No apto para oídos sensibles
Todos los animales emiten sonidos para comunicarse. Cuando se habla de animales ruidosos nos viene a la cabeza el elefante, que alcanza los 117 decibelios. Y no hablemos de mi gato cuando se pone a cantar, o la gatita de la foto, Smokey, que ganó el récord Guinness de ronroneo más alto. Pero existen otros muy peculiares, por la manera en la que producen los sonidos. Son los siguientes:
Micronecta scholtzi o Barquero de Agua Dulce.
Este curioso insecto que habita en los lagos y riberas de los ríos de Europa, tan minúsculo, no es que haga un ruido espantoso, sólo que para lo pequeño que es( mide 2 milímetros) en relación a su tamaño produce un sonido que alcanza los 99,5 decibelios (dB, la décima parte de un bel). Es como si un grano de arroz sonara como un tren de carga. Pero lo más curioso no es eso, sino que el sonido lo produce con los genitales, al frotar el pene contra el abdomen, miembro que es del tamaño de un cabello humano de grosor. A este proceso se le llama «estridulación», y muchos insectos producen sonidos frotando partes de sus cuerpos, como las alas, las patas… los genitales sólo este pequeñín y una polilla, que produce ultrasonidos. Cómo lo consigue, es una sorpresa para los biólogos franceses y escoceses que lograron grabar el sonido con micrófonos acuáticos. La mayoría del sonido se dispersa por el agua, aunque el 99% se pierde cuando las ondas viajan del agua a la atmósfera. Aún así, el canto era perceptible para el oído humano, similar a la de una cigarra.
Están estudiando esta peculiar capacidad para aplicarlo en la fabricación de dispositivos de comunicación ultrasónica. ¿Hay voluntarios?.
La rana nocturna «co-quí»
Estas lindas ranitas viven en Puerto Rico, solo los machos cantan, también en este caso, y su sonido es peculiar porque incluye dos fases, una para ahuyentar a los otros machos y otra para atraer a las hembras. Sin embargo, su canto supera el centenar de decibelios, y cantando todas juntas te dan la noche. En su hábitat natural no pasa nada, pero el problema está en que han colonizado Hawai, y los que intentan dormir cerca de una colonia de ranitas cantando toda la noche, equiparan el sonido a cientos de cortadoras de césped en sus jardines.
El mono aullador.
Los aullidos de este mono pueden escucharse hasta 5 km de distancia. Este sonido es posible debido a que el hueso hioides, un pequeño hueso que protege las cuerdas vocales en la laringe, que también tenemos nosotros, está más desarrollado de lo normal. Un dato importante para los ciéntíficos, porque la función del hioides era cuestionada, aunque se intuía que tiene relación con el habla o la producción de sonidos. En este caso sirve de amplificador, formando un saco en la garganta que hace resonar los aullidos.
Este mono tiene además todo un vocabulario de aullidos, para ahuyentar, avisar de peligros, etc, que todavía, salvo ellos, nadie entiende.
La gamba que escupe.
No se trata de una gamba habladora, lo que hace particular al sonido que emite, es que este procede de las burbujas de baja presión que se forman en los chorros de agua que explusa, al colapsarse y explotar. Los chorros de agua pueden alcanzar los 100 km. por hora, y el sonido de las burbujas al explotar es de 200 dB, tan fuerte que mata a la presa que se va a comer.
La ballena azul.
Se le consideraba el animal más ruidoso, con sus 188 dB, pero en proporción cuerpo/sonido, le ha ganado el pequeño barquero. Las ballenas azules no tienen canciones tan complejas como las de las ballenas jorobadas, pero su baja frecuencia denominada «pulsos» (algunos por debajo del rango de audición humana) se han registrado a más de 805 kilómetros de distancia.
Hace unos años, los investigadores se han encontraron con que las ballenas habían reducido las frecuencias de sus canciones en un 30 por ciento desde la década de 1960 en algunas poblaciones. Una teoría sugiere que las ballenas ya no necesitan cantar tan alto para ser escuchadas en la distancia, porque la especie, que antes estaba en peligro de extinción, se ha recuperado, ya que la caza de ballenas fue prohibida en 1966. Aunque ahora está acabando la moratoria.
La lechuza de las cavernas.
Como se nota en la foto, esta especie de lechuza está acostumbrada a vivir en la oscuridad de las cuevas, y la luz les molesta. Por ese motivo, como los murciélagos, emiten sonidos, pero a diferencia de éstos, muy por encima del rango del oído humano. Teniendo en cuenta que viven en colonias, si te pillan todos cantando dentro de una cueva, puede resultar un tanto molesto. No son ciegos, aunque les guste volar en la oscuridad, distinguen figuras de a partir de 20 cm.
Tejido por Angelika.
Fuente y fotografías:
National Geographic News.
BBC Noticias.