucesivo de los pobres y desvalidos, siendo una de las almas más caritativas de la Sevilla de la época. Llegó a ser Hermano Mayor de la Hermandad de la Caridad y en el recuerdo histórico de esta ciudad pasó a ser aquel personaje que no olvidó a Sevilla, a aquella Sevilla tan necesitada.
Si pasea por en centro de Sevilla, en este salto en el espacio que hemos realizado, no dude en visitar la Iglesia del Hospital de la Caridad, en pleno barrio de El Arenal, en ella comprobará como tras su humildad encierra obras de Murillo, Pedro Roldán o Valdés Leal, y es que Miguel de Mañara dejó algo más que un legado caritativo en el Hospital, dejó un rico patrimonio artístico que causa admiración y asombro en todo aquel que lo visita.
Nuevamente el macabro juego de la vida y la muerte y de aquellos que habiendo ya cruzado el umbral de los muertos se niegan a abandonar este mundo aferrados a él bajo cualquier forma de existencia.
Lugares encantados de una Sevilla eterna llena de misterios y edificios con moradores insólitos y espectrales, que siguen vagando y morando por aquellos fríos pasillos, rústicos inmuebles, tenebrosas habitaciones, bellas escaleras y poblados jardines en el que tiempo atrás lo hicieran en una vida,quizás, mejor. Si alguna vez tiene la oportunidad de recorrer todos estos lugares siéntese en un lugar tranquilo, respire con calma y déjese llevar por el romanticismo de todo edificio encantado, quizás junto a usted, cuando levante la mirada le rodeen un nutrido grupo de aparecidos, de otras vidas y otros tiempos dispuestos a contarle su triste historia e invitarlo a rezar por la tranquilidad de sus almas…