Lobos japoneses
Hace pocos días señalamos en esta misma página las leyendas asociadas al “Lobo de Honshu”: el más pequeño del mundo, habitante de varias islas en Japón. Este animal, casi legendario en la tradición nipona, habría desaparecido por una mezcla entre expansión de las áreas dedicadas a cultivos y una desafortunada epidemia de rabia que lo convirtió en una amenaza para la supervivencia de las personas.
Pero el mítico Lobo de Honshu no fue el único cánido de las islas del Sol Naciente. En las islas del norte de Japón, así como en la Península de Kamchatka (frente a la Alaska norteamericana) habitaba una especie que distaba mucho de su grácil y noble primo del sur.
Se trataba del Lobo de Hokkaido.
Canis lupus hattai
El Lobo de Hokkaido era un pariente del lobo gris, un temible habitante del hemisferio norte. Al contrario que su pariente del sur, habitaba en islas poco visitadas por los japoneses, en las que en cambio eran los Ainu (de quienes hablamos en este artículo) quienes rondaban. Estos pueblos eran menos sofisticados que los japoneses, más hábiles en el combate cuerpo a cuerpo, un poco más… salvajes, por decirlo de alguna manera. Lobos y humanos, juntos, se volvían más duros en un entorno más difícil.
Y así como en Japón el Lobo de Honshu era venerado, los duros Ainu respetaban y temían a los lobos de Hokkaido. Sus mismos nombres indican reverencia: Horkew Kamuy (Dios aullante), Yukkoiki Kamuy (El Dios que toma Ciervos), Horkew Retara Kamuy (Dios Lobo Blanco), and Horkew Kamuy-dono (Dios Señor Lobo). En la tradición Ainu se consideraba a los lobos de Hokkaido como espíritus o dioses de alto rango: su muerte, excepto en un ritual particular, estaba prohibida.
Iomante
Este ritual se conocía como iomante, y consistía, básicamente, en torturar al lobo al clavarle palos afilados antes de matarlo. Los Ainu creían que los poderosos espíritus que habitaban el cuerpo de los lobos no podrían volver a su hogar originario si no era producto de un profundo dolor, por lo que esta era una manera de honrar los animales.
Aún así, se decía que si luego del ritual la piel y la carne del lobo no eran aprovechadas en su totalidad sus hermanos volverían y matarían a la familia que organizó todo.
Lobos de caza
Pero la relación de los Ainu con los lobos no era únicamente una de muerte y dolor. Los registros japoneses indican constantes intentos de estos habitantes para domar los temibles animales, criándolos generalmente desde cachorros. Si bien el lobo de raza pura parece jamás haber sido domesticado, si se cruzó recurrentemente con perros propiedad de los Ainu y fue fundamental en la creación de la raza cazadora Ainu Ken (también conocida en Japón como Hokkaido Inu).
El final del Lobo de Hokkaido
Lamentablemente, el Lobo de Hokkaido tuvo un destino aún más cruel que su hermano del sur. Luego del colapso del gobierno feudal japonés, en 1868, comenzaron una serie de iniciativas para modernizar la producción pecuaria de las comunidades Ainu, para lo cual se trajeron expertos de los Estados Unidos y una gran cantidad de ganado. Como era de esperarse, el ganado pronto ocupó toda la isla y los lobos se convirtieron en un peligro para las reses, por lo que comenzaron a ser envenenados de manera sistemática. Para 1898 murió el último de ellos.
Como en el caso del Lobo de Honshu, de vez en cuando hay avistamientos, pero en este caso los naturalistas consideran que es posible que haya supervivientes, sobre todo teniendo en cuenta que miles de perros en la región llevan en su sangre la herencia de los legendarios lobos de Hokkaido.
Imágenes: 1: wikipedia.org, 2: biodiversityconservationblog.wordpress.com