En el año 1925, la arqueóloga Anna Le Guillon Mitchell-Hedges, descubrió un cráneo fabricado con cristal de roca, enterrado en los escombros de un templo de la civilización maya, los cuales fueron analizados posteriormente por investigadores que dedujeron que esas extrañas calaveras estaban elaboradas en cuarzo natural y que además, contenían dióxido de silicio.
¿Artefactos precolombinos o del siglo XIX?
Los cráneos de cristal están tallados cuidadosamente, y supuestamente son artefactos mesoamericanos precolombinos. El arte mesoamericano tiene numerosas representaciones de cráneos, pero ninguno de los cráneos de cristal de las colecciones de museos, proviene de excavaciones documentadas. En 1967, el museo británico financió y participó en las investigaciones de los objetos y según informes posteriores, se usaron herramientas de joyería para realizar tan minucioso trabajo; lo raro del asunto es que estas herramientas fueron desarrolladas en el siglo XIX, por lo que se podría descartar origen precolombino.
Fenómenos paranormales
El movimiento New Age afirma que los cráneos muestran fenómenos paranormales. Los cráneos de cristal han sido un tema bastante famoso y por este motivo, han aparecido en numerosas series de televisión, películas, videojuegos y hasta en una reconocida marca de licores. Se ha afirmado que varios cráneos de cristal son de origen precolombino, siendo habitualmente atribuidos a los aztecas o mayas, pero el tipo de cristal al ser examinado, dio a conocer que contenía clorita, elemento que sólo se encuentra en los cristales de Madagascar y Brasil, por lo tanto, difícil de obtener o desconocido en la Mesoamérica precolombina.
En los años 80, se retomaron las investigaciones y esta vez, la deducción fue que los cráneos fueron fabricados en Alemania en el siglo XIX, muy probablemente en talleres de la ciudad de Idar-Oberstein, conocida a finales del siglo XIX por crear objetos hechos de cuarzo brasileño importado.
Se ha establecido que tanto el cráneo de cristal del Museo Británico, como el del Museo del Hombre en París, fueron vendidos por el comerciante de antigüedades francés Eugene Boban, que tuvo su negocio en Ciudad de México, entre 1860 y 1880. El cráneo de cristal del Museo Británico, fue adquirido en Nueva York, mientras que el cráneo de cristal del Museo del Hombre, fue donado por el etnógrafo Alphonse Pinart, quien lo compró en Boban.
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