La imagen colectiva que tenemos de las brujas, no corresponde con la realidad. Las personas que se catalogan como brujas, son aquellas que trabajan con hechizos y toda clase de magia negra, pero que en el diario vivir, lucen como cualquier otra mujer o anciana. Aunque también existen los brujos, que obviamente, sería en el caso masculino.

Una de las mayores mentiras que históricamente se ha creído, es que a una bruja se le puede reconocer por su nariz horrible y grande, además de tener la piel verde llena de verrugas. No obstante, aunque hay mujeres no tan agraciadas que practican estas artes oscuras de la brujería, hay también mujeres muy bellas y famosas que nadie sospecharía.

Es el caso de Stacey DeMarco, la autora del libro “Hay una bruja en el baño”. Ella, quien la practica, dice que ser bruja no lo demarca el vestuario o la apariencia física, sino el modo de vida que lleva y los conocimientos de magia debidamente aplicados. Asegura además, que cualquier persona podría serlo sin que te dieras cuenta, como tu vecino, un policía, un abogado, un médico, etc.

Dicen que las hay buenas y malas, o mejor dijéramos blancas o negras. Eso depende de la calidad de magia que se use y las intenciones con las que se operen. Existen ciertas escuelas paganas que enseñan técnicas para operar la magia y sus estudiantes se autodenominan brujos. Las comunidades indígenas, en varios lugares de América, le llaman brujos a los Chamanes o Curanderos.

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