Luz en las calles
Uno de los inventos que revolucionó la rutina de las personas en la época Victoriana y que ahora son habituales para nosotros son las lámparas: pasar de la luz de velas a luz de gas cambió la forma en que la sociedad veía la noche. Estas lámparas brindaron muchísimos beneficios a la sociedad, entre otras dando tiempo extra para trabajar en la noche. El cambio en la luminiscencia provocó en las personas altas expectativas y tener lámparas era símbolo de alto estatus, lo que llevó a que varias personas recurrieran a métodos ilegales para obtener el invento: la falta de regulación dio como resultado sabotajes contra las líneas de gas, así como incendios explosiones y fugas de gas de carbón.
El peligro del gas
La combinación de hidrógeno, metano, monóxido de carbono y azufre, gas que utilizaban las lámparas como combustible, no sólo era bastante inflamable, sino que también en un lugar con poca ventilación se corría el riesgo de asfixia por monóxido de carbono. Los problemas con respecto a estos aparatos no cesaron y a menudo las tuberías se dañaban debido a la mala mano de obra.
Esta situación provocó varios accidentes tales como incendios o explosiones. A los problemas asociados se le sumaban los malos sitios en las que eran ubicadas: por ejemplo, cerca de las cortinas resultaba ser una locación bastante peligrosa. También hay que agregar que el olor desagradable que emitía no solo incomodaba a las personas, sino que se presume que fue el causante del surgimiento de las historias de fantasmas y es que el monóxido de carbono podría haber provocado alucinaciones.
Esto hizo que los espectros invadieran la ficción y se convirtieran en un tema de charla en los salones de la época. Con la llegada de la electricidad, las lámparas de gas se convirtieron en un elemento nostálgico de tiempos anteriores, donde la luz tenue proporcionaba el ambiente idóneo a besos robados o apariciones espantosas.
Fuentes:
- https://www.iluminet.com/lamparas-gas-iluminacion-londres
Imagen: codigopublico.com