Tejiendo relatos. «La mosca», por Roberto Muñoz

Tejiendo relatos. «La mosca», por Roberto Muñoz

Tabla de contenido

La mosca

Acabo de matar a mi marido. Vale. Dicho así puede ser que suene fuerte. Lo sé, el padre de mis hijos, el amor de mi vida, mi alma gemela, ¿no suena bonito? Esa puta manía de pegarme cada vez que llegaba del bar parece que termina aquí.

Digo parece, porque a ese hijo de puta es capaz que ni en el infierno lo quieran y tengan que devolverlo. Aunque para eso ya me encargué de cortarle los talones cuidadosamente. Creo que aunque vuelvas del más allá nunca podrás andar amor mío. ¡Estás tan guapo sin pies! De hecho, nunca te había encontrado tan atractivo hasta la noche de hoy, mírate, ahí tirado en la cama, con ese pijama ridículo, por no hablar de las putas sábanas del real Madrid. Dios. Patético, ¿Qué tienes 15 años amor? Tu vida siempre ha girado en torno al futbol. Las putas y el alcohol. ¿Crees que no lo sabía? Vamos, todo el mundo sabía que te gustaba follarte a las negras. Darle por el culo hasta que gritasen de dolor, desahogarte con ellas. Asco de raza negra. Es lo que solías decir ¿no? ¿Cómo dices? No te escucho bien cariño, espera te voy a rajar la boca un poco más para que puedas hablar mejor. Listo. ¿Recuerdas la gracia que te solía hacer ver al joker en televisión? Pues ahora tienes dos cosas en común con él, ambos estáis muertos y tenéis esa puta sonrisa en la cara. ¿Por qué tan serio? Siempre te pasabas la vida amargado, y ahora que no estás vivo no puedes dejar de sonreír. Y es que uno nunca sabe lo que el señor nos tiene preparado, ¿verdad? ¿Pensabas que por ir a misa los domingos y comulgar ibas a ser mejor persona? ¿Dónde está tu Dios ahora? Quizás este arriba descojonándose de cómo has acabado, ¿no crees? Ya sabes que él y yo no nos llevamos muy bien desde mi infancia en la escuela católica. Creo que estar rodeada de monjas todo el día no me hizo ningún bien. Recuerdo que algunas de esas cabronas me amarraban el brazo izquierdo, para que aprendiera a comer con la mano derecha. Todo un acto divino. Reza por la mañana. Reza por la tarde. Reza por la noche. No folles. No te masturbes. Dios es bueno. Dios nos quiere. ¿Piensas que si hubiera un Dios el mundo sería realmente cómo es? ¿Permitiría que te matase tan fácilmente? Basan todo en Dios, pues sus vidas son tan patéticas que tienen que refugiarse en eso. Sí. Se mienten ellas mismas a diario. Pero bueno, no pasa nada. Eso es lo que hacemos todos para ser felices. Aparentar ser felices. Mentirnos a nosotros mismos.

Cthulhu y el “horror cósmico”: ¿Existen criaturas ancestrales? Un escritor de otro mundo Para quienes no...
La intrigante luz del Pacífico Norte JPC Van Heijst, autor de las imágenes, las ...
Guía de arquitectura insólita, de Natalia Tubau Construyendo sueños Os quiero hoy dar a c...

No sé por qué te cuento esto, cuando estoy nerviosa me da por hablar. Ya lo sabes. Y bueno, debo decir que algo tensa estoy, no todos los días una tiene la oportunidad de matar a su marido ¿no? Vamos, quítate ese anillo ya, nunca más volveremos a estar juntos. Espera que te corte el dedo. ¡Listo!

Te preguntarás que como una mujer sometida como yo y anulada tanto emocionalmente como psicológicamente por un bastardo como tú tuvo los cojones de hacer lo que hizo. ¿No? Pues bien. Puede que pienses que estoy loca. Y puede que en parte lo esté. Estoy hablando con un cadáver. Eso no dice mucho a mi favor sobre mi cordura. Pero te contaré algo que puede que te sorprenda. Al menos espero que sea así. Veras, una noche cualquiera de esas que te convertías en una furia y me estampabas contra la pared, al recibir el golpe en la cabeza note algo. No sabría cómo explicarlo bien, pero era algo molesto, no de dolor físico por el impacto del golpe. Era más bien como si algo de mi cabeza se hubiera soltado en su interior, y esa cosa no paraba quieta ni un segundo. Yo la definiría más bien como si una mosca hubiese nacido en mi cabeza. En mi cerebro. Luego comprendí que era una especie de llave. Ya sé que no tiene sentido. Pero, ¿acaso debe tenerlo? Ese golpe en concreto le hizo algo a mi cabeza. Y esa noche lo vi por primera vez. Lo sentí. En sueños se me aparecía. Me dijo que no soportara más dolor, que debía ser feliz. ¿No es irónico cari? Él me encontró gracias a ti, y estaba tan desesperada por conseguir ayuda y salir de esta situación, que me daba igual si era razonable o no. Ese hombre era fiel conmigo cada noche en sueños me daba todo lo que yo esperaba de una relación. Si un día despertaba, al siguiente el sueño se reanudaba por donde lo habíamos dejado. Y claro, sabes cómo funciona el tiempo en un sueño, ¿no? Que mierda vas a saber tú. Si lo único que has leído en tu puta vida ha sido la mierda del diario Marca. Yo te lo diré. El tiempo no es igual en los sueños. Una noche de 7 horas de sueño pueden ser semanas en el tiempo onírico. Pues bien. Le conté a el hombre de mis sueños toda mi vida, todo, desde cómo me sentía, lo que tú me hacías, y juntos empezamos a trazar la idea de que la única forma de acabar con el sufrimiento era matarte. Cada día me importaba menos este mundo y siempre tenía la ilusión de la noche.

Él me quiere de verdad, no me trata como una mierda, y poco a poco me convenció para que lo hiciera. Imagina que solamente tienes una vida, no esperas mucho de ella porque ya desde pequeña vas viendo como son las cosas. Te casas con un buen hombre, al menos eso piensas y un día no sabes por qué, tu vida se convierte en un infierno diario.

Primero te cambia la forma de vestir, que si menos faldas, que si parezco una puta. Luego, lentamente, sin saber cómo, pierdes lo que eras. Lo que siempre fuiste. Quedas anulada y ya es tarde para la reacción, al menos lo fue para mí, piensas que tus hijos cambiaran las cosas. Que podríamos ser una familia feliz…con sus diferencias puntuales. Pero no. A partir del nacimiento de nuestro hijo empezaron las palizas.

Siempre me decías que como podía estar tan gorda, que ya no era guapa ni atractiva. Poco a poco todo se fue nublando. Perdí el contacto con la gente, mis amigos, mi familia. Todo desaparece lentamente. Te quedas sola. Lo peor de todo es que te acostumbras a vivir una vida así, porque en el fondo piensas que te lo mereces, no sé, y cuando todo parecía que estaba perdido apareció él, en mis sueños, el único sitio donde no podrías entrar ni saber nada. No me importa que me creas o no. Las opiniones de los muertos no suelen tener mucho valor por aquí la verdad. Ya no eres nada. Maldito hijo de puta. Te quedaste dormido hasta roncar y pensabas que sería una noche más. Grave error. Entonces cogí tu martillo y te golpeé con todas mis fuerzas, te reventé la cabeza a la primera. No creo ni que te dieras cuenta de lo que pasaba. Una vez, luego otra, otra… Así cientos de veces. Casi no veía nada debido a la sangre. Pero él estaba a mi lado. Me hablaba en mi cabeza y la mosca no paraba de moverse. Nunca había experimentado algo así. Lo de cortarte los pies es algo que vi en el cine. Ya sabes lo cinéfila que soy y que todo lo que veo se me queda grabado…considéralo un regalo de despedida…puta basura…eso es lo que siempre has sido. Una última cosa. Él me ha dicho que para ser libre del todo, debo arrancarme al bebé que llevo en mi vientre, no puedo llevar nada que contenga algo tuyo, ni siquiera un bebé de 8 meses, así que él me ha dicho que coja las tijeras de cocina y me lo saque de mi interior. No será difícil porque ya lo hemos hecho antes en sueños. Despídete de tu hijo. Bueno no importa, nunca lo verás, no sabrás como es, de echo nadie lo sabrá solo yo, así que voy a quitármelo, voy a rajarme la barriga desde arriba hasta abajo, no me dolerá.

Él me ha dicho que estará a mi lado, que puede hacer que no haya dolor, y que cuando lo haga, podré ir con él a un mundo mejor, donde podré ser feliz. Donde tú no existirás. Solamente tengo que sacar a mi bebé y dejarme dormir, para siempre…

Relato cedido a TEM por Roberto Muñoz.

Ilustración de Alejandro Fried

ARCHIVO DE RELATOS DE T.E.M

Bibliografía ►
El pensante.com (agosto 12, 2011). Tejiendo relatos. «La mosca», por Roberto Muñoz. Recuperado de https://elpensante.com/tejiendo-relatos-la-mosca-por-roberto-munoz/