El día de los muertos
Desde la colonización española, las tierras mexicas vivieron un proceso de transformación religiosa. Sus creencias sobre la muerte cambiaron en gran medida y permanecieron ligadas al cristianismo desechando todos los dioses aztecas.
Actualmente, la festividad del “Día de los muertos” que se celebra el 2 de Noviembre tiene una gran popularidad en el territorio mexicano. En todas las casas se hacen ofrendas a los antepasados muertos, donde están las cosas preferidas que tuvieron en vida.
Se hacen grandes fiestas en los cementerios con comida, música y licor. Todos los lugares son decorados con cempasúchil, la flor de infinitos pétalos y hay calaveras en todos los lugares, con el fin de representar muertos famosos.
Los antepasados de los prehispánicos
No siempre fue así. Antes no sólo existía una fiesta de la muerte: la llegada del cristianismo obligó a los nativos a eliminar muchísimas de sus festividades. Los nativos convivían con la muerte todo el tiempo, era parte de la vida cotidiana.
La religión católica impuso que el 2 de Noviembre se celebrara el día de los muertos para hacerlo coincidir con la fiesta de todos los santos. Así la institución religiosa tenía la posibilidad de aplacar cualquier síntoma de blasfemia o paganismo.
Traeremos a colación dos de las varias fiestas que celebraban los mexicas antes de la llegada española: Tlaxochimaco y Xocotl Uetzi, también llamada Hueymiccaihutl. La primera era celebrada en el día veinte del mes noveno y la segunda en el veinte del mes décimo.
Debemos aclarar que el calendario mexica tenía una imprecisión de seis meses con el calendario gregoriano, por lo cual, las fechas no siempre coincidían con las estaciones.
La fiesta de Tlaxochimaco
En la celebración de Tlaxochimaco o Miccailhuitontli, la celebración era de los niños muertos. El objetivo era dar el sacrificio correspondiente al dios Huitzilopochtli. En este mes al nacer las primeras flores de ciclo natural, los mexicas ofrecían un sacrificio humano al dios.
Se ofrecía al dios Huitzilopochtli, niñas pequeñas que eran sacrificadas para que ellas pasaran al cielo más alto, el lugar donde el “magma vital daba luz a todos los seres”. La relación de dar niñas era porque se recibía hermosas flores nuevas, era el inicio de la primavera.
Antes de la fiesta, las personas buscaban todas las flores que hallaban. El cempasúchil al no ser de esta temporada no se podía recoger, la mayoría de las flores eran de temporadas lluviosas. Los hombres de las ciudades traían un gran madero cortado para ofrecerle muchas ofrendas.
Es muy posible que de acá se haya derivado las ofrendas que hoy en día dan los mexicanos a sus antepasados. Pero en este pasado que viene desde los toltecas hasta la llegada española, las ofrendas eran directamente ofrecidas al dios de la guerra.
La fiesta de Xócotl Uetzi
El madero que se ponía horizontal en la fiesta de Tlaxochimaco, llamado “xócotl”, que significa “jocote”, era puesto en vertical, frente al templo del dios Xiutecuhtli. En la parte alta del madero se ponía un pájaro en barro adornado que simbolizaba al dios.
En esta fiesta de los muertos grandes, se hacían sacrificios de guerreros. El sacrificio ritual consistía en lanzar al fuego varios cautivos tomados en batallas. Luego se les extraía el corazón y se le ofrecía al dios celebrado.
El fanatismo era tan grande que se ayunaba los tres días seguidos de la celebración y las personas se subían a los techos de sus casas para hacer cantos y oraciones a sus muertos donde les pedían muchas cosas, entre ellas, que regresasen.
En los últimos días de la celebración, el tronco era tumbado y se le ponían unas cuerdas para que los más jóvenes se treparan y agarraran el pájaro que estaba en la parte más alta. El objetivo era tumbarlo y poner una imagen hecha en tzoalli “masa a base de maíz”.
Esta última parte de la celebración se parece mucho al ritual otomí, al sur de México, donde unos jóvenes vuelan alrededor de un tronco, colgados de una cuerda. Este rito actualmente se celebra en varias comunidades para representar la vida.
En la danza otomí, “la danza del volador”, como se llama, consiste en que cuatro “viejos” suben al palo, ellos son los hombres. El que se queda arriba se le llama “Malinche” y representa al ave solar. Los cuatro bajan volando, representando la bajada al mundo de los muertos.
Desde entonces las celebraciones en México tienen una parte de luto y otra de carnaval. Aunque la celebración tenía como objetivo recordar a los antepasados, la celebración de la vida estaba implicita, pues la muerte y la vida en la cosmovisión mexica estaba combinada.
Otras festividades de la muerte
En el mes de Quecholli se hacía la celebración de los muertos de la guerra. El dios adorado era Mixcóatl, deidad de la caza y el fuego astral. Ponían en las tumbas de los guerreros infinidad de flechas elaboradas para la ocasión.
Ponían tamales de maíz en las tumbas y en la noche quemaban todas flechas. Este ritual hacía parecer las flechas como si fueran flores con miles de pétalos. Debemos recordar que el dios mixcóatl es el dios principal de las etnias chichimecas que vivían al norte de México.
En cada mes se hacían celebraciones a distintos dioses para conmemorar muertos. Todo este legado a quedado en el día de los muertos. Los mexicanos son adoradores de la muerte y aunque ya no lo celebren cada mes como antaño, el 2 de Noviembre es la fiesta donde recuerdan su pasado azteca.
Fuentes:
- Dominique Dufétel. “Los antepasados ocultos”. En: Artes de Mexico, n.º 62, 2002.
- https://arqueologiamexicana.mx/calendarios/xocotl-huetzi
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